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Chile vs España: ¿por qué empañar con vandalismo el triunfo de la Roja?
Mar, 24/06/2014 - 10:40

Franco Norero

Presidenciales 2014: cuando el fútbol queme el triunfo de Dilma Rousseff
Franco Norero

Franco Norero Arenas es periodista. Se desempeña como editor de AmericaEconomiaBrasil.com.br desde agosto de 2013. Ha trabajado como researcher en los sectores de Petróleo&Gas, Energía y Petroquímca en BNamericas.com, como periodista en ValorFuturo.com, agencia de noticias filial del Grupo El Mercurio, y guionista en el Canal de TV cable Via X.

No soy chileno, pero vivo en este país hace 15 años. Tengo familia e hijos en esta tierra, y puedo hablar con propiedad de la evolución del fútbol de Chile en la última década, para ser más específico, desde la llegada del entrenador argentino Marcelo Bielsa, quien cambió la manera de jugar de “La Roja” y la mentalidad de sus jugadores.

El pasado miércoles 18, en el Maracanã, el toque de balón paciente, frío y meticuloso que llevó a España a la victoria en el Mundial de Sudáfrica, nunca apareció ante Chile, que corrió, sudó y creyó que era posible despachar a los campeones del mundo -y todo el estilo que representan: el hípertoque- para la casa, mucho antes de lo pronosticado. El 2 x 0 para los chilenos, catalogado como un triunfo histórico y que los posiciona en octavos de final, fue empujado y alentado por su hinchada, que llenó el mayor estadio de Brasil, haciendo que “La Roja” jugará de local.

Chile siempre buscó el partido y a los 40 segundos de juego los dirigidos por Jorge Sampaoli, discípulo reconocido del estilo Bielsa, ya llegaban con peligro en el área española. Por cosa de centímetros la pelota no ingresó en el rincón derecho de Iker Casillas, después de una pelota pateada por Eduardo Vargas y desviada por la defensa. Fue la primera jugada que hizo la que la masa chilena se levantará en el mítico estadio, y que un colega y yo emitiéramos un "uuuuuuh" extenso en un bar de Santiago. Sin embargo, España logró controlar la presión que prometía la selección chilena y pasó a tener la posesión de la pelota, siempre utilizando la habilidad de sus hombres. Pero la defensa de Chile demostró solidez, con destaque para Gary Medel. El famoso toque de balón español ya no era tan mortal como se decía.

Explorando los contragolpes, “La Roja” regresó nuevamente al área de Iker a los 18 minutos y, esta vez, fue letal. Con un rápido toque de balón entre Vidal, Sánchez y Aránguiz, Vargas quedó solo en frente de Casillas. El chileno le hizo un amague y pateó al arco. Uno a cero y el Maracanã explotó, en una celebración digna de una final de campeonato. En el Hard Rock Café mi amigo y yo estallamos de alegría, ¡era un golazo de Chile!

El ritmo de juego se mantuvo igual. España tomando la iniciativa, tocando mucho la pelota, pero sin lograr llegar con peligro al arco de Claudio Bravo. “La Roja” lograba trabajar muy bien en defensa y sus contragolpes eran cada vez más peligrosos. En uno de esos ataques, en los últimos minutos del primer tiempo, el delantero chileno del Barcelona sufrió una falta cerca del área. Alexis cobró el foul y Casillas la empalmo para delante. La pelota le quedó a Aránguiz, que pateó para el fondo del arco, haciendo el 2 x 0. El mítico estadio se vino abajo con el segundo festejo de la gran hinchada chilena. Impensado. España vivía su propio “Maracanazo” y Chile veía cada vez más cerca el sueño de la clasificación y la eliminación de los actuales monarcas del fútbol.

En el segundo tiempo la selección española intentaba llegar al arco chileno, pero como en el primer tiempo, le faltaba eficacia y algo de suerte. A los tres minutos, Iniesta dejó a Diego Costa solo frente al arco, pero éste fue bien marcado por la fuerte defensa chilena. A los siete minutos, Sergio Busquets perdió un gol debajo de los tres palos. Todo indicaba que la fiesta seria de la “Marea Roja” y de la selección chilena.

A los 22 minutos, casi el tercer gol de Chile. Después un pase cruzado, Mauricio Isla no logró concretar y, delante del arco, pero desequilibrado, tiró la pelota por encima del gol. En ese minuto creo que yo y los cerca de 40 mil hinchas chilenos en el Maracanã sentimos que España ya estaba eliminada. Pero a los 34 minutos, Cazorla pateó de fuera del área y el balón pasó cerca del arco de Bravo. Y a los 38 minutos, finalmente el meta chileno fue exigido, al hacer una linda defensa ante remate de Iniesta. Ni los seis minutos de tiempo extra que para mí fueron desproporcionados, ayudaron a cambiar la caída de España y sobre el grito de “eliminado”, cayó el primer gigante en el Mundial de Brasil.

