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Lama tibetano Chetsang Rinpoch: "la mente es la fuente de toda felicidad y de todo sufrimiento"
Miércoles, Junio 3, 2015 - 08:25

Este hombre, considerado una emanación del buda de la compasión, reveló ciertas claves y puntos principales de las enseñanzas budistas.

Hacer acciones positivas, evitar dañar a otros y entrenar nuestras mentes son los tres puntos principales de las enseñanzas budistas, en las que se enfatiza en alejarse del sufrimiento y practicar la bondad como camino para alcanzar la felicidad.

El lama tibetano Chetsang Rinpoche, considerado una emanación del buda de la compasión, conversó con Prensa Libre durante la visita que hizo a Guatemala.

- ¿Cuál es el papel del ser humano en el universo, según la filosofía budista?

- Los seres humanos, generación tras generación, trabajan arduamente para buscar la felicidad. El ser humano es el animal con el cerebro más desarrollado y es nuestro compromiso utilizar estas capacidades superiores para beneficiar a otros. En el budismo creemos que debemos trabajar arduamente por las personas que nos rodean para mejorar las condiciones de nuestra sociedad.

Un gran maestro budista del pasado decía que si nosotros trabajamos únicamente para nuestro propio bienestar, seríamos como cerditos sin cabeza, puesto que parte de los valores humanos es amar a otros, respetar a otros y cuidar de otros.


- ¿Cuáles son las principales enseñanzas del budismo?

- Las enseñanzas de Buda se sintetizan en tres: hacer actos positivos, evitar dañar a otros y entrenar nuestras mentes. Todos los actos negativos o positivos que realicemos van a depender de qué mente tengamos. En el budismo se habla de muchas enseñanzas, órdenes y escuelas; suena como si fuera complicado, pero todo se resume en estos tres aspectos.

- Entonces nuestra mente y pensamientos negativos tienen consecuencias...

- Buda nos enseña que debemos evitar acumular karma negativo y emociones dañinas. Según la enseñanza budista, los problemas, dificultades o tragedias son el resultado de actos que hemos realizado en el pasado. Si en la familia tenemos bienestar o abundancia, es el efecto de buenas acciones que hicimos en el pasado.

- Vivimos en una sociedad materialista, ¿cómo podemos alejarnos del apego a las cosas para concentrarnos en nuestro interior?

- Necesitamos cosas materiales para sobrevivir y satisfacer las necesidades, pero como usted bien lo dice, el problema no es lo material sino el apego. Para la tradición budista cuando tenemos apego sufrimos. Si queremos cultivar el desapego tenemos que comprender que todo es impermanente. Cuando acumulamos, eventualmente gastamos; cuando construimos, eventualmente las cosas se derrumban; cuando se reúnen las personas, eventualmente se separan. Si comprendemos que todo es impermanente, nos damos cuenta de que apegarnos a estos elementos trae sufrimiento.

- ¿Qué es el concepto de la impermanencia?

- No es suficiente comprender la impermanencia de manera intelectual, porque estamos conscientes de que todo cambia; por ejemplo, los ríos y los bosques. No vemos que estos elementos persistan indefinidamente. Aquel que comprende la impermanencia acepta que es la naturaleza de la realidad y vive feliz. La erradicación del sufrimiento es la meta principal de las enseñanzas budistas.

En nuestros centros de meditación tenemos retiros de tres años que comienzan con las prácticas preliminares: primero apreciamos la vida, luego reflexionamos sobre la mente y la impermanencia, y después sobre los tipos de sufrimiento.

- ¿Cómo transformar cualquier dificultad en felicidad y cómo ayuda la meditación?

- La mente es la fuente de toda felicidad y de todo sufrimiento. Lo que tenemos que hacer en la meditación es entrenar a la mente en la bondad amorosa y en la compasión, las dos cualidades mentales más importantes. Si cultivamos estos estados, nuestra familia estará contenta, y cuando esto pasa, contribuimos con la armonía de la sociedad.

En nuestros retiros de un mes meditamos en la bondad amorosa, nos sentamos en la postura de meditación, con el cuerpo erguido, sonreímos y generamos ese sentimiento, como el que nace en una madre que acaba de dar a luz y contempla la sonrisa de su recién nacido o cuando el niño dice ‘mamá’ por primera vez.

Una vez reconocido ese sentimiento lo cultivamos gradualmente de la manera más pura posible con un ser querido, para que sea feliz. Luego se extiende a la familia, a otras personas, a la sociedad y al país. Es como cuando se tira una piedra a una laguna y los anillos de las olas se propagan.

Si cultivamos la bondad amorosa, las personas se llevan bien con nosotros porque fomentamos un ambiente de felicidad.

- ¿Por qué le tememos a la muerte y cómo comprender que es solo una transición?

- El gran yogui del Tíbet Milarepa dice que es irónico que nosotros le tengamos pavor a un cadáver cuando, en realidad, este está presente con nosotros en nuestro cuerpo. Un cadáver es un cuerpo compuesto de los cuatro elementos, como todo en la Tierra —agua, tierra, aire y fuego—. La conciencia es la mente. En el momento en que al fenómeno se le acaba su energía, colapsa y da lugar a nuevos fenómenos.

Cuando morimos, la conciencia no muere, sino trasciende, según el tipo de pensamiento que registramos. Si en el momento de la muerte tenemos enojo o aversión, nos vamos a ir a los infiernos; si son pensamientos positivos y estos están combinados con plegarias de aspiración, podemos ir a un mejor renacimiento, incluso, celestial.

Después de la muerte pueden pasar hasta 49 días en lo que aflora el karma del individuo para renacer. Durante ese estado intermedio, al que llamamos bardo, la persona puede realizar prácticas de estados profundos de conciencia, para evitar tener renacimientos desafortunados o, incluso, alcanzar la iluminación.

Autores

Prensa Libre / LifeStyle