Mira a tu alrededor. Muy probablemente en poco tiempo todos los objetos que ves, desde electrodomésticos hasta las máquinas de producción, estarán conectados a Internet y, de una forma u otra, podrás controlarlos y gestionarlos remotamente. Y no solo me refiero a tu celular, sino también a ventanas, lámparas, juguetes, televisores, mesas o cualquier otra herramienta o utensilio. Pero quizás el impacto más importante de este cambio se verá a nivel de las industrias, las operaciones, la salud y las ciudades inteligentes.
Esta realidad, además de acercarnos a mundos hasta ahora reservados a la ciencia ficción, está llamada a transformar las dinámicas de consumo, los procesos productivos, las cadenas de valor en todas las industrias y, en definitiva, la forma de relacionarnos con la materia que nos rodea. Un ejemplo práctico sería que a través de Internet se recojan instantáneamente datos como la temperatura o la energía que, al procesarlos, permitan tomar decisiones a tiempo real, como la contaminación ambiental, el tráfico y las líneas de producción industrial.
La interconexión digital de los objetos, también llamada Internet de las cosas, representa una gran oportunidad y a la vez una importante amenaza, especialmente para regiones en desarrollo como América Latina, donde persiste una marcada brecha digital (solo el 53% de los latinoamericanos son usuarios de Internet), y se corre el riesgo de quedar rezagado ante la velocidad de los avances tecnológicos. De hecho, solo el 1% de empresas, personas e industrias de América Latina están preparadas para afrontar la revolución tecnológica que se viene.
Visto desde el lado de las oportunidades, destaca la idea de crear un Mercado Único Digital para América Latina que permita el libre movimiento de bienes, servicios y capitales digitales, homogeneice leyes entre países, genere libre competencia y proteja al consumidor. La interoperabilidad e interconexión de objetos en este espacio es un asunto clave. De acuerdo con la Comisión Europea, el sector de Big Data está creciendo 40% por año, siete veces más rápido que todo el mercado IT. Y algunas estimaciones predicen que este sector puede desatar un mercado de €12bn.
Esto es, básicamente, pasar de mercados digitales nacionales -de distintos tamaños pero en su mayoría pequeños-, a un mercado latinoamericano que sumaría más de 600 millones de habitantes, sumado a millones de objetos, algo que abre una enorme oportunidad para transitar hacia la transformación productiva de la región. Vale la pena recordar que solo la expansión de la conectividad de banda ancha de los últimos diez años ha movilizado cerca de 195.000 millones de dólares y generado cerca de 900.000 empleos. Dicho impacto podría ser mayor si se amplía la escala operativa del mercado de bienes y servicios digitales.
El Mercado Único Digital también ayudaría a reducir las barreras digitales y a crear un área de mayor eficiencia económica donde las personas y los negocios pueden comercializar, innovar e interactuar de forma legal, segura y a bajo costo, lo cual generaría mayor competitividad en relación a las economías más avanzadas.
Desde el lado de las amenazas, para que la región no quede rezagada ante el Internet de las cosas, deberemos realizar, en paralelo a lo citado anteriormente, una transición hacia el IPv6 (las direcciones para que nuevos equipos y objetos se conecten a internet). Según el informe Despliegue de IPv6 para el desarrollo socio económico en América Latina y el Caribe, elaborado por CAF y Lacnic, América Latina tiene un muy bajo despliegue de IPv6. Solo cuatro países presentan porcentajes de usuarios potencialmente habilitados para trabajar en IPv6 mayores al 1% (Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú), lo que debería cambiar sustancialmente para asegurar el desarrollo de un Internet de calidad. El dato esperanzador es que el 30% de las organizaciones de Internet de la región piensan desplegar IPv6 en 2016.
En la ruta para prepararnos a la llegada definitiva del Internet de las cosas será importante que los profesionales latinoamericanos estén capacitados y cuenten con las habilidades necesarias. Esto es justamente lo que CAF –banco de desarrollo de América Latina-, junto a la Secretaría Técnica del eLAC y el GSMA pretenden hacer a través del programa CE-Digital, Capacitación en Ecosistema Digital, que capacitará reguladores y encargados de formular políticas públicas en el área de las TIC. El programa cuenta con doce cursos de capacitación, realizados directamente en las instalaciones de los organismos públicos y a través del sitio web www.cedigital.org
La posibilidad de avanzar en la digitalización de los procesos productivos en diferentes sectores representa el gran reto de la región, ya que una vez estén conectados estos sectores, tendrán una mayor productividad en cuanto a la operación, control y producción.
Para enfrentar los desafíos de la transformación digital de la región, es necesario mejorar los marcos normativos y regulatorios del sector TIC, lo cual se puede lograr siempre y cuando nuestros reguladores y representantes públicos cuenten con la capacitación adecuada.