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Esta es la historia del convertible más rápido de Ferrari
Lunes, Marzo 20, 2017 - 08:49

El fabricante vuelve a presentar su vehículo más poderoso. La segunda versión del híbrido es descapotable y más aerodinámica.

En mayo de 2013, Ferrari presentó en su museo dos de los nueve conceptos en los que venía trabajando: Tensostruttura y Manta. Ambos formaban parte del mismo proyecto, F150. Dos años de pruebas en el túnel de aire y de fino cuidado en cada detalle tuvieron que pasar para que el Salón de Ginebra se convirtiera en el escenario en el que se daría a conocer el fruto de tanto esfuerzo: LaFerrari.
 
El vehículo se convertiría en el heredero de íconos del cavallino rampante, como el 288 GTO, el F40, el F50 y, más recientemente, el FXX (que no es de calle) y el Enzo. Al igual que con este último, los ingenieros detrás de LaFerrari buscaron la asesoría de los pilotos de Fórmula 1 (F1) legendarios de la marca. Michael Schumacher participó en el desarrollo del Enzo y Fernando Alonso y Felipe Massa en el del nuevo modelo. En ambos casos, el objetivo no era otro que traer la tecnología de las pistas a las carreteras.
 
La diferencia con referencias anteriores es abismal, y eso lo constata su nombre, que en español se traduce como El Ferrari, un guiño que intenta decir que se trata del auto definitivo. Como expresó Luca di Montezemolo, presidente de la marca, durante su presentación en sociedad: “LaFerrari concentra toda nuestra experiencia acumulada en estos últimos años en la Fórmula 1 y es el mejor exponente de nuestra ingeniería inigualable y avanzada, y experiencia en diseño como compañía”.
 
Por donde se vea, es un vehículo histórico. No sólo es el primer híbrido que construye Ferrari en 70 años, también es el más veloz que ha hecho. De eso se encarga el sistema Hy-Kers, importado de la F1, con motor V12 heredado del Enzo, que, renovado con tecnología atmosférica, otorga 800 caballos de fuerza. Si además se suma el poder del motor eléctrico de 120 kilovatios, llega hasta los 963 caballos, una cifra que le permite alcanzar sin dificultad los 350 km/h.
 
Si bien los ingenieros recomiendan no usarlo en modo eléctrico únicamente, pues no cuenta con suficiente autonomía, el superdeportivo sigue siendo amigable con el medioambiente. Genera 330 g/km de CO2, 50 % menos que su predecesor. Otro aspecto que le ayuda a ganar velocidad, además de ser un sello de la marca, es su diseño exterior. El monocasco que sirve de chasis fue construido con cuatro tipos de fibra de carbono diferentes, en la fábrica de Maranello, convirtiéndolo en el primer Ferrari que no cuenta con diseño Pininfarina desde 1973. Su peso, apenas 1.100 kg.
 
En su interior no sólo llama la atención la caja de siete marchas y doble embrague, controlada desde el timón. También el hecho de que, como en los F1, el asiento se haga a la medida del conductor y esté empotrado en el habitáculo. Esta característica obliga a que sean el volante y los pedales los que tengan que ajustarse eléctricamente al piloto. De LaFerrari sólo se fabricaron 499 unidades, que no tardaron en agotarse.
 
Por fortuna para los amantes de la marca, sus 70 años los celebra con una nueva versión de LaFerrari, el Aperta, del que se fabricarán 209 unidades. El nombre sorprende, ya que por norma general las versiones convertibles de los Ferrari suelen llamarse Spider, pero, nuevamente, se trata de un auto especial. Tanto que fue presentado dos veces. Primero en el Salón del Automóvil de París del año pasado y luego en el Salón de Ginebra, hace unas semanas.
 
Haberlo hecho descapotable tiene su mérito. Teniendo en cuenta que las líneas de fuerza de un cupé, las que le dan sus características aerodinámicas y le permiten superar los 350 km/h, están en el techo, la falta del mismo suponía un problema. La solución de los ingenieros italianos fue cambiar el ángulo de apertura de las puertas (ya no abren hacia arriba) y reforzar las líneas de los laterales inferiores, permitiendo que el vehículo mantuviera las cifras originales y se convirtiera en el convertible más rápido de la historia.

Autores

El Espectador