Hoy más que nunca nuestra prosperidad como organizaciones, sociedades e individuos, depende de cuán bien entendemos las fuerzas que transforman el mundo, pues nos permite adaptarnos a los cambios, cada vez más rápidos e intensos. En una reciente investigación de Ernst & Young sobre las mega tendencias que marcan el curso del planeta, el doctor Ian Pearson, un renombrado científico y futurólogo británico, señaló que la economía se volverá más “humana” en la siguiente década, dado el rol protagónico que jugarán la tecnología e inteligencia artificial en la producción y gestión empresarial.
La creciente diseminación de las redes sociales informáticas creará mayor espacio a la participación de las personas, quienes utilizarán la tecnología para canalizar sus frustraciones ciudadanas y organizar acciones que girarán en torno a líderes online, llegando a boicots y otras acciones. Como resultado, la responsabilidad social empresarial será un factor clave de sobrevivencia, y las compañías necesitarán adaptarse a nuevas amenazas y oportunidades. Integridad y transparencia serán dos factores clave para preservar la credibilidad y reputación empresarial, y no perder la confianza de los clientes, quienes irán adquiriendo mayor poder y serán más exigentes al momento de decidir a quién comprar.
La agenda y el rol de los directorios de empresas cambiará también. La adecuada gestión de riesgos será probablemente lo más importante. Asimismo, los directorios deberán supervisar más de cerca a las gerencias, retándolas respecto a si cuentan con los suficientes recursos, incluidos los humanos y financieros, para ejecutar exitosamente las estrategias definidas. Los directorios tendrán que envolverse más en las decisiones de las compañías, especialmente aquellas que impliquen mayores riesgos, poniendo especial énfasis en los temas de control.
El mundo post-crisis dará paso a cambios en las estructuras legales y tributarias de las empresas financieras, habrá mayores requerimientos de capital, medidas regulatorias y prudenciales más exigentes, y requerimientos de mayor y mejor información financiera a reportar, entre otros cambios.
Para el 2020 habrá aumentado el liderazgo de economías emergentes como Brasil, Rusia, India, China e Indonesia, entre otras, debido a una mayor y mejor educación y dedicación al trabajo. Por su parte, las naciones más desarrolladas replantearán sus estrategias socioeconómicas y harán un mayor uso de nuevas tecnologías, materiales avanzados y miniaturización, que les permitirá fabricar más con menos, reduciendo en forma importante la competencia por recursos naturales, hoy muy codiciados.
Desde el punto de vista laboral, los profesionales más beneficiados serán aquellos con habilidades y conocimientos muy elevados. Muchos de ellos buscarán ser freelancers, comercializando sus capacidades proyecto por proyecto, no necesariamente al mejor postor en términos económicos, sino optando por aquellos en que sientan un logro personal. En sentido inverso, aquellos con habilidades ordinarias no serán suficientemente valorados.
En el aspecto tecnológico veremos un avance importante en el transporte, donde el uso de la energía se volcará hacia el transporte eléctrico, creando una economía más limpia, beneficiado la salud; pero ello no ocurrirá rápidamente, sin embargo, para el 2020 habrá avances significativos. Y así como pasamos de discos de vinilo a cintas de cassette, a CDs, y luego a archivos musicales digitales de MP3, transformando, o más bien desapareciendo diversas industrias colaterales, ello también ocurrirá en el ámbito automotriz, donde un conjunto de industrias que hoy abastecen de partes y servicios a motores tradicionales, serán reemplazados por uno de sistemas eléctricos.
Pearson estima que la inteligencia artificial (AI) -que hoy vemos en tareas administrativas ejecutadas por computadoras- mejorará la productividad año a año, y para el 2020 el conocimiento y habilidades profesionales serán poco a poco recreados por la AI, dando paso a una nueva economía de menores costos y respuestas más inmediatas.
Todos estos cambios conducirán a una economía cada vez más humana, donde las empresas más exitosas serán aquellas que hayan tomado muy en serio a la persona en su ambiente laboral, y que hayan puesto igual énfasis en el bienestar de ellas como en las utilidades de la compañía. Llegará un momento en que los trabajadores y los clientes serán stakeholders que compartirán intereses comunes, y que tendrán la misma importancia para las empresas.
Adaptabilidad y agilidad se perfilan como los atributos más importantes que deberán desarrollar las empresas para poder enfrentarse exitosamente a los retos que les depara el futuro cercano. La manera en que los líderes empresariales planeen -y respondan- a las tendencias mencionadas nos llevará a ver cuáles serán las empresas líderes en la próxima década.