En la sociedad tecnológica que estamos viviendo y frente a la globalización en que nos encontramos inmersos, el desarrollo nos lleva a la aparición de nuevos medios de información y de comunicación. Es así como se ha configurado la sociedad de la información que viene determinada por la expansión de las redes de telecomunicaciones, en especial de internet como medio de transmisión e intercambio de todo tipo de información y por la aparición de un nuevo mercado virtual.
Nos encontramos ante un nuevo escenario comercial que se caracteriza por la utilización de los elementos informáticos, de redes abiertas y de tecnología.
Para realizar comercio electrónico hay un tema no menor: los medios de pago electrónico. La difusión de los nuevos medios de pagos en internet se puede considerar como un fenómeno reciente, de hecho el avance de la tecnología hace más complejo el tema porque los sistemas están cambiando. Así ya no podemos referirnos sólo a la tarjeta de crédito, a la débito y el monedero electrónico, como términos aislados, sino dentro del concepto amplio de instrumentos electrónicos de pago.
Hoy todos los sistemas de pagos disponibles difieren de algunos detalles, sin embargo, tienen el mismo propósito, facilitar la transferencia de valores monetarios. En general, los pagos electrónicos involucran a un comprador y a un vendedor y la acción de transferir de forma segura los valores monetarios de uno a otro. Tal transferencia se lleva a cabo mediante un conjunto de pasos.
Por otra parte, la seguridad se ha convertido en el principal problema, objetivo e inquietud del comercio electrónico. La seguridad en el comercio electrónico viene referida tanto a los aspectos técnicos como a los jurídicos. Se demanda seguridad jurídica, se quiere tener certidumbre acerca del régimen jurídico aplicable a las relaciones comerciales entabladas por medios electrónicos. La seguridad técnica descansa en los mecanismos de encriptación y de seguridad informática que se implementan, pero no lo es todo. También es importante la confianza que se genere y transmita a los posibles usuarios. Dicha confianza no sólo descansa en la seguridad técnica, sino también en la jurídica.
El uso de las nuevas tecnologías de contratación electrónica y de los medios de pagos, en general, se extenderá en la medida en que los usuarios constaten que los sistemas funcionan de manera segura y que la ley reconoce derechos y obligaciones generados en un ambiente virtual.
La seguridad ofrecida por los sistemas de dinero electrónico tiene que ser percibida por los usuarios; la mayoría de los sistemas electrónicos de pago hacen uso de la criptología, que se define como aquella ciencia que estudia la ocultación, disimulación o cifrado de la información, así como el diseño de sistemas que realicen dichas funciones, abarca textos, datos e imágenes. Cifrar es transformar una información, cualquiera que sea su contenido, en otra ininteligible según un algoritmo y claves, pretendiendo que sólo quien conozca dicho algoritmo y clave puede acceder a la información.
El desarrollo del comercio electrónico de artículos de poco valor exige correlativamente la existencia de instrumentos adecuados para la realización de micro pagos, la generación de la venta y un modelo de pago por uso de pequeñas cantidades. Cada vez más habitual por la venta de canciones, videojuegos, películas o en el acceso a documentos por los que se paga en forma individual y sin necesidad de suscripción continuada, aunque una venta que aún no encuentra un sistema de pago adecuado en los sistemas actuales, sean tarjetas de créditos o de débito, a causa de las comisiones que ha de soportar el comerciante.
Las entidades comerciales y financieras en el mundo están apostando fuerte por la sustitución del papel moneda por el dinero electrónico, sin embargo, para expandir el comercio electrónico se requiere de un sistema de pago que se ajuste a las necesidades de compra de los usuarios, que involucre tanto pequeño pagos como grandes transacciones y que sean fiables transmitiendo seguridad y confianza a los consumidores.
Uno de los desafíos que tienen las pymes es generar los mecanismos adecuados para que sus páginas web no sólo sean informativas, sino que tengan la capacidad para vender productos y puedan realizar transacciones electrónicas. En esta situación las instituciones financieras tienen mucho que decir para poder apoyar iniciativas de esta naturaleza.