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Mercado accionario: ¿vale la pena correr el riesgo en Latinoamérica?
Vie, 19/08/2011 - 15:16

Julián Benavides

Mercado accionario: ¿vale la pena correr el riesgo en Latinoamérica?
Julián Benavides

Julián Benavides Franco, Ph.D., es director del Departamento de Finanzas y Contabilidad de la Universidad Icesi, Cali. Ingeniero de la Universidad de Los Andes (Colombia), posee una especialización en Finanzas y Administración, así como un Master in Management y Ph. D. in Business (Finance Track) de Tulane University, New Orleans (EE.UU.).

Ante los acontecimientos económicos recientes y el efecto que estos han tenido en los mercados financieros, un inversionista latinoamericano podría hacerse dos preguntas:

1).-¿Es un buen negocio la inversión en acciones?

2).-¿Es conveniente la diversificación entre las diferentes economías de mercado de la región?

Para tratar de responderlas es necesario observar la evolución de los mercados a la luz de su desempeño de largo plazo.

Consideremos entonces los resultados de una inversión en acciones que pudo haberse realizado hace diez años. El inversionista prototípico que analiza este negocio puede realizar inversiones en los índices de seis bolsas latinoamericanas (Chile: IPSA, Colombia: IGBC, Perú: IGBVL, Brasil: IBOVESPA, Argentina: Merval, y México: IPC) y en el Standard and Poor’s 500 (S&P 500) de EE.UU.(*)

La gráfica 1 presenta la evolución en dólares de estos índices desde 1993 hasta la fecha,  normalizados a 1 el 31 de diciembre de 2004. Puede observarse   que las mayores valorizaciones de los años  recientes se han dado en Perú y Colombia.

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Nuestro inversionista hace uso de la teoría de portafolio (**) para asignar los pesos que en su cartera de inversiones tiene cada índice. El portafolio es rebalanceado anualmente, y se pueden hacer ventas en corto (***). 

La gráfica 2, que presenta la correlación de los mercados latinoamericanos con el S&P 500, sugiere que la integración de los mercados es mayor en años más recientes, reduciendo los beneficios de la diversificación, pero no eliminandoloes. Los pesos resultantes para objetivos de rentabilidad de 10% y  20% se presentan en las gráficas 3 y 4. Brasil, México y Argentina tienen casi siempre pesos negativos en el portafolio. 

La Tabla 1 presenta los valores base de la gráfica 4. Encontramos que la rentabilidad acumulada de la estrategia con objetivo de rentabilidad de 20%, obtuvo en realidad un retorno promedio anual 15.5%, con una volatilidad de 16.54%; en cambio, una estrategia “naive” que asigna a cada índice 1/7 de la inversión, denominada portafolio de igual peso, obtiene una rentabilidad ligeramente más alta de 16.45%, con una volatilidad de 18.4%. El mayor esfuerzo de la optimización de portafolio, no parece compensarse, en apenas 6 de los 10 años de la muestra es el retorno ponderado por volatilidad (Ret. C./Vol.)  mayor para el portafolio eficiente que para el portafolio “naive”, a pesar de que su diseño expresamente busca maximizar esta relación.

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La Tabla 2 compara diferentes portafolios, interesantemente, inversionistas concentrados en Colombia o Perú, habrían derrotado bajo cualquier óptica a inversionistas diversificados. Portafolios en estos paises habrían producido cerca de 30% anual, con volatilidades cercanas al 24%; mientras que un inversionista diversificado con objetivo de rentabilidad del 20% y uno que asigna pesos iguales a cada índice habrían obtenido rentabilidades del 16%, con volatilidades de 17%.

Volviendo a la pregunta inicial que se planteó, la respuesta para estos inversionistas sería un estruendoso sí, la inversión en acciones sí es un buen negocio.

La respuesta a la pregunta de si conviene la diversificación, es también un sí para un inversionista en EE. UU., Brasil, México o Argentina, cuyos resultados habrían mejorado tanto incrementando la rentabilidad, como reduciendo la volatilidad.

Puesto que este análisis es retrospectivo, y no pretende generar predicciones, también la respuesta a la segunda pregunta es afirmativa, aún para inversionistas en Colombia o Perú.

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La descolgada. A pesar del análisis anterior ningún inversionista puede olvidar los acontecimientos recientes y las perspectivas de bajo crecimiento a nivel mundial. Después de llegar a sus máximos históricos hacia finales de 2010, las bolsas latinoamericanas no pudieron sustraerse a los recientes acontecimientos mundiales que generaron una descolgada de precios pocas veces vista.

