Lograr una cobertura universal de salud de calidad es uno de los objetivos que parecen inalcanzables para algunos sistemas de salud públicos. Para Ruelas, ex secretario del Consejo de Salubridad General de y director del Instituto Internacional de Futuros de la Salud, para lograrlo no basta con aumentar el presupuesto, sino que implica un cambio de paradigna de la salud en la región.
La universalidad del acceso a la salud y una calidad óptima del servicio son las máximas que persigue la mayoría de los sistemas públicos latinoamericanos. Lograrlo no es una tarea fácil. Se requiere de financiamiento, capacidad de gestión y un cambio radical de la visión de la salud, virtudes que muchos sistemas de salud de la región carecen.
Sobre estos grandes retos, AméricaEconomía conversó con Enrique Ruelas, presidente y director del Instituto Internacional de Futuros de la Salud (IIFS). Ruelas tiene vasta experiencia en el sector de salud. Ha sido secretario del Consejo de Salubridad General de México, cargo que ocupó durante la pandemia de influenza AH1N1; subsecretario de Innovación y Calidad en la Secretaría de Salud Federal de México, desde donde implementó la primera estrategia nacional para mejorar la calidad de la atención a la salud. Adicionalmente, es fundador y presidente de la primera firma consultora en mejora de la calidad de la atención médica en América Latina, Qualimed.
“Si en los países no se incrementa el porcentaje del gasto público en salud, el acceso de la población a los servicios va a ser muy limitado. Por otra parte, hay que hablar de acceso a atención de buena calidad que es otro de los temas fundamentales. Una cosa es hablar de universalizar y otra es universalizar buenos servicios que realmente cumplan con el objetivo de dar una atención efectiva, oportuna, equitativa y segura. Los países de América Latina viven estos dos desafíos cuando se habla de universalizar. Uno es presupuestal y otro es de calidad de los servicios”, afirma Ruelas Barajas.
No obstante, el doctor destaca que en la región hay países que han logrado avances significativos, como Colombia y Chile, ya que destinan entre el 9% y el 11% de su PIB a salud, una cifra cercana al promedio de los países miembros de la OCDE. Sin embargo, muchos países de América Latina aún tienen dificultades para alcanzar estos niveles debido a la falta de recursos.
En ese sentido, uno de los grandes desafíos está en el primer nivel de atención de salud en la mayor parte de la región. “El talón de Aquiles de nuestro sistema de salud está en la atención primaria. Ahí tenemos un problema grave por la combinación -nuevamente- de falta de presupuesto con falta de capacidad gerencial y falta de calidad”, afirma.
Para Ruelas la falta de presupuesto en este nivel de atención se da porque otros rubros, como la curación de enfermedades, absorben la mayor parte del dinero disponible. “Por otro lado, los profesionales tampoco son los mejores formados porque la mayoría de médicos y enfermeras, quieren trabajar en hospitales o quieren ser especialistas. Se requiere una estrategia de largo plazo, pero muy constante, para ir fortaleciendo la atención primaria, que tendría que pasar también por una reconceptualización de la salud porque siempre se la ve como lo opuesto a la enfermedad. Rara vez se ve a la salud como un sustantivo per se. ¿Qué tenemos que hacer para crear salud o para que la gente no se enferme, sino que viva sana”, dice.
Eso sí, Ruelas afirma que más recursos financieros no suponen la resolución del problema. “No es posible pensar que un incremento en el presupuesto va a llevar en automático a mejores condiciones de salud. Tampoco es posible querer mejorar la calidad si no se sabe cómo hacerlo. El desafío gerencial en la región es enorme. ¿Qué hacer? Para empezar, una política que exija que ciertos niveles de dirección deberían estar en manos de gente que se ha profesionalizado en el tema de gestión. Eso no quiere decir que no puede haber médicos en esos cargos, sino que ese personal se forme en la gestión de salud. Esto debe ir de la mano de una oferta educativa, no tienen que ser maestrías o doctorados, sino cursos cortos, bien fundamentados y dirigidos que permitan desarrollar las competencias necesarias para manejar bien los recursos financieros, orientar mejor los recursos humanos, manejar los recursos físicos. Sin eso, nuestros sistemas de salud difícilmente van a prosperar, así se les incrementa el presupuesto, lo que va a aumentar, el desperdicio”, explica Enrique Ruelas
Cultura de prevención
En cuanto a la prevención, Ruelas señala que es necesario un cambio de paradigma. Los sistemas de salud en América Latina siguen centrados en la atención a la enfermedad, cuando la clave para mejorar el bienestar colectivo radica en la prevención, e incluso más atrás. "Tenemos que ser muy disruptivos y darnos el tiempo suficiente para empezar a desarrollar ideas verdaderamente innovadoras que vayan incluso más atrás de la prevención, que vayan hacia la creación de salud. Es hacia donde se está moviendo, por ejemplo, en Inglaterra la tendencia es que la salud se crea en el hogar, no en los hospitales. Esto no es sencillo. ¿Cómo podemos mandar al 95% de médicos generales o enfermeras, cuya formación está orientada a diagnosticar y a curar, a hacer prevención? Seguimos pensando que el sistema de salud llega hasta la curación más sofisticada y no a la prevención. Y si se decide, ¿con qué recursos o presupuestos?”, cuestiona
Según el especialista mexicano, impulsar la cultura de prevención va a requerir no solo recursos, sino también nuevos tipos de profesionales como antropólogos, nutriólogos y sociólogos.
Asimismo, lograr extender esta visión ayudaría a tener una mejor reacción ante eventuales pandemias. Y es que la del Covid-19 visibilizó más la precaria situación de los sistemas públicos de salud. Pese a este trágico episodio, Ruelas considera que la lección no ha sido aprendida.
“Durante la pandemia se habló mucho de la resiliencia de los sistemas de salud, pero poco se ha hecho para fortalecerla. En cualquier momento volvemos a tener otra pandemia y la situación no ha cambiado. No veo muchas manifestaciones de estrategias para hacer los sistemas más resilientes. Volvimos a la inercia de siempre, Nos asustamos y dijimos que había que ser resilientes, pero la única lección que nos dejó esto es que tenemos que estar mejor preparados”, concluye Enrique Ruelas.