Si la sociedad argentina no soporta un ajuste, Cambiemos no podrá cambiar nada. La primera oración de este párrafo hace referencia a una nota a mi entender, premonitoria, que había publicado hace tiempo atrás. Mi decepción con el actual gobierno ha mutado drásticamente en las últimas semanas. En enero, sentía que este gobierno de Mauricio Macri se equivocaba en aplicar un enfoque gradual que no haría más que prolongar el dolor del ajuste in-eternum, situación que se ha dado y al mismo tiempo generó una mutación estratégica desde el gradualismo hacia el populismo.
Sin embargo, con el correr de los meses, comprendí que la mayor restricción que enfrenta Macri no radica en el déficit fiscal y las enormes distorsiones monetarias y regulatorias heredadas del kirchnerismo, sino en la mismísima sociedad argentina que votó el cambio pero que a la vez, no está dispuesta a tolerar el enorme costo que una reforma sustancial y necesaria de la economía argentina requeriría. Es cierto que en el primer semestre se han pagado muchos costos pero relativo al despilfarro heredado del kirchnerismo, los mismos alarmantemente resultan pequeños, cambiar para Argentina hubiese requerido la asunción de sacrificios mucho más altos de los soportados desde el inicio de la gestión y para ello Macri carece de poyo político. Como concepto económico, Argentina ha sido saqueada a niveles no vistos en nuestra historia.
La sociedad argentina demanda peronismo
El gran éxito del peronismo en estos 70 años es que gane o pierda, gobierne o no, su filosofía está impregnada en el ADN de los argentinos. Por ejemplo, la gente rechaza la inflación pero cuando subís tarifas para aplacarla, la sociedad entera se pone en contra. Los argentinos también rechazan el endeudamiento externo proveniente del “capitalismo malvado de Wall Street” pero cuando les pedís ajustemos el déficit para reducir las necesidades de financiando te piden “no ajuste” y convalidan endeudamiento a cambio de consumo.
Argentina ha comenzado un festival de deuda nacional y provincial y sin embargo no veo a nadie quejándose por ello. La razón es sencilla: la alternativa al no endeudamiento sería mayor sacrificio actual y no estamos para eso. Si para generar empleo el gobierno decide ejecutar un shock de consumo, la sociedad aplaudirá dicha decisión sin cuestionarse -por el momento- la calidad de la recuperación. Los shocks de productividad quedarán rezagados a otra presidencia.
Mutando del gradualismo al populismo
El gobierno se ha dado cuenta que en este entorno no llegan a las elecciones legislativas de 2017, describiendo entre otras cosas el fracaso del gradualismo como estrategia económica. Los pilares de la recuperación que se espera hacia el próximo año serían un agro traccionando, la alquimia del blanqueo y un faraónico plan de obras públicas exhibiendo un keynesianismo a full con un único objetivo: comprar mayor apoyo político, tener una buena performance en las elecciones del año próximo y erosionar en la mente de los argentinos el fallido concepto de ajuste gradual.
El viejo debate: “peronistas buenos” y “peronistas malos”
El sesgo consumista al que apunta la recuperación tiene muchos atributos peronistas. De esta forma, parecería que Cambiemos más que transformarse en una plataforma política de cambio estructural lentamente, ante los requerimientos electorales, se convierte en una propuesta de peronismo aplacado o lo que es lo mismo, peronismo con globos amarillos y muy buena onda.
Del otro lado, quedan los verdaderos peronistas, en este caso, los “malos” cuyo líder todavía está lejos de conocerse. Por lo tanto, lo que parecía en su inicio una propuesta de cambio rotundo de a poco, nos termina subsumiendo a los argentinos en el mismo debate de siempre: eligiendo entre peronistas e insisto, no hace falta ser peronista para implementar peronismo, la mutación de Cambiemos por cuestiones de supervivencia electoral denotan un claro tilde hacia el endeudamiento, el consumo, la obra pública, aspectos todos muy conocidos en estos 70 años de fracasos peronistas que venimos padeciendo.
Cambiemos intentará vencer al peronismo con más peronismo
Mucho consumo, mucha obra pública, mucho endeudamiento, mucho déficit fiscal a nivel nacional y provincial, atraso cambiario como estrategia de fondo, probablemente sean las principales armas con las que el gobierno de Mauricio Macri intentará seducir a una Nación que ha sido saqueada por la administración anterior y que no está para grandes sacrificios. Quizá entonces, la peronización de Cambiemos intente armar mayor consenso político “desde abajo” y si sale bien, quizá y solo quizá, después de las legislativas se animen a ejecutar alguna de las reformas por lo que muchos los han votado. Esta es una de las razones por la que no veremos inversión real de magnitud al menos hasta el resultado electoral del año próximo: de afuera se preguntan qué tan efímero es Macri, todavía.
La principal historieta que pricearán los activos financieros argentinos es “recuperación hacia 2017"
Los mercados son así de primitivos y, por lo tanto, tengo la sensación de que ya se puso de moda la historieta de la recuperación de la economía real apalancada en el blanqueo y en la obra pública sin cuestionar por el momento la calidad del rebote esperado. Basta con observar un Merval batiendo máximos en pesos la semana anterior y una curva soberana de bonos que no para de comprimir spreads al punto que su parte larga ya cotiza por debajo del -7% al 6,90% en la curva de rendimiento. El sentimiento bajista hacia activos argentinos probablemente se mantenga e incluso se intensifique de cara al segundo semestre. No se confundan, Wall Street es más populista de lo que estamos dispuestos a reconocer.
Macri no tiene otra alternativa que ser peronista
Quizá alguna vez el populismo de Cambiemos mute a la ortodoxia, quizá alguna vez este partido político pueda como gobierno implementar otra alternativa que no sea la peronista, pero para ello falta mucho tiempo.
La sociedad argentina pone a Macri en la obligación de construir apoyo político que no tiene reclamando a cambio “peronismo del bueno”, un peronismo que empachará de deuda y obra pública los próximos años en búsqueda de un shock de consumo apalancado y eventual crecimiento con raíces bien keynesianas.
Conclusión: la sociedad argentina demanda peronismo y para ganar las legislativas del 2017 Macri ya comenzó a concederlo.