Las compañías petroleras —tradicionalmente protagonistas del ranking de ‘Las 500 Mayores Empresas de América Latina’— enfrentan hoy el reto de reducir su dependencia del crudo y migrar a energías más limpias para extender su liderazgo. Mientras las firmas de consumo masivo hacen malabares para mantenerse al acecho, en medio de altos niveles de inflación y del costo de las materias primas.
Crecer en una “especie de crisis en cámara lenta” no es tarea sencilla. La velocidad de esta crisis fue descrita por José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Salazar-Xirinachs señaló a las bajas tasas de crecimiento registradas por décadas como las principales responsables de que en este 2023 la región esté a puertas de cumplir una nueva “década perdida”, con un crecimiento promedio de 0.8%; menos de la mitad del 2% que experimentó en los años 80.
Aunque el escenario económico descrito por el secretario ejecutivo de la Cepal no es el más propicio, las grandes empresas han logrado expandir sus ingresos durante el último año. Así lo evidencia el ranking de ‘Las 500 Mayores Empresas de América Latina 2022’, elaborado por Renta 4 para AméricaEconomía. Una medición que considera a las empresas que listan en bolsa y que tiene a los ingresos como el indicador principal para definir el orden de sus posiciones.
En 2022, las 500 empresas más grandes de la región lograron ventas por más de US$2 billones (millones de millones) –US$2.040 billones, para ser exactos–, lo que representa un crecimiento de 19.7% respecto a 2021. Las utilidades también han sido auspiciosas, al sumar más de US$209,586 millones y registrar un crecimiento de 11.6% respecto a los US$187,750 de 2021.
El resto de indicadores reflejan cifras en azul y, dependiendo de los sectores, algunas empresas destacan más que otras. Pero más allá de los índices macroeconómicos, que tienen un gran peso en los estados financieros de cualquier compañía, en el camino de las empresas latinoamericanas asoman desafíos cada vez más grandes para continuar generando ingresos durante los próximos años.
El reto de las energéticas
Por años consecutivos, las empresas petroleras han protagonizado y liderado el ranking. Aun así, la creciente presión de una transición energética global pone bajo escrutinio su futuro. “Las petroleras latinoamericanas se ven afectadas de diferentes maneras. Aquellas más expuestas a los mercados globales tienen que enfrentarse más temprano a una nueva era del mercado petrolero. Mientras que aquellas más expuestas al uso interno del petróleo y a la distribución regional de combustible, probablemente tengan que enfrentarse a un nuevo mercado petrolero más adelante”, dice Norbert Rücker, Head Economics and Next Generation Research del banco suizo Julius Baer.
A inicios de octubre, Petrobras –que ocupa el primer lugar del listado con ventas que superan los US$124,000 millones y equivalentes al 6.10% del total de las ventas de las 500 empresas– cumplió 70 años. Lo hizo luego de que, alguna u otra manera, haya logrado dejar atrás el gran escándalo de corrupción ‘Lava Jato’. Y, ahora, tiene la mira puesta en la transición energética.
El momento es ideal. Con un Luiz Inácio Lula da Silva que viene hablando de ella desde la campaña presidencial del año pasado, la petrolera estatal ha vuelto a ser la “niña de los ojos de Brasil”. En 2022, la estatal reportó una utilidad neta de 188,328 millones de reales (US$36,623 millones). Este hito, el más alto de su historia, fue impulsado por el precio del petróleo y los efectos de la oferta ajustada por la guerra en Ucrania.
Sin embargo, transformar el lucrativo negocio del petróleo, que hace de Petrobras el mayor aportante de las arcas del Gobierno de Brasil, es un gran dilema para Lula da Silva. Por un lado, el margen de tiempo es corto, ya que se estima que la producción de crudo comience a menguar hacia finales de esta década. Y, por otro, la presión ambientalista ha recrudecido en los últimos meses, dado el interés de Petrobras de explotar petróleo en el llamado Margen Ecuatorial; muy cerca de la cuenca de Foz del Amazonas. “Nadie va a dejar de explorar nuevas fronteras de un día para otro, centrándolo todo en la transición energética. Es un doble desafío”, reconocía Jean Paul Prates, presidente de Petrobras, en una entrevista al diario O Globo, en la cual también sugirió repartir menos dividendos para sufragar la adaptación a los nuevos tiempos.
