En los informes que publicaron en 2007, los expertos en finanzas reportaban que Alemania experimentaba un crecimiento pronunciado desde hacía ocho trimestres y juraban que, aunque turbulencias recientes en los mercados financieros podían atenuar esa tendencia, la economía germana se encontraba en una situación estable. En otras palabras, el apogeo continuaría y no había factores a la vista que pudieran provocar una recesión. El problema de aquellos pronósticos es que evaluaron de una manera completamente errada las fisuras que el mercado internacional ya exhibía hace una década.
El resto de la historia es harto conocido: un año después, la quiebra del banco de inversiones estadounidense Lehman Brothers condujo al sistema financiero global a un colapso casi total. Luego, en 2009, la economía alemana se redujo en un 5 por ciento; un suceso sin precedentes. Este repaso veloz de nuestra historia reciente es relevante a la luz del desbordado optimismo de las peritaciones actuales. Auge, auge y auge: así pueden resumirse los augurios de los especialistas. A la economía alemana "nada la detiene”, gritan los titulares de la prensa. ¿El peor de los riesgos? Que se intensifique la escasez de mano de obra cualificada.
Lo mejor es ignorar a los eufóricos
Aparte de eso, todo está bien; el flamante Gobierno –independientemente de quiénes lo integren– puede dejar que las cosas sigan su curso como si nada, dicen los autores de un nuevo estudio… En realidad, lo mejor que podría hacer el Ejecutivo, cuando termine que cobrar forma, es ignorar a estos eufóricos. Su reporte es un narcótico que nubla los ojos e impide ver una enorme cantidad de problemas que no fueron resueltos en los últimos ocho años por la "gran coalición”, la alianza de Gobierno integrada por la Unión Demócrata Cristiana (CDU), la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD).
El informe en cuestión no menciona los peligros que pululan en la economía mundial. Empecemos por Alemania: la terquedad con que el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, se aferró al "cero negro” –la sacralidad del balance entre ingresos y egresos del presupuesto federal– condujo a un gigantesco atasco de las inversiones. Por todos lados cruje la infraestructura: las autopistas, los puentes, los rieles de los ferrocarriles. Alemania tiene un desempeño mediocre en materia de digitalización y, en lo que concierne a la educación, tiene pocas universidades de alto rango internacional y muy pocas escuelas equipadas para sobresalir.
La burbuja de las deudas, un gran riesgo
Por otro lado están los riesgos económicos de escala global. En un estudio publicado el 27 de septiembre por el Grupo Allianz, un consorcio alemán especializado en servicios financieros, se plantea que el patrimonio monetario de la Humanidad ha seguido creciendo hasta alcanzar los 170 billones de euros. Eso no sorprende, considerando que, por sí sola, la inflación se encarga de que los billetes se multipliquen. Y todos sabemos, además, que el dinero está distribuido injustamente. Lo verdaderamente revelador en el informe de Allianz es que la deuda de los hogares haya ascendido a 40 billones de euros, más de un 5 por ciento en el último año.
Eso apunta a que, por primera vez desde la crisis financiera de 2008, la deuda mundial se ha incrementado con más fuerza que el desempeño económico global. No hay rincón de la Tierra que se salve, pero llama la atención que, en esta época de intereses bajos, algunos países asiáticos se hayan endeudado tanto; en China se extralimitaron, ante todo, las empresas estatales. A este panorama hay que agregar una burbuja inmobiliaria nada desdeñable y el gran número de personas que compraron acciones desenfrenadamente. Con estos ingredientes se creó un cóctel muy nocivo. Cuando estas burbujas exploten, Alemania sentirá el calor.
¡A trabajar!
Berlín no puede hacer mucho de cara a la burbuja en China; pero los socios del nuevo Gobierno alemán deberán cumplir los compromisos adquiridos durante la campaña electoral. Es decir, en lugar de alinearse con el lema de la CDU –que puede parafrasearse como "¡Sigamos adelante como hasta ahora!”–, Los Verdes y los liberales del FDP deberán cumplir sus promesas: inversiones masivas en los ámbitos de la educación y la digitalización, un golpe de timón en el campo de la energía y la reconciliación de la economía con la ecología. Esas son tareas titánicas, pero sólo haciéndolas podrá Alemania estar preparada para el futuro.
En ese sentido, el apogeo económico debe ser aprovechado. Si no se hace, las alentadoras cifras de los economistas más optimistas no serán más que espejismos y sus informes, papel malgastado.