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Bajo ataque de hiperinformación
Viernes, Enero 13, 2012 - 16:47

Los corredores de bolsa, el personal del área de negocios así como los managers de proyectos son profesionales muy propensos a sufrir de un colapso por sobrecarga de información.

Lina fue siempre una excelente estudiante. Vivía y estudiaba en el norte de Alemania cuando un día se dio cuenta que le estaba costando más tiempo del normal terminar de leerse un artículo del máster. Al día siguiente estaba desmotivada, sin ganas de ir a clase, y cuando llegó el fin de semana sentía una angustia que la paralizó en cama sin querer irse de fiesta con los amigos. La misma Lina que solía participar en cada actividad que programaban los amigos, con notas por encima del promedio, alumna asistente y voluntaria en una ONG, se convirtió en una persona de nervios endebles que lloraba por nada, y la sola idea de tener que producir un ensayo de 10 páginas le provocaba un ataque de pánico.

Al otro lado del mundo, en Chile, Víctor hacía semanas que estaba a cargo de diseñar un muy complejo y costoso sistema gestor de contenidos cuando una tarde, mientras estaba al volante, perdió la noción de la realidad y volvió en sí por el ruido de un bocinazo, para descubrir que había llevado el auto hacia el mismo medio de un cruce de calles. A partir de entonces dejó de dormir y adelgazó. La crisis lo llevó a tener que tomar medicamentos y pedir un año de licencia laboral.

Lina y Víctor, estudiante y profesional, mujer y hombre, europea y latinoamericano, sucumbieron ambos ante la misma causa. El estrés que les ocasionó una sobrecarga de información

Qué es la sobrecarga informativa

Por supuesto, casos de personas que sufren trastornos o crisis a causa de manejar información, y sobre todo si de esta dependen decisiones fundamentales, no es ninguna novedad. Sin embargo, la irrupción de internet, en sí misma un canal multimediático, en la vida actual ha sumado un flujo denso y constante de datos, y con esto se ha despertado el interés en el tema de la sobrecarga de información, ya que su manejo se ha tornado cada vez más complicado y demandante, tanto de tiempo como de atención.

En general, las definiciones que abundan en fuentes especializadas y populares resumen que la sobrecarga informativa se refiere al manejo de varias formas de comunicación, digitales, analógicas, y también entre individuos, que juntas provocan un estado de “demasiada” información que resulta difícil de controlar, clasificar o simplemente usar para tomar una decisión.

Adriana Palacios, psicóloga social de la Universidad del Desarrollo, comenta que “hoy nuestras relaciones sociales están mediadas por el intercambio de una gran cantidad de información. Participamos de un contexto donde la info diaria es mucho mayor que la que había hace unos 40 años. Se imponen demandas al individuo, en particular, el área digital impone un bombardeo de información para el cual no todos estamos preparados”.

Palacios señala que “aunque tenemos mecanismos neurológicos o biológicos que nos defienden del estrés, tales como la memoria o la retención que son funciones cognitivas que se organizan y coordinan para evitar el impacto en el sistema. Pero no funcionan igual en todos nosotros”.

Por su parte, Susana Brugués, psicóloga especialista en neurociencias cognitivas de la Universidad de Chile, coincide con Palacios en que se trata sobre todo de cómo está equipado, o preparado, el cerebro de la persona. Para graficar su explicación, Brugués compara la mente humana con un ordenador, “el hardware es todo el cableado neuronal, las neuronas comunicándose entre sí. Desde ese punto de vista, no puedo decir que unas profesiones sean más afectadas que otras, porque depende de cómo funciona el sistema individual, un sistema cognitivo más preparado para lidiar con mayor volumen informacional no es tan vulnerable como otro que carece del mismo entrenamiento”.

Sin embargo, ambas especialistas aclaran que hay profesiones de más riesgo que otras, al imponer mayor demanda cognitiva. Por ejemplo, el personal que trabaja dentro de las áreas de negocios, o los corredores de bolsa, están sujetos a un flujo constante, de información, con el agravante de que tienen que reaccionar y tomar decisiones en un tiempo mínimo, con un impacto potencial muy grande en ocasiones.

