El Mundial de Brasil marca el comienzo de un nuevo paradigma en las transmisiones de un evento deportivo. Un evento donde el procesamiento y distribución de las imágenes superan todo lo conocido. Los puristas están preocupados.
El argentino Ángel Cappa observa concentrado el desarrollo del partido que disputan Bélgica y Argelia. Es el sexto día del Mundial de Brasil 2014 y, como ex jugador y entrenador, es requerido por un periodista peruano que lo reconoce como una fuente entendida, luego de haber dirigido durante unos años a equipos peruanos.
Ni el periodista ni Cappa reparan, o les interesa, que el televisor en el que analizan el desempeño de Bélgica -el equipo en el que están colocadas las apuestas de “gran sorpresa” en este Mundial- es de apenas 42 pulgadas. Veinte metros más atrás, en la misma inmensa sala que abre el International Broadcasting Center (IBC) de la FIFA, hay otro televisor de más del doble de ese tamaño, solitario, frente a un único telespectador.
Se trata de un televisor en Ultra HD de 8K que corre por cuenta de la Japan Broadcasting Corporation (NHK).
La forma más simple de definir la experiencia de ver 8K es compararla con la hiperrealidad. Es acceder a una resolución de 7.680 × 4.320 pixeles, cuatro veces superior al 4K que para América Latina resulta aún lejano para su uso comercial. Es acceder a un paisaje nítido, la visión impoluta, la realidad aumentada por encima de las capacidades normales de nuestra percepción.
La prueba de los japoneses es parte de las sorpresas de esta ciudadela enclavada en el barrio de Camorim, a pasos de la Rua Olof Palme, bautizada así en honor al primer ministro sueco. Moros y cristianos, negros y blancos, hombres y mujeres se encuentran aquí tal como había soñado el líder socialdemócrata asesinado, en torno a un deporte de masas que a ratos difunde valores edificantes.
Es lo que cree Alicja Fualkowska, Information Officer de la Host Broadcast Services (HBS), compañía con sede en Suiza que se ha convertido en mano derecha de FIFA para sacar adelante la producción de la Copa del Mundo. Cuenta Fualkowska que la HBS debutó en Francia, en 2002. “Estuve trabajando en la Copa UEFA; luego de eso seguí ligada a la compañía y acá estoy”, señala con su sonrisa polaca. “Me gusta trabajar de este modo, donde hacemos carrera a través de los grandes eventos deportivos que hay en el mundo”.
Con familia en Argentina y un pregrado en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Varsovia, Fualkowska entrega con impresionante habilidad diversos datos que grafican el tamaño inaprensible del modelo de televisión masiva centralizada en el IBC. Se trata de un molde ya probado en Brasil durante la Copa Confederaciones de 2013, y a ser replicado en los Juegos Olímpicos de 2016.
Para asirlo, hay que pensar en los desafíos técnicos y humanos que hay detrás de los 480 kilómetros de tallarines plateados que conectan desde los focos del baño de hombres del IBC, hasta el servidor FIFA Max, donde se procesarán 70.000 horas de video, más del doble de lo realizado en Sudáfrica 2010. Las imágenes son procesadas en clips en el Production Center y luego estandarizadas y mejoradas en el Quality Control Room. El sistema incluye también los 6.000 m2 de la granja donde 50 antenas satelitales reciben las señales desde los 10 estadios-sede, las procesan y las dejan a disposición de 161 concesionarios de televisión y 340 de audio en el mundo. Y lo completan 570 unidades de aire acondicionado, 145 paneles eléctricos, 9.278 cables de detección de incendio. Fualkowska recita estas cifras sin asomo de duda.
360 grados
Para el brasileño José Ricardo Rocha “no existe nada igual al Mundial”. Y no lo asevera como hincha sino como vicepresidente de Programación de DirecTV, compañía que se convirtió en partner de transmisiones de FIFA para América Latina y EE.UU.
Aprovechando su participación en la propiedad del canal Torneos y Competencias (TyC) de Argentina, DirecTV tenía todo para hacer una transmisión sin precedentes del Mundial. Pero había temores y uno de ellos era streaming, tecnología creada para optimizar la descarga y reproducción de archivos de video y de audio a través de internet. “No estaba tan desarrollada en Sudáfrica 2010”, señala Rocha. “Así que este año ha sido el momento de ponerla en práctica a gran capacidad. Para el partido inaugural del Mundial tuvimos a través de DirecTV más de 100.000 personas a la vez mirando el encuentro, y por suerte no hubo ningún problema”.
