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Biden vs. Trump, ¿qué viene para América Latina?
Jueves, Junio 27, 2024 - 11:30
Foto Reuters

A poco más de cuatro meses de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, las encuestas muestran un empate entre Donald Trump y Joe Biden. Independientemente de quién sea el próximo presidente, la agenda con Latinoamérica continuará girando en torno a la inmigración ilegal y la influencia de China en la región. 

Pese a que Joe Biden y Donald Trump no han sido nominados oficialmente por sus respectivos partidos y tampoco ha arrancado formalmente la campaña presidencial, esta noche ambos se verán las caras en un debate bastante anticipado en los estudios de CNN en la ciudad de Atlanta.

Definitivamente, el tema migratorio será uno de los temas centrales de este debate y es también una de las principales prioridades de Washington en este momento, y lo continuará siendo, no importa quién ocupe el cargo más importante en la Casa Blanca a partir del próximo 20 de enero. No obstante, los estilos del candidato demócrata y actual presidente, Joe Biden, y del republicano, Donald Trump, van a marcar la diferencia. 

“Con Biden esperamos una combinación de sus propias medidas recientes para fortalecer la seguridad en la frontera con otras más liberales para beneficiar a los indocumentados. Sería una política más equilibrada”, dijo Michael Shifter, expresidente y actual fellow de Inter-American Dialogue en entrevista con AméricaEconomía

“Mientras tanto—agregó el experto—con Trump nadie espera que sea más moderado, sino más radical”. No obstante, Shifter ve difícil que el republicano pueda cumplir promesas de campaña renovadas, como la deportación de 11 millones de indocumentados (algo que incumplió en su primer mandato) por las dificultades prácticas para lograrlo. “Sin embargo, la retórica antiinmigración le servirá para mostrar que tiene una actitud muy dura”, acotó. 

Por otra parte, sea quien sea, el próximo presidente continuará vigilando el rol de China en América Latina en varios frentes: su creciente influencia política y económica en la región, sus intentos de usar el Tratado México-Estados Unidos Canadá (T-MEC) como “puerta trasera” para sus exportaciones al mercado del país del norte, y su papel en el tráfico ilegal de fentanilo hacia Norteamérica.

“A Washington le inquieta lo que tiene que ver con las inversiones chinas en infraestructura en América Latina y sus exportaciones de equipos de tecnología y comunicaciones”, aseguró Shifter. El académico mencionó como ejemplo el puerto de Chancay, en Perú, que, patrocinado por China, está a punto de entrar en operación para convertirse en una gran puerta para el incremento del comercio entre el gigante asiático y Latinoamérica. “El puerto es un tema clave entre Perú y Estados Unidos. Hay preocupaciones de que China lo pueda usar como una herramienta de espionaje”, aseveró, aunque no precisó qué acciones puntuales podrían tomar Trump o Biden al respecto. 

Eric Farnsworth, vicepresidente de Américas Society (AS)/Council of the Americas (COA), Washington, D.C. Office, comentó a AméricaEconomía que, independientemente de quién sea el próximo presidente, “los Estados Unidos deberían dejar de quejarse de la influencia China y mostrar por qué nuestro enfoque es mejor. Tener resultados concretos que conlleven a la inversión, el comercio y el desarrollo. Que se vean los beneficios de trabajar con Estados Unidos”. 

En ese sentido, Farnsworth resaltó que Washington debe facilitar el uso de herramientas de cooperación regional, como las que ofrecen agencias como la International Development Finance Corporation. “No usamos estas herramientas y China toma ventaja. No es que los latinoamericanos quieran trabajar con los chinos, es que no le brindamos alternativas a la región”, puntualizó. 

En todo caso, una mayor integración comercial entre Latinoamérica y el país del norte parece distante. Los analistas coinciden en que ambos, Biden y Trump, son esencialmente proteccionistas. “La agenda comercial que los Estados Unidos solía promover en el hemisferio occidental se ha vuelto impopular para demócratas y republicanos”, aseguró Farnsworth. En años recientes Washington ignoró peticiones de Uruguay y Ecuador para firmar tratados de libre comercio con cada país, mientras que hace tan solo unas semanas entró en vigencia un acuerdo de liberalización comercial sino-ecuatoriano. 

La relación con México, la prioridad

Existe consenso en que México es y continuará siendo prioridad para Biden o Trump en 2025-2029, dado el protagonismo del país azteca en temas sensibles para los norteamericanos, tales como la inmigración ilegal y el tráfico de fentanilo por la frontera, así como los ya mencionados intentos chinos por usar el T-MEC para ingresar bienes al mercado estadounidense. 

