La unión de políticas públicas amigables a la electromovilidad y empresarios enfocados en democratizar el acceso a estos vehículos explican el liderazgo del país charrúa en la región.
Es oficial. Uruguay es el país con mayor presencia de vehículos livianos eléctricos en América Latina. Así lo reveló la Organización Latinoamericana de Energía (Olade) en un reporte publicado la semana pasada. A simple vista, los 5.950 autos eléctricos que circulan en la nación charrúa no son rival para las 152.493 unidades de Brasil o las 36.887 de México.
De hecho, Uruguay se ubica recién en el sexto lugar del top 10 regional. Sin embargo, el país alcanza 17,4 unidades por cada 10.000 habitantes, cifra que lo posiciona en el segundo lugar de vehículos electrificados per cápita, únicamente superado por Costa Rica (34,3 unidades por acada 10.000 personas).
POLÍTICAS PÚBLICAS: LA PRIMERA CLAVE
Hablamos que Uruguay tiene índices lejanos en comparación a los registrados en China (241,4), Europa (183) y Estados Unidos (72,4), pero muy superiores al promedio latinoamericano de 3,8 unidades. En ese sentido, las políticas públicas jugaron un rol clave en la electromovilidad del país: desde 2015, el gobierno exime a los autos eléctricos de la tasa general aranceleria del 23%.
Solo se aplica una tasa consular del 5% sobre el valor de compra. Además, el empadronamiento de estas unidades tiene un descuento del 50% en el valor. Se trata de incentivos que han facilitado la importación y compra de vehículos eléctricos en esta nación de tres millones de habitantes. Por otro lado, la Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas (UNE) ha invertido en la expansión de la infraestructura de carga.
Actualmente, Uruguay dispone de 347 puntos de carga y un 40% posee carga rápida. El siguiente objetivo es convencer al sector privado de contribuir al crecimiento de la red en los próximos meses.
Pero es en la comercialización de los vehículos donde los empresarios locales han tomado las riendas. Un claro ejemplo es Trike, empresa fundada en 2018 que importa y vende una gama diversa de vehículos eléctricos que buscan adaptarse a la movilidad urbana y de carga ligera.
Según Fernando Miraglia, cofundador de Trike, cuando decidieron que China sería su principal mercado de importación debido a la masificación de autos eléctricos y económicos en el país, notaron las claves de su éxito.
“En China, la gente adquiere este tipo de movilidad, porque piensa principalmente en su transporte cotidiano: en ir al trabajo, llevar a los niños al colegio, comprar en el supermercado y para ello, se necesita poco kilometraje. Entonces, de acuerdo a una visión de costo-beneficio, la gente no necesita más que un city car para eso y adopta los vehículos eléctricos por una inversión personal”, declaró Miraglia a AméricaEconomía.
De esta forma, Trike aplica la misma lógica en Uruguay, orientando los vehículos eléctricos a un público de gente trabajadora, que no puede permitirse un auto de mayor costo o que necesita una segunda movilidad para su familia.
Bajo esta premisa, la cartera de Trike incluye modelos como AMY, un auto familiar a US$ 9.980; el M1, un cupé a US$ 11.980; el Tricoco, un triciclo a US$ 1.980; el Eco Van, un camión a US$ 10.980, entre otros. Cabe destacar que la empresa permite financiar el costo de cada unidad en hasta 60 cuotas.
“Nosotros ofrecemos esa financiación a través del BBVA y la gente paga a través de la unidad indexada. Es un sistema que actúa con diferentes productos, ya sea la inflación o el valor del dólar. Digamos que es una forma muy equilibrada por si alguno de esos componentes llega a dispararse. La mayoría de nuestros compradores adquiere los vehículos por este medio”, explica Miraglia.
EL VALOR DE LA ELECTROMOVILIDAD
El cofundador de Trike afirma que cualquier empresario interesado en incursionar en la electromovilidad debe ser testigo del trabajo de sus proveedores. “Nosotros viajamos a cada una de las fábricas en China, conversamos con sus propietarios, evaluamos los productos qué usan y después del estudio, les pedimos exclusividad para las primeras negociaciones. De esta manera, nos aseguramos ciertos niveles de acuerdo a la ecuación calidad-precio, ciertos niveles en cuanto a la calidad del producto y la respuesta post-venta”.
Debido a estos acuerdos, Trike puede suministrar repuestos originales en caso los vehículos sufran accidentes. Asimismo, los modelos cuentan con la aprobación de la Comunidad Económica Europea (CEE), en materia de seguridad. Por otra parte, no emiten gases contaminantes ni producen ruido y se conectan a la corriente doméstica de 220V. Mientras tanto, su mantenimiento no requiere cambio de filtros, lubricantes ni correas de distribución.
Pensando en el futuro, Miraglia no descarta expandir la presencia de Trike a otros países de la región, aunque por ahora no con fines comerciales. “Muchas fábricas nos alientan a abrir el mercado a nivel internacional, pero coordinar los tiempos necesarios para promover esto es un poco complejo. Pero estamos en perfectas condiciones de asesorar a quienes estén interesados en el negocio en cualquier país de Latinoamérica”, señala.
Es así que el caso de Trike demuestra cómo la electromovilidad en Latinoamérica echa raíces en sociedades con políticas públicas sensatas y empresarios que apuestan por democratizar el acceso a los vehículos eléctricos y sus redes de carga.