Es un hecho comprobado estadísticamente, que existe una mayor tasa de fertilidad y crecimiento poblacional en los países con menor desarrollo económico que en los países más prósperos materialmente. Parece un contrasentido que la fertilidad y la población aumenten mientras peores sean las condiciones económicas, pero es un hecho tangible. Y puede ser que no tenga sentido en la lógica de la economía, pero sí tiene sentido en la lógica biológica. Mientras mayor sea la probabilidad de mortalidad en una sociedad, mayor será el intento de las mujeres por preservar la especie, incrementándose la fertilidad.
En las sociedades con más oportunidades para la mujer, el progreso y desarrollo profesional femenino frenan la necesidad de procrear a una tasa creciente, es por esto que los países con mayor tasa de fertilidad están en África y los de menor fertilidad en Europa. Por eso también notamos que las economías en crisis, muestran una fuerte tendencia al incremento en las tasas de natalidad.
Para el economista Jeffrey Sachs, las perspectivas demográficas del mundo para el 2050 estarán determinadas por las tasas de fertilidad de los países más pobres económicamente. Si el incremento poblacional en los países de África y Asia no se desacelera, que ocurrirá si estas zonas no se desarrollan de manera integral, existe un riesgo de sobrepoblación y escasez de recursos. En el año 2011 la población mundial alcanzó los 7000 millones de habitantes, siendo el máximo esperado 10.000 millones de habitantes, de acuerdo a las proyecciones límites que nos muestra Jeffrey Sachs en su libro “Economía para un planeta abarrotado”. Nos acercamos peligrosamente al borde de estas estimaciones.
Adicional al problema del crecimiento de la fertilidad en los países más pobres económicamente, se suma el grave problema de la paternidad irresponsable. La paternidad responsable es clave para alcanzar el bienestar económico y social de las familias. En la medida que se incremente el número de hogares sin la figura paterna se incrementará también el índice de pobreza y criminalidad de los países y eso afectará a toda la sociedad mundial. Los hogares sin padre tienen menos ingresos y por lo tanto brindan menos oportunidades de educación para los niños, acortando las posibilidades de desarrollo de la fuerza de trabajo en los países donde esta tendencia es muy fuerte.
Un hogar con ingresos limitados y fallas de valores, debido a la ausencia de la figura paterna, tendrá mayor vulnerabilidad para gestar otros problemas sociales graves como desnutrición, enfermedades, mortalidad infantil, deserción escolar, embarazos adolescentes, prostitución, drogadicción y criminalidad. Todos estos problemas se convertirán en un alto costo de oportunidad para la sociedad, porque impactará la productividad, los costos monetarios en seguridad e impactará también la capacidad de creación de riqueza económica, como es el caso de África y América Latina. De hecho, para la Cepal (Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina) es prioritario disminuir los índices de paternidad irresponsable, como medida para disminuir la pobreza en América Latina.
Más allá de las consideraciones de ingresos, si se impone como patrón cultural lo contrario a lo esperado por toda sociedad en equilibrio (que los niños tengan ambos padres) se perpetuaría el círculo vicioso de la pobreza. En América Latina, la Cepal ha encontrado cuatro países con los más altos índices de pobreza en el continente, específicamente en Centroamérica: Guatemala, Honduras, Nicaragua y Haití; en promedio alrededor de 70% de sus hogares en condiciones de pobreza y 50% en pobreza extrema. Casualmente en esos hogares en pobreza, cerca del 40% carecen de la figura paterna, de la dirección de un padre.
La paternidad irresponsable no sólo genera problemas económicos, sino limitaciones en términos de educación de los niños, que en la mayor parte de los casos repetirán los patrones culturales de los padres: bien sea el de madre soltera o el del padre irresponsable que no se ocupa de los hijos. Realidad lamentable, que limita el desarrollo económico, el desarrollo humano y el bienestar de los países. Esto significa que si un país enfrenta en medio de una crisis económica, crecimiento de la fertilidad y reducción de la paternidad responsable, ese país posee graves problemas a futuro, que comprometen la viabilidad de su desarrollo económico y humano.
En este mes del padre para muchos países latinoamericanos, es importante reconocer que para que la sociedad funcione de manera equilibrada, los niños deben contar con las dos figuras fundamentales de padre y madre, pues cada uno de ellos cumple una función complementaria. Sólo hay una manera de romper el círculo vicioso de la pobreza y es contando con padres responsables; no hay otra vía para hacer de éste un mundo mejor, no hay otro camino para lograr que efectivamente Latinoamérica se desarrolle desde su base.