Ya comenzó el ataque a mansalva contra Henrique Capriles Radonsky por parte de los medios de comunicación oficiales venezolanos tras su contundente victoria en las primarias del domingo. Capriles es ahora el candidato de la coalición opositora y se enfrentará a Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de octubre. Como informa el Wall Street Journal, los ataques malintencionados contra Capriles incluyen, entre otras cosas, insinuaciones de que es homosexual y un agente sionista.
Esta elección no será para nada justa. Chávez no solo controla la mayoría de los medios de comunicación venezolanos, sino que su gobierno también está aumentando drásticamente el gasto en programas sociales. Alrededor de 8,5 millones de venezolanos ya reciben algún tipo de ingreso permanente o asistencia por parte del Estado (4 millones de ellos son empleados públicos). El régimen chavista amenaza e intimida a aquellos que reciben ayuda estatal y se atreven a mostrar algún tipo de simpatía con la oposición. Por otra parte, ya que el voto en Venezuela es electrónico muchos temen -tal vez justificadamente- que sus votos no sean secretos. El gobierno alimenta tácitamente estos temores.
Eso no es todo. Chávez también controla el Consejo Nacional Electoral de Venezuela. Debido a la incapacidad de la oposición en el pasado de vigilar cada uno de los centros de votación del país, los resultados que son anunciados el día de las elecciones podrían no ser exactos. El Consejo Electoral por lo general toma mucho más tiempo del necesario para tabular los resultados de cada votación -algo inusual en un sistema electrónico- lo cual ha aumentado también la preocupación de que haya actividad fraudulenta.
Una preocupación importante es el registro electoral, según lo documentado por Gustavo Coronel en un estudio de Cato en el 2006. Coronel escribió que un análisis independiente del registro electoral contenía muchas irregularidades:
“tales como la existencia de 39.000 votantes mayores de 100 años. Esa cantidad de personas dentro de ese grupo etario equivale a la existente en Estados Unidos, donde la población es 10 veces mayor. De esas 39.000 personas, 17.000 nacieron en el siglo XIX, ¡y una tiene 175 años de edad y sigue trabajando! 19.000 votantes comparten día y año de nacimiento en el estado Zulia. Hay miles de personas que viven en la misma dirección”.
De tal forma, encima del apoyo de sus seguidores (algunos entusiastas, otros intimidados), que fluctúa alrededor del 45% de la población, Chávez también puede confiar en un margen de error -un “colchón” de fraude electoral- si no consigue los votos suficientes para su reelección. He hablado con algunos venezolanos que dicen que dicho margen puede ser tan alto como ocho puntos porcentuales. Es decir, si la elección se decide por menos que eso (y es casi un hecho que así será), Chávez puede alterar los resultados a su favor.
La oposición se ha comprometido a tener fiscales en cada uno de los centros de votación del país para observar la votación. El Consejo Nacional Electoral probablemente impedirá que vengan observadores internacionales a monitorear las elecciones. Esto crea el escenario para que la noche de la elección presidencial, tengamos resultados contradictorios de la oposición y del Consejo Nacional Electoral. Lo que sucederá después es una incógnita.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Libremente del centro de estudios públicos ElCato.org.