Trini Ried publicó el libro, de Ediciones B, que lleva precisamente el nombre de esta hierba, llamada de acero. En sus páginas, propone que los hombres y mujeres tengan “raíces tan profundas que nos permitan enfrentar la vida con fortaleza y flexibilidad". La autora, casada y madre de seis hijos, remarca que en el texto muestra simplemente el camino que recorrió para repararse. “Y si le sirve a alguien bienvenido sea”.
Autora de La filosofía del bambú habla del método que la ayudó a sanar
Viernes, Agosto 12, 2016 - 12:50
Hace dos años, Trini Ried (46) se trasladó a vivir a Indonesia con su familia. Durante los cuatro meses que permaneció en esa nación del sudeste asiático quedó maravillada con los bambúes por su belleza, firmeza y también flexibilidad. Estas hierbas, llamadas de acero, en solo seis semanas crecen hasta 30 metros, son muy resistentes y en ese país se utilizan para construir edificios. Junto con soportar un gran peso sin quebrarse, en su raíz están todos unidos, porque en definitiva son una misma planta.
Esta especie vegetal hacía rato ya que se le había instalado en la mente y el corazón a esta periodista de la Universidad Católica. En 2010, durante una estada en Michigan, Estados Unidos, con su esposo dentista y sus seis hijos, entre 23 y 7 años, comenzó a darle forma al libro que precisamente lleva por nombre “La filosofía del bambú”, de Ediciones B.
A lo largo de 317 páginas, la autora, oriunda de Colina, plasma su forma de ver la vida; desarrolla la filosofía que le cambió el prisma de la existencia, habla de la pedagogía de los vínculos y hace una propuesta: que seamos precisamente como bambúes humanos. Es decir, que logremos pararnos como “hombres y mujeres con raíces tan profundas que nos permitan enfrentar la vida con fortaleza y flexibilidad; que tengamos la capacidad de construir un mundo interno que le dé sentido y trascendencia a los estímulos externos; que seamos versátiles frente a los cambios; que crezcamos rápido –como exige el mundo actual-, pero con una base firme y una estructura sólida; que cultivemos y mantengamos un contacto profundo con el que nos regala la vida; que podamos vincularnos con los demás en comunidad; que podamos vivir desde el ser y no el poseer, ni aparentar poseer; aspirar a lo más alto que podamos llegar de acuerdo a lo que somos y promover que otros logren lo mismo”.
Caminos de autosanación
El transitar de esta mujer de grandes ojos celestes no ha sido fácil. Desde muy niña debió aprender a “reparar vínculos”, confiesa. Cuando era adolescente se dio cuenta de que la vida era algo más que sacarse buenas notas en el colegio y ser una profesional exitosa. Ya se estaba pavimentando la ruta de autosanación por la que caminaría más tarde.
Uno de los grandes golpes lo tuvo cuando dio a luz a su primer hijo, Andrés, que al momento de nacer sufrió un infarto cerebral. Con su marido sacaron adelante al niño “con mucho amor”, cuenta la autora. En la actualidad el joven estudia tercer año de Historia y da charlas motivaciones sobre su discapacidad.
Al egresar de la universidad, Trini Ried trabajó en televisión y prensa escrita. En 1996 fundó, junto a su familia, el Colegio Santa Cruz de Chicureo. Ha publicado más de 45 libros, entre ellos “Peces contra corriente”, la novela “Una nueva sabia” y las colecciones “Los cuentos de la Trini, para ser mejores”, “Cuentos para todos”, la segunda parte de “Los cuentos para ser mejores” y las series “Trinuka” y “Aki”.
Es además presidenta de la Fundación Educacional Instituto HighScope Chile desde 2009 y lidera la Fundación Vínculo, que promueve las orientaciones de la filosofía que promueve.
Ruido interno
- ¿Cómo llegaste a la filosofía del bambú?
- Yo era bien matea en el colegio. Un día, cuando tenía 15 años, llegué a la casa con la libreta de notas y no había nadie que mirara (sus calificaciones). Pensé que por ahí no iba la vida, porque lo importante es que vinimos al mundo a amar y ser amados. En ese momento comencé a tomar conciencia de que había algo que hacer y que no estábamos realizando. Cuando ingresé a la universidad, el primer trabajo que me dieron fue escribir una autobiografía. Redacté una metáfora que se transformó en mi primer libro: “Peces contracorriente”. Desde ese momento mi búsqueda de trascendencia no paró nunca más.
