Trump advirtió en un tuit la semana pasada que la cumbre que se celebrará el jueves y viernes en su complejo turístico Mar-a-Lago será "muy difícil" y que "las compañías estadounidenses deben estar preparadas para buscar otras alternativas".
Aunque les preocupa la perspectiva de una guerra comercial, las empresas estadounidenses que operan en China quieren que el presidente Donald Trump logre algunas concesiones de acceso a ese mercado cuando se reúna esta semana con el líder del gigante asiático, Xi Jingping.
Trump advirtió en un tuit la semana pasada que la cumbre que se celebrará el jueves y viernes en su complejo turístico Mar-a-Lago será "muy difícil" y que "las compañías estadounidenses deben estar preparadas para buscar otras alternativas".
El mandatario ha dicho que quiere que las firmas de su país dejen de invertir en China y que, en su lugar, creen empleos a nivel local. También acusó a Pekín de manipular su divisa para impulsar las exportaciones.
Críticos en la industria estadounidense acusan a China de dar subsidios gubernamentales injustos a sus empresas e inundar el mercado con productos baratos que van desde el acero a los paneles solares, mientras restringen la inversión foránea en amplias áreas de la segunda mayor economía mundial.
Pero también les preocupa que las políticas de Trump sobre China no están muy claras, que no hay formado aún por completo su equipo comercial y que pueda ser objeto de un "gran regateo" que implique otros asuntos como Corea del Norte.
Trump acudirá al encuentro sin muchos asesores clave, como su elección para negociador comercial, Robert Lighthizer, que debe ser confirmado aún por el Congreso. Su nominado como embajador en China, Iowa Terry Branstad, tampoco está aprobado, y varios puestos en el Departamento de Estado relacionados con la política asiática siguen sin estar cubiertos.
"Con esto en mente, es difícil imaginar que habrá muchos logros concretos en esta cumbre, o incluso si hubo alguna discusión significativa previa entre las agencias acerca de la estrategia", dijo Randal Phillips, directivo del Mintz Group para Asia y ex representante jefe de la CIA en China.
"Acciones no palabras". Algunas de las mayores firmas estadounidenses han contribuido con miles de millones de dólares en inversión exterior directa que ha llegado a China en las dos últimas décadas, creando cientos de miles de empleos.
Entre ellas destacan tecnológicas como Apple, que fabrica gran parte de sus iPhones en China, automotrices como General Motors y Ford, empresas de maquinaria pesada como Caterpillar, minoristas como Starbucks y fabricantes de espuma de afeitar y detergente como Procter & Gamble.
Los productores de acero estadounidenses quieren que Trump presione a Xi en materia de precios, según una fuente que se reunió con el Gobierno antes de la cumbre. Las automotrices se quejan de la disparidad de tarifas: Estados Unidos carga un 2,5% por las importaciones de autos, comparado con el 25% de China.
No obstante, la situación más delicada es tal vez la de las firmas tecnológicas estadounidenses, preocupadas porque la nueva ley de ciberseguridad china, que entrará en vigor en junio, fija estándares potencialmente discriminatorios para las multinacionales.
El grupo de estudios Information Technology & Innovation Foundation (ITIF), en cuya junta directiva hay representantes de Apple, IBM, Google y otros pesos pesados de la industria, instaron al Gobierno de Trump a que presione a China para que "deje de amañar los mercados". Afirmó, asimismo, que una posible represalia por parte de Pekín no es razón para la inacción.