Mientras Perú y Colombia experimentaron alzas modestas, afectadas por la falta de consensos entre empresarios y trabajadores, México y Chile mantienen el liderazgo en la región, aunque con dudas en torno al futuro próximo.
Diciembre ha sido un mes de ajustes salariales para los miembros de la Alianza del Pacífico. Sus gobiernos han incrementado los sueldos mínimos vitales, aunque en circunstancias distintas, pues no todos los países alcanzaron un consenso para aplicar estas medidas.
La ola de alzas salariales inició el 4 de diciembre, cuando la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció el aumento del salario mínimo en 12%, a partir del 1 de enero de 2025, luego de un acuerdo entre el sector obrero y empresarial. Gracias a esta decisión, el sueldo mínimo general pasó de 248,93 pesos diarios (US$ 11,94) a 278,80 (US$ 13,38).
Asimismo, en la zona libre de la Frontera Norte, la suma pasó de 374,89 pesos (US$ 17,99) a 419,88 (US$ 20,15). Esta última es una franja de 25 kilómetros aledaña al límite internacional con Estados Unidos, la cual cuenta con salario mínimo doble para reducir las desigualdades comerciales con el vecino país. Si se analizan las cifras, el nuevo sueldo mensual de la frontera norte asciende a 12.596 pesos mensuales (US$ 604,5) y a 8.364 pesos (US$ 401,4) en el resto de México.
Cabe destacar que durante el anuncio de la medida, Sheinbaum prometió que su gobierno impulsará aumentos anuales del 12% al salario mínimo, con la meta de que los mexicanos puedan adquirir 2,5 canastas básicas hacia 2030. Se trata de un objetivo centrado en la recuperación del poder adquisitivo emprendida desde el sexenio de López Obrador.
Sin embargo, todo apunta a que el cielo no sería el límite para las aspiraciones del gobierno de Morena. El mes pasado, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) publicó un informe que analiza los impactos de la política de incrementos salariales de periodos anteriores.
Allí, se resalta que el alza de 2025 es menor ocho puntos porcentuales a las de los dos últimos años. Jesús Carrillo, director de Economía del Centro de Investigación en Política Pública, destacó en un artículo reciente que esta reducción notable del alza en el salario mínimo refleja que los próximos incrementos deberán ser más cautelosos.
El impacto en las empresas también es significativo: la Conasami afirma que el costo laboral se incrementará 1,4% con la última alza salarial. La situación se torna alarmante si tomamos en cuenta que el costo para las grandes empresas será de 0,4% a nivel nacional, mientras que para las micro y pequeñas ascenderá a 8,4%.
Bajo este panorama, el sector construcción sería uno de los más afectados con un 2,9% de carga adicional en México. Así, las dudas persisten si la administración Sheinbaum será capaz de mantener sus promesas iniciales de un salario mínimo en constante crecimiento.
DUDAS EN COLOMBIA Y PERÚ
Tres semanas después, Colombia siguió la tendencia luego que el 24 de diciembre, el presidente Gustavo Petro anunció un aumento del 9,54% del salario mínimo para 2025. De este modo, desde ayer, la cifra asciende a 1.423.500 pesos mensuales (US$ 322,9). Como la inflación en el país cafetero cerró en un 5% anual, Petro estimó que el salario mínimo tendría un crecimiento real del 4,54%.
El gobierno colombiano tomó la decisión de aumentarlo por decreto, luego del fracaso en alcanzar un acuerdo con los sectores empresariales y sindicales. Hasta diciembre, el salario fue de 1.300.000 pesos (US$ 294,88), tras otra alza por decreto, del 12,07%, a fines de 2023. Por aquel entonces, la inflación anual llegó al 9,28%, lo que ocasionó un incremento real menor al actual (2,79%).
Si bien los colombianos reciben el nuevo año con mayores perspectivas de ingresos, también debemos considerar la tendencia de los precios de bienes y servicios a subir en paralelo al salario mínimo. Un claro ejemplo son los copagos a las Entidades Promotoras de Salud (EPS). Estos serán más altos, lo que afectará a quienes requieran servicios médicos como consultas generales o exámenes de laboratorio.
A su vez, las tarifas del transporte público, multas de tránsito e incluso, los servicios de trabajadores independientes también se verían afectados por la estrecha relación de su valor con el salario mínimo.
Otro país que tampoco llegó a un consenso nacional sobre el alza es Perú. Si bien el 27 de diciembre, el Gobierno de Dina Boluarte decidió elevar el sueldo mínimo de 1.025 a 1.130 soles (US$ 270,1 a US$ 297,8), la Confederación General de Trabajadores de Perú (CGTP), el principal sindicato del país, se manifestó en contra.
“El monto debió ser de 1.330 soles (US$ 350,5) y no de 1.130. Hemos demostrado en la mesa de diálogo del Consejo Nacional de Trabajo que era viable un incremento de 305 soles (US$ 80,39) adicionales. Sin embargo, el Gobierno cedió a las presiones empresariales”, declaró Gustavo Minaya, secretario adjunto del gremio.
El vocero de la central sindical se refirió así al fracaso del diálogo entre el Consejo Nacional de Trabajo y la Comisión Especial de Productividad y Salario Mínimo, donde participan tanto empleadores como trabajadores. Desde la otra orilla, Alfonso Bustamante, presidente de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep) se opuso al incremento salarial, afirmando que la economía peruana aún se recupera de la recesión de 2023 y que las empresas podrían verse afectadas por la medida de Boluarte.
Dicho esto, el salario mínimo peruano se mantiene como uno de los más bajos de Sudamérica. Actualmente, se ubica en la séptima posición, únicamente por delante de Guyana, Brasil, Argentina y Venezuela. Mientras tanto, Uruguay encabeza la lista con una remuneración estimada en US$ 570.
EL CASO CHILENO
El segundo lugar lo ocupa Chile, cuyo salario mínimo subirá este mes a un estimado de 511.500 pesos (US$ 514,1). Hablamos de un reajuste basado en la inflación acumulada entre julio y diciembre de 2024. Además, obedece a una cuestión de fondo: el interés del presidente Gabriel Boric por garantizar a los chilenos un salario mínimo mayor a 500.000 pesos (US$ 502,5), un objetivo alcanzado de forma gradual durante su gobierno.
Este proceso comenzó cuando el sueldo mínimo de 350.000 pesos (US$ 351,7) fue elevado a 380.000 (US$ 381,9) en mayo de 2022. Posteriormente, en enero de 2023, luego que la inflación superó el 7% anual durante el año anterior, la remuneración despegó hasta los 410.000 pesos (US$ 412,09).
En contraste, el Banco Central de Chile declaró que en noviembre de 2024, se registró una inflación anual del 4,2%, lo que ha influido en un aumento salarial más modesto. No se descarta que en el primer semestre de 2025, este indicador alcance un 5%, lo que impactaría en la nueva alza salarial de julio, la última antes de las elecciones presidenciales de noviembre.