Gane Donald Trump o Hillary Clinton el próximo martes, la relación de México con Estados Unidos se complicó y será obligado un esfuerzo diplomático y político para desactivar el miedo que hacia la inmigración desató con éxito el candidato republicano a la Casa Blanca.
Ése es el pronóstico del ex presidente Felipe Calderón, quizá uno de los mexicanos que mayor trato y conocimiento tienen de la abanderada demócrata, a quien le hizo pasar uno de los momentos más difíciles como secretaria de Estado, cuando le pidió remover al embajador Carlos Pascual.
De la entrevista que tuvimos con el ex mandatario para Imagen Televisión -publicada por Excélsior en la edición del miércoles anterior- vale destacar su advertencia sobre el inevitable ajuste que requerirá la agenda bilateral y su relato de cómo vivió las tensiones con Hillary.
Vamos primero al anecdotario de ese episodio diplomático que la candidata Clinton describió en su libro Decisiones difíciles.
“Tengo respeto y le tuve mucho aprecio al embajador Pascual. Tuve una gran apertura con él. Porque parto de la premisa de que Estados Unidos y México tenemos que cooperar como vecinos en los problemas que sólo en común se pueden solucionar. Sin embargo, comenzaba a tener una actitud muy injerencista, un embajador muy activo, muchas intervenciones en prensa, incluso personalmente estaba pasando ciertos límites”, reseñó el ex presidente.
“Le pedí a Patricia Espinosa (canciller) que hablara con él. Lo hizo varias veces. Corregía algunos días, pero a la siguiente semana, otras declaraciones, otra intervención, etcétera.
“Se lo hice saber a la secretaria de Estado y después vino esa filtración de WikiLeaks en la que se evidenciaba que el embajador se expresaba de manera muy peyorativa respecto de nuestras Fuerzas Armadas. Refería que el Ejército mexicano no tenía valor, que no quería asumir riesgos. Una serie de tonterías, francamente, de mentiras, porque el sacrificio de las Fuerzas Armadas era inobjetable.
“Y sí, categóricamente le dije a la secretaria (Hillary) en una reunión que tuvimos muy muy ríspida, que yo no aceptaría más al embajador Pascual y que le pedía que lo removiera. Ella decía que eran filtraciones ilegales las de WikiLeaks, que era un correo muy confidencial. Le dije: Secretaria, pero es lo que él piensa y es lo que él cree y con él no voy a poder trabajar y no puedo aceptar además este asunto.
“Trató de convencerme de que era injusta mi posición, porque se trataba de revelaciones ilegales a la prensa. Yo insistí y le dije: Es que si no lo remueve el gobierno de Estados Unidos, yo lo voy a expulsar del país”, narró Calderón.
Y habló de la colaboración con el Departamento de Estado bajo la secretaria Clinton: “Detectamos y disolvimos el intento de formar una célula de Hezbolá en Tijuana. Y hubo un complot para asesinar al embajador de Arabia Saudita en Washington, y detuvimos aquí a los potenciales criminales. También, por diversas vías, supimos de un intento de los hijos del ex dictador de Libia de establecerse en México y finalmente fue desmantelada toda la operación”.
Hasta aquí los recuerdos que Felipe Calderón nos compartió el martes 1 de noviembre en la Fundación para el Desarrollo Sustentable que encabeza, un día antes de que el presidente Enrique Peña Nieto le entregara en el ITAM un reconocimiento como ex alumno destacado.
Ahora vamos al futuro de la relación con EU que, a juzgar por el ex mandatario, deberá buscar la desactivación del miedo que hacia la inmigración generó Trump en su campaña. “Eso es lo que está definiendo la elección. Y ojalá gane Hillary, pero independientemente de eso tenemos que trabajar todos en desactivar ese miedo”, sostuvo.
En una crítica a la estrategia diplomática que su antecesor Vicente Fox siguió, con Jorge Castañeda como canciller, el expresidente habló de la urgencia de “cambiar el sesgo de luchar por la ciudadanía a más bien por luchar por sus derechos y las oportunidades laborales”.
Criticó la idea de que aceptar visas temporales en EU para los mexicanos es como claudicar en la demanda de regulación migratoria integral, es decir, de “la enchilada completa”, como le llamó el primer panista que llegó a Los Pinos.
“La verdad es que tenemos que ser bien sensatos y bien pragmáticos en eso”, remarcó.
Si bien no ocultó su simpatía y deseo de que este martes triunfe Hillary, Calderón es de los que temen que el republicano salga ganador gracias al efecto adverso que habría generado en los estadounidenses la promesa demócrata de ciudadanizar a millones de inmigrantes.
“Ése es el mensaje que exacerba el sentimiento de miedo que Trump está aprovechando. Y eso tiene que cambiar después de la elección”, definió.
El pronóstico del ex presidente es desalentador porque alerta que el discurso del odio ya nos cargó...
Y hay algo más grave que su advertencia: que sigamos en el pasmo, sin acuse de recibo, como en espera del próximo capítulo de una serie de Netflix.
*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.