Igualmente, las dos llaman la atención al hecho de que comúnmente se entiende por información todos los datos que nos llegan del exterior por múltiples canales. No obstante, se puede considerar como también información -con un gran peso en el balance mental y emocional de un individuo- lo que ya está actuando en el cerebro. “No siempre es la cantidad de información, son ñas relaciones sociales, las presiones, cuestiones afectivas, aspectos de contexto, tiempo y espacio que también influyen”, apunta Palacios. Mientras, Brugués precisa que “información son nuestros pensamientos y emociones, esos estímulos nos bombardean todo el tiempo y pueden llegar a saturarnos”.

Brugués indica que entre los primeros síntomas, o formas de identificar que se sufre de una sobrecarga, está la inatención, “con el sistema saturado se pierde la capacidad de focalizar de concentrarse, y esto puede llevar a tener más dificultades para memorizar o incluso acceder a información que ya estaba almacenada en el 'sistema'. Se pueden experimentar problemas de comprensión también, más el estrés que genera toda esa carga puede guiar finalmente a presentar una conducta muy desorganizada, y desmotivarnos”.

Palacios señala que reconocer los síntomas es el primer paso para solucionar el problema, “ciertos signos están pueden estar asociados al estrés laboral, cansancio, dificultades o falta de visión, olvido, angustia, pérdida del apetito y alteración del sueño.

Cómo evitar el estrés por híperinformación

Brugués sugiere que para evitar caer en un estado de sobre carga o colapso, la persona debe “discriminar y jerarquizar entre toda la información disponible. Seguidamente, debe aprender a planificar cómo, cuándo y hasta dónde va a procesar la información que ya ha clasificado como relevante. Ser flexible también ayuda mucho. Hay que comprender que no hay que procesar toda la información, y aceptar que nuestra capacidad es limitada para adecuarnos a nuestras posibilidades. El autoconocimiento ayuda mucho aquí”.

Eduardo Ferraz, consultor brasileño en gestión de personas, proporciona una visión desde una perspectiva más a desarrollar a largo plazo, relacionada al diseño de una carrera, “entre los 40 mil libros que se han catalogado en el mundo, además de las millones de páginas web entre tesis, artículos, audiovisuales, blogs y noticias, por lo cual es imposible para nadie asimilar toda la información. Por lo mismo, la persona debe profundizar en un tema específico, elegir un foco”.

Palacios suma una visión más organizacional o social, relacionada con los climas laborales y los espacios de trabajo, “hay una cultura instalándose que es la del autocuidado, para cuando aparecen esos síntomas y incluso para antes. Se recomienda crear espacios para el descanso intermedio, para que el trabajador se recupere de nuevo. De ahí las intervenciones en los climas laborales, y también en los tiempos, los horarios”.

Ahora bien, si la persona llega a colapsarse debido a la sobrecarga, Brugués acude nuevamente a la metáfora del ordenador, “¿qué hacer cuando la computadora se bloquea? Por muy sofisticada que sea, hay que reiniciarla. Por eso es mejor cambiar de la actividad más demandante a una de relajamiento total. Cambiar de ambiente en este sentido es muy importante. Dormir, quizás, al menos una siesta. Claro, hay gente que llegó al estado de falta de sueño y en este punto aún el ejercicio físico puede ayudar porque estimula una cantidad de procesos cerebrales muy efectivos”.

Además, el consultor brasileño resalta en su conclusión que “en los tiempos actuales, la humanidad es cada vez más inteligente, pero a nivel personal quedamos limitados. Cada vez es mayor el volumen de información que procesar y por eso, es recomendable la especialización. La persona debe especializarse en el área específica donde es más talentosa. Creo que ese será el tipo de profesional que abundará en el futuro. Acabó la era del generalista, aquel que sabe de todo un poco y no sabe mucho de nada”.

Autores

Jennifer P. Roig