La hinchada chilena, que ya celebraba en los últimos minutos de juego, lloró y vibró con el hecho histórico. La fiesta se desató en Rio de Janeiro y Santiago. Por fin Chile lograba posicionarse entre las grandes selecciones de un mundial, haciendo que el actual monarca cayera estrepitosamente ante su juego.

Un gran amigo, Mauricio Monroy, escribió: “ya pasaron algunas horas del enorme triunfo de Chile contra España... aún cuesta creer lo que hizo este equipo, el coraje, la solidaridad, el compañerismo, la valentía y el heroísmo fueron los pilares de una victoria que vamos a guardar entre las más lindas, como el 1-0 contra Argentina, como el bronce de Sydney, como el empate en Moscú, como aquella tarde con el gol de Eladio Rojas... Tenemos pocos días memorables, por eso nos cuesta asimilar esto, por eso quizás Plaza Italia estuvo más lleno que nunca y eso que sólo se pasó a segunda ronda, tal como en Sudáfrica... Pero hoy fue diferente, ¡pasó el campeón del mundo! Y fue con convicción, un verdadero orgullo para los que seguimos a la Roja desde niños y que siempre soñamos con tener un equipo al que respetarán”.

Estoy plenamente de acuerdo con él, pero el gran triunfo de “La Roja” se vio empañado por hechos de su hinchada que manchan la fiesta y la imagen país de Chile. El primero fue la invasión de al menos 200 delincuentes (porque no se puede decir otro calificativo) en el centro de prensa del estadio de Maracanã, un poco antes del inicio del partido. Quebraron las puertas de vidrio, destruyeron divisiones de ambiente, forzaron rejas y promovieron el caos dentro de la sala de prensa, todo esto con la excusa de ingresar al estadio para ver a Chile. “No somos ladrones ni delincuentes, son personas que están en la desesperación, como yo, para intentar ver el partido”, dijo un chileno que se identificó como Alex. Perdón, de qué estamos hablando, ¿acaso ver el partido de Chile en el estadio justifica tamaña violación? Sin duda, la imagen de los cerca de 40 mil hinchas que vibraron en el Maracanã será dañada por estos malhechores que arrasaron con todo, al estilo “arrastão” (forma de robo colectivo que se veía en Río en el pasado). El gobierno brasileño dio un plazo de 72 horas para que 85 hinchas, si es que podemos llamarlos así, abandonaran el país. Además, la Policía Federal brasileña notificó que los hinchas que se negaran a cumplir el plazo serían deportados de forma sumaria. Para colmo de males, una fuente que conozco, que pertenece a la Policía Civil, me confirmó que existe el orden de tener “ojos” con los hinchas chilenos.

El segundo hecho lamentable son los desmanes, destrozos y actos de vandalismo que terminaron con un total de 527 buses del Transantiago (como se llama el sistema público de buses en la capital chilena) destrozados y 41 operarios heridos, según un reporte entregado este jueves por el director del Transporte Metropolitano, Guillermo Muñoz, quien sostuvo que los desórdenes y daños causados no se justifican y perjudican directamente a los usuarios.

"Más allá de colores políticos es transversal no entender 'celebraciones' con buses destruidos y conductores heridos", dijo el ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Andrés Gómez-Lobo, en Twitter. Por su parte, la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá, subió a la red social una triste imagen de palmeras incendiándose en plena Alameda Libertador Bernardo O' Higgins, la principal arteria de la capital chilena.

Revisando la prensa internacional, Chile fue portada por su gran triunfo ante los españoles y por los actos de vandalismo vividos en Brasil y en Santiago. Soy brasileño y vi mi selección levantar la Copa del Mundo dos veces, en 1994 y 2002, y prometo que nunca he visto estos hechos en otros mundiales de la FIFA, ni en celebraciones por una victoria o conquista del anhelado trofeo. Por eso, no entiendo y me llama la atención la forma de celebrar en Chile, cómo un acto de alegría y fiesta puede transformarse en un autogol que perjudica cerca de 110 mil usuarios del transporte público, dejando 8% de su flota en los garajes y provocando pérdidas millonarias. La verdad es que todavía no entiendo. Chile tiene una excelente selección que puede llegar muy lejos en este Mundial, pero creo que su hinchada no está preparada para tamaña celebración.

Espero que con estos inmensos errores algo se aprenda, para que la imagen de Chile y de su hinchada, la que paga por un ingreso y alienta “La Roja” en las buenas y en las malas, no sea empañada por unos centenares que en la realidad no pasan de meros delincuentes.

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