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Cómo Amazon y Uber redefinen las relaciones laborales del siglo XXI
Miércoles, Febrero 7, 2018 - 10:00

Antes un nuevo escenario económico y, por tanto, también de un nuevo entorno laboral, ¿cuál es el alcance real de este cambio de paradigma? Académicos analizan el tema a continuación.

Los expertos hablan ya de una revolución industrial 4.0 que está cambiando el paradigma de las relaciones laborales en todo el mundo. Y el último anuncio de Amazon viene a confirmar que nos encontramos ante el inicio de un nuevo entorno de trabajo donde las reglas vienen marcadas por el uso de la tecnología.

El gigante estadounidense de la distribución ha confirmado que pondrá en marcha en España su programa ‘Amazon Flex’, que ya lleva meses funcionando en EEUU y que popularmente se conoce como el ‘Uber de la mensajería’. Esta iniciativa consiste en ofrecer a los usuarios la posibilidad de convertirse en repartidores de los productos que se venden a través de la plataforma, a cambio de un pago de 28 euros por bloques de dos horas de trabajo. En Norteamérica, por ejemplo, quienes acceden a este servicio ganan entre US$18 y US$25 por hora, teniendo en cuenta que está pensado como una actividad a tiempo parcial.

“La economía digital es disruptiva de por sí y es una realidad tan atractiva que es imparable y que se impone; el nuevo modelo de Amazon se encauza dentro de esta llamada economía colaborativa, que sustituye el modelo tradicional de activos propios por plataformas digitales”, según explica Rafael Chelala, abogado y profesor de Deusto Business School. Pero hay expertos que van más allá y hablan, incluso, de “plataformización de las relaciones laborales”.

Un nuevo término que emplea Raúl Rojas, socio del bufete Ecija, y que define el uso de los canales digitales para hacer de “enlace entre el trabajador que presta sus servicios y el destinatario final de los mismos bajo demanda”. Matiza que “estos nuevos modelos de negocio de carácter disruptivo son propios del uso generalizado de las nuevas tecnologías y del continuo proceso de transformación digital que estamos viviendo a todos los niveles en las empresas y en la sociedad en general, dando lugar a lo que muchos autores han llamado la industria 4.0”.

Por eso, considera que el caso de Amazon es sólo un ejemplo más que confirma una tendencia creciente, con ejemplos como Uber o Deliveroo, entre otras muchas plataformas colaborativas de alcance mundial.

Nuevo escenario

Todos los expertos coinciden a la hora de señalar que nos encontramos ante el inicio de un nuevo escenario económico y, por tanto, también de un nuevo entorno laboral. Pero, ¿cuál es el alcance real de este cambio de paradigma? Para el profesor de Deusto, la mayoría de estos modelos “se alejan de la relación laboral tradicional”. Su punto fuerte es la flexibilidad, permitiendo a los personas “conciliar y elegir el tiempo que se quiere trabajar”.

En la misma línea se pronuncia Ricardo Pérez, consejero delegado de Innovation Coach y profesor de Innovación digital y Sistemas de información de IE Business School. En su opinión, “estamos en un momento clave para la definición de este tipo de economía, que los americanos llaman gig economy: saltar de un trabajo a otro y no tener una relación continua con una sola empresa”.

Añade, además, que este tipo de soluciones puede ser muy positivo en un entorno de profesionales formados, con muchas alternativas de trabajo de valor añadido y buenas compensaciones, “donde trabajan para el mejor postor y se alían a quien estiman más conveniente”. Aun así, alerta de los riesgos: “Lo malo es que si nos vamos al otro extremo (empleos poco cualificados), vemos cómo este tipo de relación se puede prestar a abusos y a exceso de poder de las plataformas frente a los proveedores individuales”.

Es entonces cuando surgen y se encadenan varios interrogantes: ¿se trata de empleos donde cada profesional es su propio jefe? Entonces, ¿es un trabajador por cuenta propio o ajena? ¿cuáles son sus derechos? Y ¿quién es el responsable de la actividad de cara al consumidor? Para Rafael Chelala, hay que tener en cuenta que se parte de la “figura del trabajador autónomo”, punto que ya está regulado en los ordenamientos jurídicos, al igual que el papel de las empresas o plataformas, que “impondrán requisitos dentro del marco legal existente”.

Sin embargo, Raúl Rojas es más escéptico y considera que “el derecho va siempre por detrás de la realidad, y más aún cuando hablamos de la adaptación a los cambios tan profundos que la disrupción tecnológica está provocando en las relaciones laborales, transformando incluso el concepto clásico de trabajador independiente”. No hay más que citar, por ejemplo, los conflictos legales que afrontan compañías como Uber o Deliberoo en muchos países, entre ellos España, Reino Unido, Estados Unidos e, incluso, en Latinoamérica.

