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El Caribe Boliviano
Viernes, Julio 31, 2015 - 10:12

Con tecnología chilena, los suburbios acomodados de Santa Cruz de la Sierra se llenan de playas artificiales a imagen y semejanza de Miami.

Santa Cruz de la Sierra es conocida en Bolivia como la ciudad de los anillos, debido a la configuración radiocéntrica de sus distritos y barrios. En el imaginario de la ciudad confluyen también sus calores extremos, un intenso movimiento económico y empresarial (es la capital agrícola y petrolera del país) y los encontrones periódicos entre las autoridades locales y el gobierno central en La Paz.

Hoy un nuevo elemento se está agregando, debido a una serie de proyectos inmobiliarios ubicados en la zona del Urubó, en los extramuros al oeste de la ciudad: playas privadas, de blancas arenas y aguas prístinas como las del Caribe.

Es la apuesta del conglomerado empresarial CLOUDSA, que inició hace dos años el proyecto Mar Adentro, un lujoso condominio cuya principal atracción es una playa artificial. “Es una revolución en el mercado inmobiliario de Bolivia”, dice Ramiro Miranda, gerente general de Mar Adentro.

El proyecto, que demandó una inversión de US$20 millones, utiliza la tecnología desarrollada por la empresa chilena Crystal Lagoons. Como Mar Adentro, también tendrán su playa los proyectos Plata Turquesa, Urubó Golf y Puerto Esmeralda. Ya sea como country club, como residencias o condominios de departamentos, el concepto en el que se alinean todos estos emprendimientos es el de entrelazar entretenimiento con estilo de vida vacacional y espacio cerrado. Bolivia se suma así a las tendencias regionales de la nueva segmentación residencial.

Lujo de jeques

Desde que en 2006 inauguró su primera megapiscina cristalina en el balneario de Algarrobo, en el

litoral central chileno, el bioquímico y gestor inmobiliario Fernando Fischmann se ha transformado en

una celebridad mundial, llevando el concepto a decenas de países. Entre sus principales hitos está una laguna de 12,5 hectáreas en Sharm-el-Sheik, Egipto, y la de Mohammed Bin Rashid City, en Dubai, de 40 hectáreas. Fischmann ha comercializado su invento como concepto inmobiliario de lujo, y también como mecanismo de enfriamiento de agua en centrales termoeléctricas.

Según un artículo de la revista Popular Mechanics, la tecnología patentada de Fischmann es “un proceso automatizado basado en pulsos y filtración ultrasónica, que utiliza solo el 2% de la energía consumida por los sistemas de filtrado de piscinas tradicionales”. Se trata de una serie de sensores que monitorean los niveles de algas y bacterias, e inyectan cloro y cal para mantener estable el pH. Así aseguran una mayor eficiencia energética y un resultado llamativo para el entorno.

Miranda, de Mar Adentro, destaca que la piscina del proyecto “tiene una capacidad de 65.000 m3, pero no se crea que toda esta cantidad debe renovarse”. El ejecutivo destaca que el manejo de agua que hace Crystal Lagoons es muy eficiente y que los costos de mantenimiento “son bajos, sobre todo son para compensar el factor de la evaporación, que es ínfimo”.

La empresa chilena franquicia la tecnología y  proporciona servicios de mantenimiento en base a un contrato a 10 años, según explica Erick Durán, del departamento comercial del proyecto Playa Turquesa.

El hecho de que tantos proyectos inmobiliarios de Santa Cruz estén utilizando esta tecnología tiene varias lecturas. La primera y más obvia es el lugar que ocupa el mar en el inconsciente de un país mediterráneo como Bolivia. La segunda, que la economía boliviana está generando su propia dinámica de millonarios, de la mano del modelo de desarrollo del presidente Evo Morales. Erick Durán, de Playa Turquesa, indica que en la actualidad el segmento de mercado nacional representa el 40% de sus ventas en departamentos. El área de Urubó ha concitado una mayor atención de compradores provenientes de La Paz y Cochabamba, “y un número estimable de inversionistas extranjeros”.

A pesar de su dinamismo empresarial, Santa Cruz no figura en los circuitos turísticos de la región. Diego Parada, gerente comercial de Mar Adentro, espera que la construcción de estas lagunas artificiales genere el efecto de “polo de atracción turístico hacia la ciudad”, de modo que otros rubros puedan también enrolarse en el movimiento y proyectar hacia arriba el nivel de vida de los cruceños.

Aunque se trate de proyectos orientados a los sectores privilegiados de la población boliviana, muchos consideran que serán un estímulo de futuras inversiones y emprendimientos en Santa Cruz. No deja de ser paradojal que, en medio de la disputa marítima entre Bolivia y Chile, sea una empresa chilena la que posibilite una especie de simulacro urbano de vida aledaña al mar, donde los ricos bolivianos pueden hacer remo, windsurfing y otros deportes acuáticos.

Autores

Jorge Luna Ortuño