Los resultados del Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (Simce), en Chile, prueba realizada a los alumnos de tercero medio (penúltimo año de la educación en el país), no hicieron más que confirmar una realidad evidente: el inglés es una de las grandes falencias a nivel país.
Y no se trata de un problema restringido a escolares, ni tampoco a la educación pública. Al contrario, estamos hablando de una brecha que se manifiesta en chilenos de todas las edades y condiciones sociales, independientemente si fueron educados en colegios particulares, subvencionados o públicos.
Más allá de los cuestionamientos que se puedan hacer al sistema educacional y a las políticas públicas que se hayan adoptado, lo cierto es que se trata de un desafío urgente y vital para el desarrollo económico y social de Chile.
Hoy por hoy, en un país que se desarrolla principalmente gracias a las exportaciones y a las inversiones extranjeras, el que sólo 4% de la población hable inglés es señal de que existe una brecha respecto de otros países, lo que no es acorde al crecimiento económico y al desarrollo social del que tanto nos enorgullecemos.
Así, en un país donde la apertura a mercados extranjeros y la globalización marcan la pauta de crecimiento a nivel empresarial, resulta al menos preocupante que sólo 2% de la población sea capaz de hablar inglés en forma moderada.
Por tal razón los head hunters deben responder a lo que actualmente las compañías chilenas están buscando, ejecutivos que dominen el inglés y que marquen una diferencia a la hora de liderar un área, armar proyectos y entender conceptos que muchas veces son en inglés.
Hay una necesidad real de incluirlo en la vida cotidiana, no solo en colegios, sino en universidades y en el trabajo mismo, dejando de lado ese chovinismo que evita los conceptos en inglés para privilegiar el español. Lo cierto es que, a falta del conocimiento de chino mandarín, el inglés es la única vía de comunicación, no sólo con los países de habla inglesa, sino con el creciente y cada vez más atractivo mercado asiático.
Es, precisamente, la creencia de que se trata de un “segundo idioma” lo que ha relegado al inglés en un lugar secundario en la educación escolar y universitaria, error que ha llevado a aumentar aún más la brecha educacional y la desigualdad de oportunidades.
El Simce demostró que hay abordar este tema. Por eso, tenemos una oportunidad única de adoptar políticas orientadas a terminar con la cultura del “segundo idioma”, y convertir a Chile en un país bilingüe y, por ende, capaz de comunicarse con el desarrollo.