Después de una semana de caídas generalizada, enmarcada por la discusión en el congreso estadounidense  sobre el techo de la deuda federal, el viernes 5 de Agosto de 2011 la calificadora de crédito Standard & Poor’s  tomó la decisión de rebajar la calificación de la deuda soberana de EE. UU. por primera vez en la historia.

Entre Julio 22 y Agosto 8, el índice Standard & Poor’s 500 (S&P500) perdió el 16,77% de su valor. En ese mismo periodo las bolsas latinoamericanas experimentaron caídas de magnitud similar, agudizadas por una repentina apreciación del dólar, al considerar la generalidad de los inversionistas, que, aún con una rebaja en su calificación, los EE.UU. siguen siendo un refugio en tiempos de incertidumbre.

En la semana siguiente a la rebaja de de la calificación estadounidense, las bolsas recuperaron  parcialmente el terreno perdido, con el S&P500 valorizándose en 6,65% y las otras bolsas latinoamericanas también en terreno positivo. Sin embargo, las perspectivas de un “bull market” continuado parecen lejanas, pues las preocupaciones sobre la recuperación de la senda de crecimiento persisten, tal como lo ha expresado recientemente el presidente del banco mundial, quien a pesar de no sentirse excesivamente preocupado por los EE.UU., comentó sobre los graves peligros que atraviesa la euro zona y la pérdida de fe en el liderazgo económico de algunos países clave por parte de los inversionistas. La parte positiva es que, según Zoellick, los países emergentes son ahora la fuente del crecimiento.


Mitigando las pérdidas. Un análisis rápido de los acontecimientos recientes sirve de poco consuelo para los inversionistas que observan cómo se reduce el valor de sus portafolios, sin que sea posible encontrar un paliativo, excepto la inversión en renta fija.

Parte del problema es que en tiempos de crisis la teoría de portafolio no aplica y se genera un fenómeno conocido como contagio, en el cual la correlación entre los retornos accionarios se eleva por encima de los fundamentos económicos, generándose tendencias similares, usualmente negativas, en diferentes mercados, dejando a los inversionistas sin posibilidad de escapar de la espiral a la baja (****). Sin embargo, otro fenómeno que suele acompañar a las crisis es el aumento de la volatilidad del mercado, este puede ser y de hecho es usado como inversión de cobertura en las crisis. En la gráfica 5 se presenta la evolución reciente del índice S&P 500 y el índice VIXX que es la volatilidad de este mismo mercado; evidentemente su correlación es negativa lo que genera la posibilidad de incorporar la volatilidad en el portafolio, aprovechando esta cobertura natural. 

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El índice VIX estimado por la Bolsa de Opciones de Chicago (CBOE), creado por el profesor Robert Whaley en 1993, es una medida de la volatilidad implícita de opciones a un mes sobre el índice S&P 500. Futuros y Opciones sobre el índice están disponibles desde 2004 y 2006, respectivamente, y se negocian en el CBOE. Estimaciones del efecto de combinar posiciones largas en futuros y opciones de VIX con un portafolio de acciones y bonos, reportan grandes reducciones en las perdidas en caso de una caída generalizada de precios e incluso retornos positivos cuando la proporción de los derivados supera el 20%1. Aunque lejos de pensar en implantar una versión latinoamericana del índice VIX, no podemos dejar de soñarlo. Si el propuesto índice MILA, que representaría el nivel de precios de las bolsas de Colombi, Chile y Perú, generara en el tiempo un mercado activo de futuros y opciones, un instrumento similar al VIX sobre este índice podría convertirse en una efectiva herramienta de cobertura para los inversionistas latinoamericanos.


En síntesis, es absolutamente claro que hay que capear el temporal y estructurar estrategias que permitan minimizar las perdidas y obtener beneficios por diversificación, volcando la mirada en los mercados de derivados; pero los resultados acumulados sobre los últimos diez años y el desarrollo de los mercados financieros latinoamericanos y su integración con mercados más maduros permite ser optimista en el mediano plazo. El acceso a nuevas oportunidades de inversión, no solo para los grandes inversionistas, augura una mayor liquidez y una fuente de riqueza para la región, que consolidará su importancia en los mercados de capitales globales.

(*) Suponemos aquí que el inversionista puede invertir en  “index funds” que emulan la composición de los índices de cada bolsa.

(**) Markowitz, Harry, 1952. Portfolio Selection. Journal of Finance. Vol. 7, No. 1.

(***) Aunque posibles en algunos mercados, las ventas en corto no son legales en toda las bolsas. En términos del problema planteado, sin embargo, representan la solución más general del problema de asignación de pesos.

(****) Bekaert, Geert, Campbell R. Harvey, y Angela Ng, 2005. Market Integration and Contagion. Journal of Business. Vol. 78, No. 1.

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