- ¿A quiénes está dirigido el libro?
- Mi interés es súper profundo y se relaciona con entregar ayuda y orientación a las personas que hoy tienen una vida que no las satisface; a aquellos que no quieren irse al Valle de Elqui o escapar de la existencia que tienen. Lo que busca este libro es que la gente que vive “con ruido” encuentre respuestas. Simplemente muestro el camino que yo recorrí para sanar. Y si le sirve a alguien bienvenido sea. En la tercera parte del texto detallo el método que se debe seguir, porque se debe reaprender lo que se nos olvidó: a ser personas.
- ¿Qué se requiere para iniciar este camino?, porque mirarse es siempre doloroso.
- Se requiere la voluntad de embarcarse, de estar dispuesto a meterse en el desierto. En ese lugar habrá llantos, soledad, días de sol, de lluvia, todo lo que implica un desierto. Y por ello recomiendo no internarse solo; se debe entrar acompañado de alguien que vaya un poquito más adelante, que te contenga cuando sientas frío, que sea más sabio. Lo otro que sugiero es que se debe tener la certeza de que se sale de allí. Te vas a meter en algo que no te resultará grato, pero cuando salgas tendrás la certeza de que fue lo mejor que te sucedió en la vida. De ahí viene entonces esta filosofía del bambú: la persona se va reconstruyendo a sí misma y nunca llega al mismo lugar. Es como decir: ‘mira, te voy a invitar a hacer un viaje que es complejo, que requiere tiempo’. El único requisito que se pide entonces es el interés de ser mejor persona.
Remarca: “El gran ejercicio de este libro es decir detente, empieza a vivir y no solo a sobrevivir; se invita a que la contemplación sea activa. No se trata de un recetario, porque se deja la puerta abierta a los distintos tipos de vida e historias”.
- ¿Cómo se aplica en la práctica esta filosofía?
- Primero se debe leer el marco teórico y luego buscar a alguien que pueda ser acompañante de este camino que se está haciendo. Esta persona es clave, porque te conoce con tus luces y sombras. El libro está pedagógicamente escrito, es fácil de seguir, y está enmarcado en el impulso que le estamos dando a la Fundación Vínculo. Este movimiento es contrario al terrorismo, es puro amorismo.
- ¿Sientes que tienes una misión?
- Tengo clara conciencia de que estar al servicio es una misión de vida. Las penas y fragilidades que he sufrido en mi vida se alinearon para que pudiera dar forma a esta obra.
La experiencia del colegio
- ¿Cómo se plasma esta experiencia de la pedagogía de los vínculos en el Colegio Santa Cruz de Chicureo?
- En la forma de relacionarnos como comunidad, en la manera como se vinculan los docentes con los alumnos. En el colegio estudian 1.200 escolares desde la Sala Cuna hasta cuarto medio. Los formamos como personas. Eso implica abrirles la mente, ensancharles el corazón a los profesores para que se preocupen de los estudiantes y los potencien. Cuando entras al colegio percibes inmediatamente una atmósfera distinta: es como si ingresaras a una casa.
- ¿Qué características tienen los alumnos que salen de este colegio?
- Algunos alumnos de la primera generación se titulan este año. Hemos identificado algunas características que se han transformado en su sello: desarrollo de una vida espiritual, la felicidad del bienestar, habilidades comunicacionales, autogestión.
- ¿Cómo evalúas la enseñanza que se imparte en la actualidad en los colegios?
- Veo un escenario súper complejo, pero también una tremenda oportunidad. Los objetivos que se plantean en la reforma educacional son súper buenos, pero la brecha entre lo que está escrito (en el proyecto) y lo que se está estudiando es un abismo. Están tan presionados los profesores, entonces cómo se van a preocupar de los alumnos como personas si se encuentran con la soga al cuello
Y agrega que si tuviera a cargo del tema, invertiría “todos los recursos en formar y acompañar mucho más de cerca a los profesores como persona, antes de ponerles tantos recursos en tecnología y capacitaciones”.
- Hay movimientos que plantean eliminar las tareas escolares o las pruebas Simce. ¿Qué opina de esto?
- Las tareas o el Simce no son buenas ni malas siempre que estén al servicio de esa persona que es el alumno. Si son tareas que buscan llenar la tarde de los niños y no les permiten jugar significa que no se están adoptando las decisiones adecuadas.