Arrancamos un nuevo año con la oportunidad de seguir avanzando en sostenibilidad, a pesar de las dificultades que se están generando y/o puedan darse en el camino. En los últimos meses hemos asistido más que nunca al cuestionamiento sobre si es momento de plegar las velas ante la polarización y controversia política, con la ideologización de determinadas temáticas, y las dificultades para avanzar en consensos internacionales, como muestran los pobres resultados de la COP16 de biodiversidad en Cali, la COP29 de cambio climático en Bakú y la COP16 de desertificación en Riad.
Aunque pueda parecer que nos encontramos ante un escenario pesimista, no es así. Contamos con la fortaleza del impulso regulatorio en mercados como el europeo y sus consecuencias globales, la irreversibilidad de los impactos en que se están manifestando los principales riesgos conectados con factores ASG, especialmente los propios del cambio climático, y la necesidad de seguir innovando de la mano de la escasez de los recursos y la evolución de los clientes.
Las principales tendencias están guiadas por la máxima de la transparencia, conectado con la confianza para la canalización de recursos, y la especial incidencia de estos en la mitigación y adaptación a los riesgos emergentes relacionados con clima, naturaleza, el entendimiento más holístico del medio ambiente y aquellos de índole social.
A continuación, una selección de los principales temas que marcarán la agenda en sostenibilidad:
1 – Evolución del reporting, en la adopción de marcos y estándares, que acelera su consolidación gracias a las normativas. Lidera Europa, con la obligatoriedad de reporting que pasa a extenderse a empresas fuera de la UE con negocios en la misma y que ya está haciendo notar su influencia a través de las subsidiarias en América Latina de empresas de capital europeo, sumando pronto a las multinacionales americanas con presencia en la UE. Por otra parte, la agenda en Latinoamérica está protagonizada por la adopción de las normas NIIF de sostenibilidad (S1 y S2).
2- Castigo al greenwashing. Junto con la evolución normativa, se manifiesta especialmente en una consideración más exhaustiva de criterios en las inversiones, la adopción de marcos y estándares de reporting, el cuidado en el etiquetado y la mayor precisión en los objetivos de reducción de emisiones y/o emisiones cero. De igual manera alimenta el fenómeno del greenhusing, con las empresas buscando no divulgar los compromisos adquiridos para evitar sean monitoreados y/o se vuelvan en su contra. A nivel normativo, la situación es muy diferente en Europa y Latinoamérica, con tareas pendientes en este lado del mundo.
3 - Canalización de los flujos de capital a través de esquemas ordenados, incluso con regulaciones asociadas. La taxonomía europea abrió un camino, que en América Latina siguieron Colombia y México; en 2024 fueron los países centroamericanos los protagonistas, con la publicación de las taxonomías de Panamá, Rep. Dominicana y Costa Rica. Las taxonomías generan mayor confianza de los inversionistas y fondeadores, facilitando lleguen recursos alienados con sus objetivos y criterios, además de que ayuda a las empresas en el alineamiento de los proyectos de inversión y capex. Queda el desafío de profundizar más allá de los objetivos climáticos, integrar objetivos sociales y establecer regulaciones que aceleren su adopción.
4 - Debida diligencia en las cadenas de suministro. A pesar de la moratoria en la aplicación del Reglamento de Cadenas Libres de Deforestación (EUDR, por sus siglas en inglés) de la UE, se mantiene su alcance, y los operadores europeos están trasladando las exigencias a sus proveedores en América Latina, con enormes dificultades para éstos por los modelos más atomizados de producción y la brecha tecnológica. La adopción finalmente por la UE de la Directiva Europea de debida diligencia de sostenibilidad en cadenas de suministro (CSRD, por sus siglas en inglés) va en la misma línea, con el impulso a la gestión de riesgos y adopción de buenas prácticas en materia social y ambiental, más allá de los límites de la UE, a través del aprovisionamiento. Se hace necesario también en la región el desarrollo de regulaciones específicas, que contribuyan a la competitividad global de sus empresas.
5 - Transición energética y adaptación al cambio climático. El mercado necesita de un respaldo más sólido de los gobiernos para contribuir juntos al cumplimiento de las metas de triplicar el abastecimiento global con energías renovables y duplicar la eficiencia energética. Es además el momento de la adaptación, con récords globales en las temperaturas y la extrema virulencia de los fenómenos climáticos. Constituye una destacada oportunidad de negocio para soluciones empresariales. Conecta también con la apuesta por soluciones basadas en la naturaleza, que por ejemplo contribuyan a conservar barreras naturales como los manglares. Relacionado con el castigo al greenwashing, nos encontramos los crecientes cuestionamientos a los compromisos de reducción de emisiones y emisiones cero, y la necesidad de que se sustenten en metodologías de referencia, así como cuente con el apoyo ejecutivo y financiero necesario.
Mirando el medio plazo, también destacar:
Está cada vez más cerca el momento de los riesgos sociales desde la perspectiva financiera. El lanzamiento en el segundo semestre de 2024 de la iniciativa del Taskforce on Inequality and Social-related Financial Disclosures (TISFD), del grupo de trabajo que preparará el marco de recomendaciones, constituye un hito clave. La iniciativa busca promover y facilitar que las compañías identifiquen, evalúen e informen sobre sus riesgos, oportunidades e impactos relacionados con la desigualdad y lo social. De esa manera, “reducir los riesgos sistémicos de la desigualdad, reforzar la estabilidad de los sistemas financieros y mejorar los resultados para todas las personas”. Sucede al anuncio por la IFRS Foundation en el primer semestre del año del inicio de los trabajos en una norma específica sobre relaciones laborales.
Crece también la preocupación por los riesgos asociados con el desarrollo de la tecnología, en aspectos como la privacidad de la información, los sesgos en la data y el uso de la misma, acelerado por la exponencial adopción de la inteligencia artificial.
Replanteamiento de los modelos lineales de producción, ante el agotamiento y encarecimiento de los recursos, la proliferación de normativas que frenan la generación de residuos y las oportunidades tecnológicas que se van desarrollando. La economía circular seguirá potenciándose. Aunque la falta de compromisos sobre la reducción de plásticos juega en contra, con el reciente fracaso en Busan de las negociaciones para un acuerdo vinculante, seguirán los avances del sector privado ante los drivers antes señalados.
Tensiones sociales y afectaciones empresariales ante la escasez de agua. El estrés hídrico ya afecta al 40% de la población en América Latina y el Caribe (Banco Mundial). Supone una seria amenaza para la disponibilidad de alimentos, para la salud pública y acrecienta las desigualdades. Conectado con la incidencia del cambio climático, muestra también la falta de inversión pública en infraestructura relacionada y las prácticas poco sostenibles de industrias especialmente demandantes, como la agricultura. A nivel empresarial encarece las operaciones, genera riesgos en la cadena de suministro y tensiones con las comunidades. Todo ello hará cada vez más necesario su priorización en la agenda pública, la colaboración público-privada y la innovación empresarial, conectando con el relacionamiento comunitario.