Para DirecTV la estabilidad del servicio de streaming era clave. Las fichas estaban puestas en una aplicación capaz de reproducir sensación de ubicuidad y de 360 grados propia de los juegos computacionales, incluyendo el placer de apretar botones y funciones y activar cámaras que penetran de modo insólito en el desarrollo del juego.
El resultado pudo verse en su máxima expresión en tablets y smartphones, a través de los cuales la experiencia de ver un partido cambia por completo. ¿Fue penal? ¿Estaba off-side el delantero? En el partido entre Argentina y Bosnia, los suscriptores de DirecTV en Brasil tuvieron la opción de ver el gol de Lionel Messi casi en paralelo al juego, y a través de 17 cámaras.
Pero la principal amenaza es innombrable. Como si el silencio fuera la mejor cábala para alejar el peligro, en el IBC la organización Anonymous no se menciona. El 11 de junio, prácticamente un mes antes del inicio del Mundial, los ciberactivistas lanzaron la campaña #OpHackingCup, un estreno que de inmediato se ufanó de todo su poderío al botar nueve sitios web del gobierno brasileño, todos relacionados con la organización de la Copa del Mundo.
Se llegó a pensar en un efecto dominó que llevaría la peste hacker hasta los sitios web de los principales patrocinadores de la cita mundial: Adidas, Budweiser, Coca-Cola, McDonalds, Sony y Visa. Pero nada, finalmente, y para alivio de estas compañías, de eso ocurrió.
¿Debemos entender el cese de la batalla como una estrategia de Anonymous? No lo sabremos hasta que el Mundial avance en sus fases finales, cuando el botín sea grande y tentador. Por ahora HBS sigue blindando el servidor estrella, el FIFA Max, y las estaciones de televisión que se alimentan de éste, como IBA Israel, Caracol TV, RTR Rusia, RPP Perú o Azteca TV. Todas rezan para alejar la maldición. El cómo lo han logrado es un secreto de Estado.
No morirá el fútbol
Ya nos vamos acostumbrando a ver cenar a amantes atomizados, cada uno más concentrado en su timeline de Twitter que en otra cosa. Del mismo modo, la televisión 4K y 8K, el auge de las redes sociales y el desarrollo de aplicaciones complementarias podrían conformar un cóctel que mute lo esencial de la experiencia de asistir al campo deportivo. El periodista español Matías Sánchez -compañero del conductor argentino Pablo Giralt en el programa televisivo Mundial Total- está curado de espanto, ya que le ha tocado recibir cerca de 10.000 menciones por partido.
Con tres mundiales en su currículo, y como observador privilegiado de los grandes cambios que han ocurrido en la televisación de los eventos deportivos, a Sánchez le parece que ya llegamos a un punto total de inflexión. “A lo mejor yo peco de romántico y de tener una concepción un tanto añeja de todo esto, pero para mí al fútbol como tal lo han matado las televisoras, o al menos lo que a mí me gustaba como fútbol ya no existe”, afirma.
El periodista español Matías Sánchez realiza estas confesiones mirando la playa de Copacabana, desde un estudio que DirecTV y otras de su estilo, como BCC o Al Jazeera, han arrendado durante todo el Mundial. Como millones de aficionados y profesionales en todo el mundo, Sánchez percibe los desarrollos tecnológicos como saturación y pérdida de la magia.
“La gente está perdiendo la noción de disfrutar el momento, porque te puedes fijar en cualquier saque de esquina, en la cancha, y ves a todo el mundo con el teléfono tomándole fotos al tipo que va a sacar. Esa gente no está disfrutando del momento y me parece triste”.
En efecto, la NHK está transmitiendo ya televisión en 8K, y es mejor que la propia realidad, al menos para aquella franja demográfica en la que no están las personas como Sánchez y sus colegas.
“Para mí nada va a mejorar nunca la realidad, porque la realidad desprende sentimientos que los tienes para siempre”, insiste el periodista. “El olor a la cancha, el estar en comunión con otras 40.000 personas. Eso jamás te lo dará una aplicación, una televisión. Yo siempre digo que la mejor sensación del mundo es abrazarte a un desconocido y gritar cuando tu equipo mete el gol. Dos personas que comparten”. Cosas del fútbol.