Pasar al contenido principal

ES / EN

Chile: la confianza que se fue
Lun, 30/11/2015 - 09:41

Carlos Escaffi

Perú: cuando los emprendedores se hacen notar
Carlos Escaffi

Director del think tank Relaxiona Internacional y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Recuerdo épocas en las que nos sentíamos tan orgullosos de lo significaba la institucionalidad pública en Chile; la independencia de poderes, épocas en que aún creíamos en los modelos de administración impuestos por nuestros políticos, donde "la palabra" ahora extinta por completo tenía un reconocido e inconmensurable valor.  Épocas en que se creía, se concertaba, se confiaba, y en consecuencia, uno se la jugaba por conseguir lo acordado, se honraban los acuerdos y las promesas se cumplían.

Hoy el panorama nacional es diametralmente opuesto. Lo digo con crudeza: "en Chile nadie confía en nadie". La confianza se extinguió completamente y es que ocurrieron una sucesión de lamentables hechos que fueron corroyendo el alma de nuestra sociedad, llegando a un nivel extremo donde por todos lados se escucha: "no te creo".

Resulta que hoy todo es cuestionable, todo tiene doble lectura, con razón o no. El tema es que la percepción social afirma que todo es una "chimuchina"; y cómo no tendrían razón con esa percepción, si ante el tamaño escándalo que involucró a la figura más importante de nuestro gobierno, surgió de la presidenta una respuesta ingenua: que se había enterado por la prensa, sumado al hecho de que la autoridad fiscalizadora en materia impositiva hasta la fecha no abre un cabal proceso de investigación para formalizar a responsables. Me imagino que las razones obedecerán a que todos sus esfuerzos están orientados a la fiscalización de las complejas kermeses en los colegios y bazares.

Sigo: cómo no tener esta percepción social que todo es un "arreglín" cuando los casos de colusión afloran cual lava de volcán a punto de estallar. Empezamos con el caso de los pollos, que involucró a las principales productoras de carne de ave del país; luego las farmacias que fueron investigadas por alzas concertadas en los precios (a propósito, ¿se han dado cuenta que ahora hay más farmacias que botillerías?). Después el transporte de vehículos y la acusación a seis navieras; continuamos con el cartel del papel (higiénico), y finalmente, el gas licuado que no necesariamente ocurre en nuestro país (pero sí en uno fronterizo), aunque involucra directamente a una reconocida empresa nacional.

Entonces, ¿qué pasó con nuestros distinguidos y en algunos casos generosos empresarios? ¿Dónde quedó la decencia en el cómo hacer negocios? ¿Se darán cuenta que esto afecta directamente la imagen de Chile en el exterior, y por cierto, nuestra participación activa en la OCDE? Demás está decir el daño efectuado con conocimiento hacia nosotros: los denostados, vejados y en algunos tristes casos, hasta ultrajados consumidores. Se han preguntado ¿cuánto importamos realmente?

Continúo: hoy nos mortifica que nuestros honorables senadores y diputados con una larga, muy larga trayectoria en el Congreso, nos pretendan convencer de que tenemos que seguir creyendo en lo que nos vendieron en algún momento y realicen denodados esfuerzos para mostrarse cuales sofistas en la antigua Grecia recurriendo a laberintos dialécticos con los que pretenden validarse y asegurar que sus canteras son "el camino" a seguir; sin embargo, el sentir del pueblo es otro, el chileno de a pie se cansó, le da lo mismo el color que tenga o la militancia, simplemente no cree en sus políticos; y la verdad de las cosas que razones no le faltan, puesto que se han sentido decepcionados y si no me cree pregúntese:  ¿se sintió representado por algún diputado o senador?, ¿se siente respaldado cuando los ve aparecerse en una situación de emergencia y después presenciando (en paralelo) en una tribuna de Inglaterra un mundial de Rugby? Finalmente, ¿cree cuando les dicen: "yo sé lo que usted siente"?

Considero que una importante muestra de civismo por parte de nuestros líderes políticos sería el dar paso a nuevos cuadros políticos, a chilenos como usted, sin militancia, sin intereses, cuya única motivación sea servir a Chile. Probablemente lo anterior suene excesivamente romántico o apasionado, sin embargo, considero que nunca estará demás idealizar teniendo como norte una mejor patria.

Así las cosas, no nos quejemos de lo que tenemos. Está demás que se lo recuerde: los corresponsables somos nosotros. Por eso le propongo algo: en vez de tanta queja, ¿por qué no nos unimos en una sola causa?, ¡devolverle la confianza a Chile!, partiendo por usted y por mí. O acaso ¿no seremos capaces de construir un cambio? ¿O siempre tendremos que ser dirigidos por "los elegidos-ungidos"?

Chile.. a pensar.

Países
Autores