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Medicina personalizada
Martes, Diciembre 19, 2017 - 07:00

Las técnicas derivadas del estudio de la genética de cada persona pueden orientar al clínico en muchos sentidos.

Estoy regresando de Edimburgo, donde tuve la oportunidad de participar en la reunión de bioética organizada por el Instituto Mason para la medicina, ciencias de la vida y derecho; en la que, además de presentar mi punto de vista respecto de la carencia de legislación específica en reproducción asistida en México, tuve la enorme oportunidad de escuchar las ponencias de bioeticistas del norte de Reino Unido, todas especialmente brillantes.

Quiero comentar un par de conceptos del trabajo de las doctoras Sarah Chan y Sonja Erikainen, que hacen un análisis de los términos que se emplean actualmente para denominar el asunto de la medicina orientada por la genómica.

Las técnicas derivadas del estudio de la genética de cada persona pueden orientar al clínico en muchos sentidos, por ejemplo, habrá que cuidar a una persona en concreto por su tendencia heredada hacia algunos tumores malignos o al desarrollo de enfermedades degenerativas; pero la información ahora resulta valiosa para determinar la sensibilidad hacia los fármacos, incluso para determinar las dosis adecuadas de los medicamentos en un paciente específico.

Esta nueva cara de la medicina no tiene un nombre oficial universal, por lo que se han propuesto diversas maneras de llamarla.

La primera, que parece una de las mejores, es “medicina personalizada”, pero contiene el enorme riesgo, dicen ambas expertas, de que la percepción pública, así como la de los políticos, se relacione con un asunto que atañe a las personas y el Estado quede entonces relegado de la responsabilidad de sufragar los gastos derivados de la misma, inclusive en países del viejo continente.

En un ambiente como el de México, en el que el gobierno está tendiendo a deslindarse de la responsabilidad de la salud de los individuos, sería todavía más peligroso; entonces propongo que no utilicemos ese término.

Otra denominación que ha recibido es el de “medicina estratificada”, porque se podría iniciar algún tipo de clasificación de las tendencias genéticas que permitieran articular políticas de cuidados orientadas dependiendo del grupo en el que cayera cada individuo, lo cual tiene sentido práctico y conceptual.

El riesgo de ese otro nombre radica en que parece relacionado con un asunto de discriminación, al que seguramente apuntarían de entrada los defensores de derechos humanos.

Recientemente, también se ha intentado introducir el término de medicina de precisión, que no se ajusta al concepto original. La medicina, por definición, no es precisa, ni puede ser como un cálculo estructural.

Frente al panorama descrito, debemos actuar, los profesionales de la medicina y la clase intelectual del país, hablando de México, con mucha cautela para no caer en la trampa de facilitarle al Estado su deslinde respecto de la responsabilidad sanitaria.

Entiendo que será un reto financiar esta nueva medicina, pero contemplando el asunto de otra manera también nos permitirá prevenir padecimientos que podrían resultar muy costosos.

Autores

Raymundo Canales de la Fuente / Excélsior