“El fentanilo es un problema grande aquí (en Estados Unidos) y va a continuar siéndolo. En el caso de México, el tema está ligado a China”, explicó Farnsworth, quien agregó que el Congreso norteamericano va a presionar a la próxima administración (cualquiera que sea) por resultados en la guerra contra el sintético porque, a su vez, los congresistas necesitan mostrar avances frente a su base electoral, azotada por las crecientes cifras de adicción al opioide. 

Dicho lo anterior, en este frente también existirían matices bajo un eventual nuevo gobierno de Donald Trump. Es muy posible que el republicano adopte una posición más dura sobre el tema de las drogas sintéticas. Shifter no descarta que Trump pueda llegar incluso a tomar alguna intervención directa para mostrar fortaleza y resultados, como por ejemplo, el uso de drones en algún operativo antidrogas más allá del Río Grande, que divide la frontera bilateral.

Así mismo, es posible que Trump utilice las negociaciones para revisar el T-MEC, programadas para 2026, para presionar a México en diversos frentes. “Aún faltan dos años para la renegociación del tratado, pero me parece que Biden tomará una visión más armónica del acuerdo, mientras que Trump usará el tema como herramienta para apalancar metas o comportamientos frente a otras prioridades como la inmigración, o temas comerciales en general”, afirmó Farnsworth.

Shifter coincide. “La renegociación del tratado tiene mayores riesgos si es Trump quien llega a la Casa Blanca”, dijo, al explicar que aunque ambos candidatos son proteccionistas, el republicano es “más extremo y menos sensible a los efectos de sus medidas en México y otros países, mientras que Biden sí toma en cuenta las consecuencias en otras naciones”.  

Cualquiera sea la próxima administración en la Casa Blanca, ésta tratará de imponer requerimientos de contenido regional más altos en el marco de la renegociación del T-MEC, como una forma de limitar el acceso disfrazado de bienes chinos, más visiblemente en el caso de los autos eléctricos. 

El resto de América Latina, sin grandes cambios

Llama la atención que la relación entre el gigante del norte y un país clave para la región, como lo es Brasil, no sea más estrecha, y no existen expectativas de que esto cambie a partir del 20 de enero de 2025. Farnsworth explicó que, aunque hay una buena relación bilateral, Washington no le da al país carioca el nivel requerido por su tamaño y rol regional. 

Los expertos coinciden en que no habrá mayores sobresaltos con Lula da Silva, incluso a pesar de diferencias en temas como Ucrania y China. Sin embargo, podría darse algún roce con Trump, si, como lo advierte Shifter, Lula se “irritara” con el republicano en caso de que éste último decidiera tomar alguna cercanía “indebida” con el expresidente conservador Jair Bolsonaro.   

Por su parte, la relación con Colombia, de quien se decía frecuentemente era el aliado más importante de Estados Unidos en la región, parecerían estar enfriándose bajo el gobierno de Gustavo Petro, y la expectativa es que, aunque la relación no se deteriorará, tampoco se va a fortalecer, por lo menos hasta el final del mandato del presidente de izquierda, en agosto de 2026. 

La relación con el país cafetero había estado dominada por la agenda antidrogas, pero el tráfico de cocaína ha perdido relevancia entre la opinión pública norteamericana. “La producción de cocaína ha subido en Colombia, pero aun así Estados Unidos no ha dicho nada y simplemente ha movido sus hombros para arriba. Es realmente interesante”, dijo Farnsworth. Shifter, por su parte, explicó que Biden ha hecho todo por mantener buenas relaciones con Petro, pero es posible que con Trump en la presidencia por segunda vez, los estilos de personalidad choquen entre el eepublicano y el líder colombiano. “Con Trump puede haber una retórica más drástica, y eso puede impactar la relación”, dijo Shifter. 

De Trump podría esperarse también alguna confrontación con el régimen de Nicaragua. “No tiene presentación tener un tratado de libre comercio con una dictadura que trabaja activamente contra los intereses nacionales de Estados Unidos y de sus propios vecinos en América Latina”, dijo Farnsworth, quien no descarta que la próxima administración rompa con el tratado en respuesta a las acciones del régimen nicaragüense en favor de la inmigración ilegal hacia el país del norte.

En últimas, como lo explicara Farnsworth, la posición final de Washington hacia América Latina a partir del 2025 va a depender también de quiénes ocupen cargos clave en la próxima administración, incluyendo la Secretaría de Estado y la Secretaría Asistente e, incluso, el Representante Comercial. “Si Biden es reelegido, la política hacia América Latina será muy similar. No habrá cambios dramáticos”, dijo, aunque agregó que podría darse una mayor apertura hacia Cuba y un estilo más pragmático para trabajar con mandatarios regionales de diferentes ideologías, “desde Milei en Argentina, hasta Petro en Colombia”.

 

Autores

David Ramírez