“El reto de la descarbonización no es exclusivo de Latinoamérica, es de todo el mundo. El problema es que Latinoamérica es una de las regiones que tiene desafíos más importantes en términos de cómo hacer un desfase de fuentes fósiles de energía en su matriz energética. Habrá países que tienen una composición más importante en la incorporación de energías renovables; sobre todo, para la generación eléctrica. Pero, al final, la dependencia que tienen en conjunto de los hidrocarburos es bastante alta”, señala Luis Alberto Serra, director ejecutivo de la Iniciativa de Energía en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública en el Tecnológico de Monterrey.
Para el especialista mexicano, la transición es inminente, pero la posibilidad de producir hidrógeno verde de un día para otro es bastante lejana. “Esta decisión pasa por una cuestión de riesgo. Nadie puede hacer caso omiso a los eventos de este año, en términos del incremento de las temperaturas a nivel global. Y esto pone una alerta particular de que vamos tarde. Tenemos una industria que no se mueve tan rápido y que, si bien ha tomado pasos a nivel global para incorporar tecnologías de captura, secuestro y almacenamiento de carbono, al final del día son soluciones que pasan también por una apuesta de innovación tecnológica y de erogaciones financieras”, agrega Serra.
Hablamos de decisiones como elegir el momento oportuno para desfasar ciertos activos y llevar a cabo reconversiones en la industria. La más inmediata, según Serra, es la reconversión de la industria de refinación y, a partir de ella, la integración a la producción de petroquímicos. “Es ahí donde precisamente se observa un esfuerzo particular de la industria para la transición energética. Porque ha encontrado que hay eficiencias en la operación de este tipo de integración, que pueden derivar hacia recursos que son utilizados por la petroquímica para la producción de materiales”, explica.
Y es que el uso del petróleo en la petroquímica gana cada vez más terreno. Actualmente, esta industria, responsable de la fabricación de plásticos, consume ya el 14% del crudo y se convertirá en la mayor impulsora de la demanda mundial de petróleo, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
En Colombia, país cuyo presidente, Gustavo Petro, se ha mostrado en contra de firmar nuevos contratos petroleros, la petrolera estatal Ecopetrol –que ocupa el octavo lugar del ranking de ‘Las 500’– se viene preparando a través de Barrancabermeja –su refinería más grande– para responder al aumento de la demanda de petróleo en tres principales industrias: la petroquímica, la agroindustria y la logística.
En julio pasado la compañía exportó a Chile 12,000 toneladas de asfalto provenientes de esta refinería, ubicada en el departamento de Santander. Según Ecopetrol, este primer cargamento “es un hito para la industria de petroquímicos, que cuenta con un mercado de gran potencial de crecimiento en los próximos años”. Anteriormente había exportado asfalto a Europa, África, a Estados Unidos, el Caribe y Centroamérica.
En la refinería de Barrancabermeja y la de Cartagena, la petrolera planea desarrollar en 2024 dos megaproyectos de hidrógeno verde. Y también viene dando pasos hacia la producción de energías renovables no convencionales, sin dejar de lado la producción de petróleo, su negocio tradicional.
En Nueva York, tras reunirse con inversores y tocar la campana en Wall Street para celebrar sus 15 años en la Bolsa de Nueva York, Ricardo Roa, presidente de Ecopetrol, afirmó que Colombia cuenta con los mejores potenciales de desarrollo de energías basadas en el viento y en la radiación solar, en la zona de La Guajira.
Ecopetrol y Colombia, en general, se encuentran en una posición expectante. Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena, por sus siglas en inglés), el país es, después de Chile, la nación en la que podría obtenerse el hidrógeno verde más competitivo del mundo. Ello debido al potencial de desarrollo de estas metas de incorporación de energías renovables no convencionales en su matriz energética.
Todas estas acciones son parte de los ajustes y avances de la Estrategia 2040 de Ecopetrol, que incluye maximizar el potencial del gas en los yacimientos de alta mar en el Caribe, descartar la exploración de hidrocarburos en yacimientos no convencionales del país y optimizar el consumo interno de energía.
La meta de la empresa es que el negocio de bajas emisiones –el gas natural– y los desarrollos de las energías renovables, más el negocio de ISA –la empresa de interconexión eléctrica en la cual Ecopetrol tiene una participación del 51,4 %– representen al 2040 casi el 50% de todo su negocio. “El otro 50% va a estar en la conservación de esos parámetros de desempeño del negocio tradicional y eso es lo que hemos mostrado hoy como cambio fundamental de esa estrategia”, dice Roa.
