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Mesas directivas en la Economía del Futuro: un pendiente en A. Latina
Lun, 27/05/2019 - 14:57

Carolina Rossi

Mesas directivas en la Economía del Futuro: un pendiente en A. Latina
Carolina Rossi

Carolina Rossi es empresaria y directora de empresas de tecnología. Periodista especializada en temas de innovación. Mentora y jurado de Start-Up Chile, Parallel 18, Honduras Digital Challenge, entre otros. National Experts de los World Summit Awards (ONU), Directora de Incubadora Santiago Innova y Health Consulting Partners, miembro del consejo Asesor de Laboratoria. Ha sido consultora para el Banco Mundial en temas de innovación y actualmente lidera la expansión global de InnovaRock. Es Social Venture Fellow Harvard University 2009, SOSV Fellow 2015, Joven Lider El Mercurio 2015 y miembro del consejo asesor de emprendimiento de Corfo, Chile. Top 25 Entrepreneurs Corckbick, Ireland 2015. Latam Startups Fellow (Toronto) 2018.

En un matutino chileno, hace unos días se dio a conocer el desglose del perfil de los directores de las empresas del Índice de Precio Selectivo de Acciones (IPSA), el principal índice bursátil deChile, elaborado por la Bolsa de Comercio de Santiago y que mide la rentabilidad de las 40 acciones con mayor presencia bursátilI. Al analizar a esos directores, se hace evidente que quienes todavía toman las grandes decisiones del país -al menos a nivel privado- sigue siendo un grupo homogéneo que podemos describir así: hombre, chileno, egresado de una academia ligada a una región específica y, mayoritariamente, bajo su brazo ostenta el título de ingeniero comercial. ¿Lógico? Sí ¿Sorprendente? No, para nada. ¿Coherente? Sí, muy probable. ¿Meritorio? No lo puedo asegurar, pero con seguridad muchos de ellos sí lo merecen… otros muchos, no tanto. 

No es primera vez que me llama la atención esta configuración predecible. En más de un almuerzo con cercanos he comentado esta radiografía social, pero a mis contertulios no les ha llamado la atención. En general, lo encuentran algo "racional y coherente"; "lógico y positivo".

Quizás, hace 30 años, cuando este país sufría las consecuencias feroces de la falta de libertad, pensar así habría podido ser mejor defendido. Porque hoy, en pleno 2019, cuando la Inteligencia Artificial (IA) toca las puertas de nuestras empresas; cuando el big data es un bien necesario y las organizaciones debiesen ser cada vez más abiertas y pluralistas; y cuando un alto porcentaje de la mano de obra pasará a depender de algoritmos y computadores que tomarán las decisiones por nosotros, no es justificable que en un país miembro de la OCDE siga teniendo directorios de empresas tan poco heterogéneos. 

Ahora, más ruido me hace que el debate para alcanzar la ansiada heterogeneidad se centre sólo en la panacea del género.

Si bien en la lista "Fortune 500" (de las 500 mayores empresas estadounidenses de capital abierto a cualquier inversor según su volumen de ventas.), cerca del 20% de los directores de estas empresas son mujeres, mientras que en América Latina -al menos hasta 2018- no superábamos el 10%. Es, sin duda, parte de la solución ingresar a mujeres en mesas directivas, porque seguimos sin resolver el problema de fondo.

Durante mi experiencia en directorios ligados al ámbito de la tecnología y el emprendimiento, lo fundamental en la toma de decisiones estratégicas es la diversidad de quienes estamos sentados en la mesa, más que el genero. Por lo mismo, no puedo estar más de acuerdo en que sumemos a más mujeres en la toma de decisiones, pero ese, querida/os compatriotas feministas, no es el quid.

La conquista a perseguir es cómo en pleno siglo XXI seguimos aceptando que los grandes conglomerados sean liderados por un grupo homogéneo, cualquiera sea su origen, condición o género.

En los próximos diez años viviremos un mundo donde la tecnología tomará muchas de las decisiones que hoy tomamos con el hemisferio izquierdo del cerebro. Por lo mismo, sumemos a líderes que se muevan con el otro lado del cerebro, el derecho. Ese de los artistas, de los creadores, de los arquitectos, de los periodistas, de los historiadores. Muchos de ellos deben de estar hoy sentados en esas mesas y ser los que harán la conexión entre la sociedad y la tecnología. 

El real peligro está en que si no queremos que todas las empresa del IPSA desaparezcan de aquí a diez años, debemos modificar la razón, alzar la voz y apelar a lo que nos queda de humanidad para subir a esas mesas el talento de filósofos, artistas, arquitectos, periodistas e ingenieros. Ya que el mundo, como se nos viene encima, requiere de la mezcla más profunda de esas visiones. En el constante cambio, lo único que nos puede salvar es observar cada acción con ojos diferentes y volver a crear soluciones que puedan adaptarse a una constante inestabilidad. Eso, se logra haciendo las mesas lo más heterogéneas posibles.

En el mundo de las startups, aquella variable se intenta buscar constantemente. Cuando un inversionista apuesta por un proyecto de alto riesgo y alta disyunción, una de las primeras preguntas que realiza a quienes lo lideran es conocer las habilidades distintas que posee el equipo. Un poco para nivelar la cancha y para asegurar que en los constantes vaivenes de toda startup, puedan confirmar que podrán moverse con ambos hemisferios del cerebro. Sin ello no hay innovación; sin ello no hay creatividad; sin ello no hay cambio y Latinoamérica se seguirá quedando atrás.

La Revista Foreign Affairs, en 2016, publicó un ensayo de Andrew McAfee y Erik Brynjolfsson, llamado "Human Work in the Robotic Future". En este se materializa lo más destacado sobre el cambio de habilidades que necesitaremos los humanos para co-habitar un mundo donde la tecnología nos quitará mucho espacio y la fuerza laboral será puesta en jaque. Y más que dedicarnos a analizar el cómo movernos en el futuro, lo que plantea la publicación es que los tiempos ya llegaron y somos nosotros los que debemos ajustarnos a estos.

Por eso, espero, con sinceridad, que abramos los ojos y comencemos a analizar cada puesto en las mesas de directorios de la región, no solo desde el género, sino que sobre todo desde la diversidad, ese atributo pendiente y urgente que necesita Latinoamérica.

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