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Cómo la inmigración ha cambiado y mejorado el mundo
Lun, 22/02/2016 - 11:01

Ian Goldin

Ian Goldin
Ian Goldin

Ian Goldin es director de la Oxford Martin School y profesor de Globalización y Desarrollo en la Universidad de Oxford.

¿La inmigración es buena o mala? Algunas personas dicen que los inmigrantes atraviesan las fronteras, dejan a otros sin trabajo, son una carga para los contribuyentes y una amenaza para la cultura local. Otras personas opinan lo contrario: la inmigración estimula el crecimiento económico, satisface la escasez de talento y ayuda a crear una sociedad más dinámica.

La evidencia comprueba claramente que los inmigrantes proporcionan beneficios económicos significativos. No obstante, existen costos económicos y sociales a corto plazo para el ámbito local. De la misma manera que ocurre con los debates sobre el comercio, donde el instinto proteccionista tiende a superar la necesidad a largo plazo para alcanzar sociedades más abiertas, el papel fundamental que los inmigrantes desempeñan en el desarrollo económico a menudo es superado por las medidas defensivas diseñadas para prohibir la entrada de los inmigrantes. Debe encontrarse una solución por medio de políticas que permitan que los beneficios puedan compensar las pérdidas.

En todo el mundo hay aproximadamente 230 millones de migrantes, lo cual equivale a alrededor del 3% de la población mundial. Esta cifra no ha cambiado mucho en los últimos 100 años. Pero debido a que la población mundial se ha cuadriplicado, lo mismo ha ocurrido con el número de migrantes. Y desde el inicio de la década de 1900, el número de países ha aumentado de 50 a más de 200. Una mayor cantidad de fronteras implica una mayor cantidad de migrantes.

Del flujo global anual de aproximadamente 15 millones de migrantes, la mayoría pertenece a una de cuatro categorías: económica (6 millones), estudiantil (4 millones), familiar (2 millones) y refugiados/asilados (3 millones). Hay alrededor de 20 millones de refugiados oficialmente reconocidos en todo el mundo, y 86% de ellos han sido acogidos en países cercanos a los suyos, a diferencia del 70% de hace 10 años.

En Estados Unidos, más de un tercio de los inmigrantes documentados son personas con mano de obra calificada. En Europa existen tendencias similares. Estos porcentajes reflejan las necesidades de esas economías. Los gobiernos que están abiertos a la inmigración ayudan a las empresas nacionales, las cuales se vuelven más ágiles, adaptables y lucrativas en la lucha por el talento. Por su parte, los gobiernos reciben ingresos y los ciudadanos prosperan con el dinamismo que los migrantes altamente calificados traen consigo.

No obstante, no sólo los migrantes con mano de obra calificada son vitales. En Estados Unidos y en otros lugares, los trabajadores migrantes con mano de obra no calificada son una parte esencial de la construcción, la agricultura y los sectores de servicio.

Si los inmigrantes desempeñan un papel tan vital, ¿por qué existe entonces tanta preocupación?

Algunas personas creen que los inmigrantes les quitan los trabajos a otros y destruyen las economías. La evidencia comprueba que esa es una opinión errónea. En Estados Unidos, los inmigrantes han sido fundadores de compañías como Google, Intel, PayPal, eBay y Yahoo! De hecho, los inmigrantes de mano de obra calificada constituyen más de la mitad de fundadores de los start-ups en Silicon Valley y de más de la mitad de los patentes, incluso cuando constituyen menos del 15% de la población. La cantidad de inmigrantes que han ganado premios como el Nobel, que han llegado a ser miembros de la Academia Nacional de Ciencias y directores de cine galardonados con el premio Óscar ha sido tres veces mayor de lo que podría predecirse en base al total de la población que componen. Investigaciones del Banco de la Reserva Federal de San Francisco han concluido que “los inmigrantes expanden la capacidad productiva de la economía al estimular la inversión y promover la especialización, lo cual produce un aumento en la eficacia y aumenta los ingresos por trabajador”.

Investigaciones acerca del impacto neto fiscal de la inmigración demuestran que los inmigrantes contribuyen significativamente más en impuestos que los beneficios y servicios que reciben. De acuerdo con el Banco Mundial, aumentar la inmigración por un margen igual al 3% de la fuerza laboral en los países desarrollados generaría ganancias económicas globales de 356 mil millones de dólares. Algunos economistas predicen que si las fronteras se abrieran por completo y a los trabajadores se les permitiera ir a donde quisieran, esto generaría ganancias de hasta 39 billones de dólares para la economía mundial en un lapso de 25 años.

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Se busca empleo. En el futuro será todavía más imperativo garantizar una fuerte oferta laboral aumentada por los trabajadores extranjeros. En términos globales, la población está envejeciendo. En la década de 1950, había sólo 14 millones de personas mayores de 80 años de edad. En la actualidad hay más de 100 millones y las predicciones actuales indican que habrá casi 400 millones de personas mayores de 80 años para el año 2050. Con la fertilidad descendiendo por debajo del nivel de reemplazo en todas las regiones excepto en África, los expertos predicen tasas de dependencia rápidamente crecientes y un declive en la fuerza laboral de la OCDE de aproximadamente 800 millones a cerca de 600 millones para el 2050. Este problema es particularmente agudo en Norteamérica, Europa y Japón.

No obstante, existen preocupaciones legítimas acerca de la migración a gran escala. La posibilidad de la dislocación social es real. De la misma manera que la globalización –una gran fuerza para el bien del mundo– los aspectos positivos son difusos y a menudo intangibles, mientras que los aspectos negativos son difíciles para un pequeño grupo de personas.

Sí, esos aspectos negativos deben controlarse. Pero ese control debe llegar aunado al reconocimiento de que la migración siempre ha sido uno de los impulsores más importantes en el progreso y dinamismo humanos. La inmigración es buena. Y, en la era de la globalización, las barreras que frenan la migración representan una amenaza al crecimiento económico y la sustentabilidad. La migración libre, como el comercio completamente libre, sigue siendo un plan utópico, incluso cuando dentro de ciertas regiones (como Europa) se ha comprobado que esto funciona.

Como John Stuart Mill lo dijo enfáticamente, debemos garantizar que los costos locales y a corto plazo de la inmigración no menoscaben su papel “como una de las primarias fuentes del progreso”.

*Este artículo es parte de su libro Personas excepcionales: cómo la migración ha transformado el mundo y definirá nuestro futuro, el cual escribió con Geoffrey Cameron y Meera Balarajan y ha sido publicado por la Princeton University Press.

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