La otra cara de la moneda es la mexicana Pemex que, a diferencia de sus pares latinoamericanos e impulsada por el presidente Manuel Andrés López Obrador, insiste en el sueño petrolero y en la eterna promesa de autosuficiencia energética.
Aunque la industria muestra resultados bastante favorables en términos financieros, gracias al alza del crudo en 2022 –los precios subieron 10,45% en el caso del Brent y 6,82% para el WTI–, esto no significa que Pemex se encuentre en un estado financiero óptimo. Las condiciones de mercado han sido favorables para que pueda revertir su delicada situación. “Ecopetrol o Petrobras y otras empresas a nivel global, principalmente en Medio Oriente y Estados Unidos, tienen una muy fuerte puja por esta reconversión o integración entre refinación y petroquímica. Pero Pemex, desafortunadamente, no”, indica Luis Alberto Serra.
Si bien la administración de López Obrador deslizó la idea de encadenar la petroquímica, la gran dificultad de Pemex es que no cuenta con gas natural. Y este es el principal gatillador de dicha industria.
Según explica el también catedrático del Tecnológico de Monterrey, esto no se debe a que la compañía no sea capaz de producirlo, sino que la matriz de generación eléctrica mexicana ocupa gran parte de la dotación de este recurso. Por otro lado, el sistema de transporte, almacenamiento, distribución y almacenamiento de gas está a tope y no ha tenido las inversiones esperadas a partir de la reforma energética de 2013. “No podemos mover gas de la zona productora por excelencia a nivel global, que está en Texas. Hay un déficit en términos de abastecimiento de la molécula y de complejos para procesar ese gas hacia derivados de petroquímica, que no tenemos y que tampoco hemos tenido los recursos para desarrollar”, afirma Serra.
La mayor parte de los recursos inyectados por el gobierno federal hacia la industria de hidrocarburos ha sido destinada a la fase de upstream y al desarrollo de campos petroleros que lo único que han logrado es mantener relativamente estable la plataforma de producción. Pero no ha logrado incrementarla de manera sostenida. “[Pemex] se la ha mantenido a un costo bastante alto y ahora no tenemos recursos para generar ese desarrollo petroquímico. Hay que decirlo: tampoco queremos que se inyecte capital privado, tanto nacional como extranjero, para desarrollar esas inversiones”, sentencia Serra.
Para Norbert Rücker, la transición energética es global e irreversible. “Tecnologías como las energías renovables y la electromovilidad están mucho más allá de sus puntos de inflexión y seguirán creciendo gracias a la tecnología aún en curso y a los efectos de escala. Ignorar este cambio estructural probablemente no sea una estrategia inteligente. Más bien, la atención podría centrarse en explotar las oportunidades que surgen con este cambio”, advierte el ejecutivo del banco suizo Julius Baer.
¿La hora del consumo?
Si las empresas petroleras han iniciado el reto de la transición energética y de una reconversión que tomará varios años, desde los años de la pandemia de Covid-19 las empresas de consumo masivo han enfrentado en tiempo real el alza de la inflación y del costo de las materias primas, y la consecuente contracción del consumo.
Las firmas del sector han tenido que hacer malabares para que estos factores no le jueguen en contra y han rendido frutos. En la fotografía general del ranking de ‘Las 500 Mayores Empresas de Latinoamérica’, las empresas de consumo masivo son las que aportaron el mayor porcentaje de ventas (21.05%) en 2022, registrando un crecimiento de 18.95% con respecto a 2022. “Entre las estrategias más importantes de las empresas para sobrellevar esta situación está el ajuste de precios, debido al aumento de los costos de producción. Esto ha afectado principalmente a las categorías donde los consumidores son más sensibles al precio o a las que no son indispensables para el consumidor. Se ha tratado de compensar reduciendo los costos de producción, ya sea optimizando procesos o empezando a consumir más productos locales como materia prima”, dice Alberto Trueba, analista de investigación en Euromonitor International.
Por otro lado, Rodrigo Riquelme, Account Manager división Kantar Worldpanel, cuenta que otra de las alternativas que las empresas han explorado para enfrentar esta baja en el consumo ha sido el canal tradicional y, en especial, las distribuidoras. “Este formato ha venido ganando importancia desde 2019, convirtiéndose en una opción real de compra, por su conveniencia en términos de precios y por su mayor accesibilidad”, agrega.
