Los presidentes de China y Japón visitan por estos días La Habana para hablar de economía en un mercado donde las empresas de EE.UU. todavía no pueden asentarse.
Cuba está de moda. Tras la visita del presidente iraní esta semana, ahora es el turno de Japón y China, toda una declaración de intereses de las grandes potencias hacia Cuba. El jefe de Gobierno japonés, Shinzo Abe abrirá con su visita un nuevo capitulo en las relaciones bilaterales y es la primera visita de un presidente japonés desde que estas se iniciaron en 1929.
En busca de socios fuertes. Al igual que ha ocurrido con otros muchos países, el acercamiento de Cuba a Estados Unidos y la apertura económica dictada por Raúl Castro despertó también el interés de Japón. Hasta ahora, las relaciones entre ambos se concentraban en la ayuda al desarrollo. Y aunque la apertura económica vaya más lenta de lo esperado, un socio como Japón sería perfecto para la maltrecha a economía cubana.
Coincidiendo con la visita de Abe, se aprobó una reestructuración de la deuda contraída por Cuba con Japón, una medida que abre la vía a nuevos créditos e inversiones japoneses. Además, según el periódico Nikkei, Abe cederá aparatos médicos a Cuba en el marco de su visita. Un gesto que, aunque haya sido calificado de ayuda al desarrollo, podría ser una señal para exportaciones posteriores de tecnología médica, ya que también se prevé la construcción de un centro de formación para médicos cubanos con tecnología japonesa. Junto al turismo y las infraestructuras, la tecnología médica es uno de los sectores que más interés despierta entre las empresas japonesas.
Mercado con potencial. La visita de Abe también podría abrir puertas en la isla a muchas empresas japonesas. Mitsubishi ya abrió una oficina en La Habana el pasado mes de julio. “Buscamos nuevas posibilidades de negocio para proyectos de infraestructuras y de comercio”, dijo entonces Mitsuyuki Takada, director de Estrategias Globales de Mitsubishi.
Con la zona económica especial de Mariel, a las puertas de La Habana, Cuba ofrece incentivos fiscales a inversores extranjeros además de una situación estratégica entre Estados Unidos y el canal de Panamá. “Desde el punto de vista logístico, el mercado caribeño tiene un alto potencial de crecimiento”, explicó Takada. