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Los bancos centrales son marionetas en manos de los políticos
Mar, 20/01/2015 - 09:43

Steen Jakobsen

España, la nueva Grecia del mañana
Steen Jakobsen

Steen Jakobsen es Economista Jefe en Saxo Bank.

La decisión de la pasada semana del Banco Nacional de Suiza de retirar el suelo cambiario del franco suizo frente al euro ha tenido consecuencias de gran alcance ya que a todos nos ha pillado por sorpresa. El mercado sabía que era algo que acabaría pasando (y que de hecho debía pasar) pero el Banco Nacional de Suiza seguía la pasada semana afirmando sin rodeos y recalcando al mercado que el suelo cambiario era parte integrante de la política monetaria del país, hasta que dejó de serlo de repente.

Comprendo perfectamente el fundamento de la decisión (Así impacta la bajada de tipos de Suiza y la liberación del franco) pero al igual que gran parte del mercado, estoy tremendamente decepcionado con la forma de comunicar y gestionar el tema que ha tenido el Banco Nacional de Suiza, y esta es la mayor lección que podemos aprender: ¿Por qué la mayoría espera escuchar o se molesta en escuchar a los bancos centrales?

La mayor parte de los bancos centrales afirman ser independientes pero se encuentran totalmente bajo control político. Son muchos los países desarrollados que han tratado de presentar un banco central independiente para compensar la presión política, algo que en principio es bueno hasta que la economía se descontrola: al situarse el crecimiento y los tipos en cero, los bancos centrales y los políticos pasan a ser uno en un intento por sobrevivir, las reglas se rompen y se tiende a configurar una agenda fundamentada en comprar más y más tiempo.

Basta con echar un vistazo a la crisis de la zona euro de los últimos ocho años. Puede que el texto legal como tal se haya respetado, pero al menos en su esencia se ha ido infringiendo cada uno de los aspectos del Tratado de la UE por la necesidad de “mantener el tema con vida”. No, la conclusión es que los bancos centrales no son independientes en ninguna parte. Hay algunos que hacen que lo son, pero ninguno funciona con plena independencia.

He aquí la realidad del momento. No me sorprendería enterarme de que el gobierno suizo pasó por encima del Banco Nacional de Suiza la pasada semana. Por cuanto a esta semana se refiere, la gran pregunta es si el gobierno alemán anulará la voluntad del Bundesbank en materia de relajación cuantitativa y ayudará a la zona euro. Es probable…

La nueva dimensión de los bancos europeos es la “política de comunicación”, que no se reduce a la política más básica sino que también versa sobre “hablar a los mercados para que crean en nuestro sueño” sin ninguna actuación concreta.

Veamos las orientaciones en la política de la Reserva Federal: la Fed se muestra demasiado optimista en materia de crecimiento y de inflación. Y todo ello constantemente. La jugada para determinar las previsiones correctas de PIB e inflación pasan por ver las estimaciones de la Fed y deducir entre 100 y 150 puntos básicos de sus objetivos de crecimiento e inflación y ¡voilà! Tendemos el mejor registro durante mucho tiempo.

Los estudios muestran que el ciclo económico era menos volátil antes del nacimiento de las reservas federales. La creación de la Fed se tradujo en apalancamiento (gearing) que ni que decir tiene ha derivado en desplomes cada vez mayores de la economía, con una tendencia a enormes quiebras que con el tiempo son más frecuentes: el crac bursátil de 1987, la crisis del sistema monetario europeo en 1992, el “efecto Tequila” en México en 1993, la crisis asiática y la quiebra de Rusia en 1998, la burbuja del Nasdaq100 en 2000, la crisis del mercado de valores en 2008 y ahora, en 2015, el Banco Central de Suiza, el programa de relajación cuantitativa del BCE, Rusia, China… ¿cuál será la próxima crisis?

No sé cómo, pero no cabe duda de que el mundo financiero y el flujo monetario han pisado el acelerador, lo que supone más “volatilidad”. Dicho sea de paso, como única garantía a finales de 2014 para 2015 comenté:

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¿A dónde me lleva todo esto? La decisión del Banco Central de Suiza ha supuesto la culminación real de una serie de movimientos cada vez mayores en la fase final de un paradigma de baja volatilidad. Llevo más de treinta años operando con divisas y nunca había visto un movimiento concreto tan significativo en un único mercado. No obstante, vamos a ver otros también recalcables de este año:

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El petróleo ha caído más de 50%
 

 

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El rublo ruso cae por un precipicio del dólar

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El par euro/corona noruega ha experimentado su mayor movimiento en muchos, muchos años (15% en pocos días)

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El movimiento del par euro/franco suizo en comparación

 

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Incluso durante la noche, el índice de Shanghái se desplomó más de 7%, el mayor movimiento en años en márgenes de garantía
 
 

No cabe duda de que la lección que debemos aprender es que, durante mucho tiempo, el mercado ha tratado de decirnos que la volatilidad era una función de un modelo económico que consistía en suspender el ciclo. Cuando se deja en suspenso un sistema económico como los mercados globales durante un tiempo considerable, la energía es mayor al arrancar un nuevo ciclo económico.

Comenzamos el año con un Desfase Máximo (como podéis ver en las Perspectivas del 1T de 2015 de Saxo Bank aquí) en el mercado dentro de un modelo de economías planificadas. Los diferenciales de los bonos y del crédito se sitúan en mínimos históricos, las divisas en extremos, las acciones y el sector inmobiliario en valoraciones propias de una burbuja y el riesgo geopolítico ha seguido creciendo este año en París, al igual que el pasado en Ucrania y observamos asimismo el avance del Estado Islámico.

El dólar estadounidense no solo ejerce presión sobre EE.UU. sino también sobre el resto del mundo. La pasada semana, un periodista me preguntaba: ¿A quién beneficia el fortalecimiento del dólar? Sigo debiéndole una respuesta ya que solo beneficia a unos pocos. De hecho, el mundo cuenta con dos motores de crecimiento: EE.UU. y los mercados emergentes. Ambos son, en gran parte, economías del dólar estadounidense. La deuda (la financiación con dólares estadounidenses) en los mercados emergentes ha explotado hasta tal medida que muchos, entre los que se incluye el Banco Mundial, advierten ahora del riesgo de una “tormenta perfecta en los mercados emergentes”. Tanto EE.UU. como los mercados emergentes se han convertido en adictos al crédito en la era infinita de las medidas de relajación cuantitativa en Estados Unidos. La ley de las consecuencias no deseadas.

Otra consecuencia no deseada la encontramos en la energía, que fue el desencadenante de la crisis de 2008 ya que el incremento de los precios de la energía supuso la salida de cinco billones de dólares de la economía, convirtiéndose en catalizador de la crisis de la euro zona y del rescate bancario estadounidense. Ahora, ocho años después, el desplome del sector energético ha tenido una fuerte repercusión ya que la riqueza ha pasado de los fondos soberanos de los países con recursos a los consumidores. Esto es algo positivo para la calle en general y malo para Wall Street ya que la “puja” por estos activos desaparece ya que los compradores soberanos optan por sacar partido de su riqueza en lugar de comprar activos en el extranjero. De igual modo, ¿la retirada del suelo cambiario por el Banco Nacional de Suiza repercutirá en menos compras en el Nasdaq100, que como bien se sabe es parte de la cartera de dicho banco central?

Entretanto, el hecho de que la volatilidad haya aumentado, el hecho de que veamos las primeras muestras de que el ciclo económico se ha activado es bueno para la economía real. Es un síntoma de que el dinero está fluyendo desde ese 20%, que son las empresas que cotizan, y se han sobrestimado de la mano de la relajación cuantitativa hasta las pymes, el 80% y representantes de la economía real, ya que un incremento de la volatilidad supondría un retorno menor en “papel moneda” pero más atractivo en activos materiales y buenos negocios.

El mundo debería andar preocupado cuando la volatilidad es muy baja ya que es un síntoma de que el mercado no está asignando correctamente el dinero. La lección que todos debemos aprender es que para que una economía de mercado funcione es necesario asignar el capital al retorno real marginal más elevado de capital. Y no al de mayores vinculaciones políticas.

Cuando se escriba la historia de 2015, no me cabe duda de que el acto terrorista de París y la retirada del suelo cambiario por parte del Banco Nacional de Suiza andarán en primera plana. Ambas noticias se han producido cuando ni siquiera se habían cumplido dos semanas de este 2015, algo que es casualidad, pero lo que no es casualidad es que la volatilidad del mercado ha ido incrementándose de forma directa e indirecta debido a una mala asignación de capital gobernada por el sistema de los bancos centrales.

Son muchos los bancos centrales que envidiarán al Banco Central de Suiza por su movimiento de la pasada semana, ya que al menos trata de hacerse con un cierto control sobre su futuro. No obstante, la conclusión sigue siendo la misma: los bancos centrales, como grupo, han perdido credibilidad y cuando esta semana el BCE arranque su programa de relajación cuantitativa, habremos completado el principio del fin para los bancos centrales. Lo esencial es que se les ha acabado el tiempo: el Banco Nacional de Suiza ya se quedó sin tiempo, el BCE se queda sin tiempo esta misma semana y la Fed, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra agotaron sus días en 2014.

Y ahora nos espera una nueva realidad. El movimiento del Banco Nacional de Suiza ha supuesto un cambio de paradigma real. Ya no podemos seguir viendo a los bancos centrales, los mercados y la política de "alargar y disimular" con los mismo ojos que lo hacíamos el pasado miércoles (víspera de la ofensiva del Banco Nacional de Suiza).

El rey ha muerto, larga vida al rey.

*Esta columna fue publicada originalmente en Sala de Inversión.es.

 

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