El abogado de Ecija recuerda que hay países que ya han empezado a tener en cuenta estos aspectos en su legislación, aunque “tímidamente”. Se refiere, por ejemplo, a Francia, que en su última reforma laboral reguló el derecho a la desconexión digital. Aun así, en su opinión, “estamos sólo ante los albores de la necesidad de grandes reformas normativas integrales que regulen el marco legal del trabajo en los nuevos entornos digitales”.

Para el profesor de IE Business School, será clave esperar a los fallos judiciales de procesos en marcha: “En Estados Unidos estamos en un momento crucial, a la espera de las decisiones en California y Nueva York sobre el estatus de los conductores de Uber, si son considerados empleados, puede que todo cambie para estas compañías”. Es más, esto podría suponer, según los expertos, un freno al avance de la revolución laboral digital. “Aunque sería bueno dar protección a estas nuevas formas de trabajo, es importante no olvidar la igualdad de las partes: no es lo mismo un modelo económico colaborativo donde las partes son iguales, que una plataforma que por medio de tecnología dicta las reglas que deben seguir sus proveedores en todo momento, el precio o lo que deben hacer. A eso, yo le llamo un empleador”, asegura Ricardo Pérez.

Empresas y trabajadores del siglo XXI

Independientemente de lo que decidan los tribunales, Rául Rojas considera que “el marco legal no regula suficientemente las nuevas figuras del trabajador en entornos digitales”. Como ejemplo, en España sólo existe un precepto jurídico que regule la figura del teletrabajo, “y lo hace de modo muy generalista”, mientras que no hay referencia a jornadas flexibles cuando se trata de una demanda que cambia mucho, con importantes picos de actividad, o a temas como el derecho de los empleados a la desconexión digital.

Pero más allá de las reformas legislativas que adopte cada Gobierno, todos los expertos coinciden en que los entornos de trabajo están cambiando rápidamente. “Antes, se iba a las oficinas y se imponía un horario porque los medios para trabajar estaban allí. Esto ha cambiado y cada vez se permite más flexibilidad con una exigencia presencial cuando realmente es necesaria”, explica Chelala, de Deusto Business School.

En su opinión, “se impone la producción frente al horario”, y es un reto que las compañías están afrontando. Por ejemplo, gracias a estas plataformas, por ejemplo, se está facilitando el acceso laboral en sus horas libres a los estudiantes, sin olvidar transformaciones más profundas, como nuevas medidas de conciliación e incluso, de impacto ecológico de las actividades empresariales.

Raúl Rojas es de la misma opinión: “La necesidad tradicional de mano de obra a cambio de una jornada estanca y un salario fijo, con independencia de la necesidad real o de la propia aportación del trabajador, está cambiando”. De alguna forma, la tecnología permite que una empresa cubra las necesidades cuando éstas se producen y, al tiempo, un profesional puede aportar su experiencia a varias compañías en función de su disponibilidad.

Pero adaptarse a este modelo no sólo supone un reto para las compañías, sino también para los propios trabajadores. “Para los nativos digitales esto no supondrá un problema, pero los profesionales de corte más tradicional deberán actualizarse”, apunta el abogado de Ecija, que concluye rotundo: “Los trabajadores que no se adapten rápidamente a estos cambios se quedarán obsoletos y sin posibilidad de satisfacer las nuevas demandas que exige el mercado laboral del siglo XXI”.

Ricardo Pérez, de IE Business School, ofrece la clave para sobrevivir en este entorno mucho más competitivo. “Si vamos a una economía con más autónomos, lo que toca es buscar alta calificación en campos de valor añadido, especializándose en algo que las empresas puedan necesitar”, pero, al mismo tiempo, que esa experiencia sirva para diferentes compañías en lugar de para una sola. En su opinión, el futuro laboral de la economía colaborativa no está en repartir paquetes, pero sí en “trabajar con números, ideas, software o soluciones tecnológicas”.

El profesor de Deusto Business School considera que la parte positiva está en que “estas plataformas abren el abanico de oportunidades de conseguir un trabajo”, y si bien el mercado será más competitivo, también considera que será más estable. Además, para atraer talento, las propias compañías “deberán hacer atractivas sus propuestas de cara a las ofertas de la competencia”. En su opinión, la flexibilidad y las condiciones económicas serán las variables que más tendrán en cuenta los trabajadores a la hora de decantarse por un proyecto u otro. Aun así, es difícil saber hasta dónde llegarán los cambios, porque esto es sólo el principio. Tal y como dice Chelala, “¡todavía estamos en la prehistoria de esta revolución!”

Universia Knoledge@ Wharton

FOTO: UNSPLASH.COM

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