El camino no ha estado exento de dificultades, como el gran desafío de competir con las marcas propias. “Los hogares han comenzado a explorar opciones más económicas que se ajusten a la nueva realidad y estas han logrado transmitir que son alternativas de calidad a precios justos”, añade Riquelme.
Las marcas propias apuntan hoy a tomar un rol cada vez más relevante dentro de la industria, ya que el surtido es cada vez más amplio y profundo. Así, resulta clave para las marcas lograr diferenciarse de ellas. Según datos de Kantar Worldpanel, durante el primer semestre de 2023 las marcas propias llegaron al 94% de los hogares y tienen mayor relevancia en las canastas de alimentos y cuidado del hogar. Dentro de las categorías que destacan están aceites, arroz, azúcar, salsas de tomates y fideos. Mientras que, por el lado del cuidado del hogar, toman fuerza limpiadores de piso, toallas de papel, esponjas, cloro y servilletas.
Para las empresas del sector, sin embargo, es cada vez más difícil evitar los aumentos de precios frente al gran aumento de costos y de los precios de la competencia. “Hay empresas que no aumentaron los precios, pero para eso hicieron cambios en los productos. Redujeron el tamaño del producto, por ejemplo. Otras cambiaron el packaging por uno de menor costo o reemplazaron los ingredientes por otros de menor costo”, revela Andrés Chehtman, consultor en Euromonitor International.
El especialista se refiere a la práctica de reduflación o shrinkflation, que consiste en reducir el peso o el tamaño de los productos, mientras que sus precios siguen siendo los mismos o aumentan. Esto como respuesta a la pérdida del poder adquisitivo de los consumidores. “Según el estudio Consumer Insights, hemos visto que los consumidores prefieren, por ejemplo, comprar a granel o productos de menor gramaje. En el primer trimestre de 2023, los formatos pequeños y a granel representaron un 46% del gasto de los hogares versus un 43% del año anterior. Este fenómeno seguirá presente en las marcas, considerando el contexto económico en el que estamos”, anticipa Riquelme.
Para Trueba, si bien la reduflación es una práctica que sigue vigente y que se espera beneficie a ciertas categorías y canales –como las tiendas de descuento–, la tendencia de presentaciones más grandes, con más producto pero a menor precio por unidad, se observa en el segmento poblacional que puede permitirse un mayor desembolso y que es consciente de la forma en la que gasta su dinero. “Tal vez estas tendencias no sean permanentes, pero sí continuarán en aumento mientras se mantengan estos crecimientos en inflación y la incertidumbre económica de la región”, explica Trueba.
Las estrategias emprendidas por la industria del consumo también han impactado en los canales de distribución. Especialmente, en las tiendas de hard discount o descuento duro, que vienen expandiéndose en ciertos mercados de la región. “Los discounters continúan creciendo. Los consumidores buscan precios más bajos y puntos de venta que permitan ahorrar. Los discounters se concentran en dos países principalmente: México, con el 36% del total de locales de América Latina, y Colombia, con el 31%. El crecimiento de los discounters ha impulsado el crecimiento de las marcas privadas, que además tienen un nivel de calidad cada vez más similar al de las marcas tradicionales”, afirma Andrés Chehtman.
A pesar de que todas estas estrategias han logrado que las empresas mantengan o aumenten sus niveles de ventas y ganancias en 2022, la desaceleración o recesión económica de algunos mercados puede traer resultados mixtos en este 2023. Un ejemplo de ello es la gigante colombiana de alimentos Nutresa, que aumentó sus ingresos en 26.4% interanual para el período enero-junio y en 18%, si se considera solo el segundo trimestre. Pero, a la vez, sus ganancias se vieron fuertemente afectadas por el impacto de las altas tasas de interés y el costo de las materias primas, mostrando una caída de 4.9% para el acumulado del año y de 35% en los últimos tres meses reportados.
Todo indica que las empresas de consumo masivo seguirán transitando un camino desafiante para seguir al acecho de las empresas energéticas. Pero el camino ya está emprendido desde hace tres años, con una pandemia ante la cual demostraron que pueden adaptar la oferta de productos, precios y marcas de acuerdo a los cambios de hábito de consumo para mantenerse a flote.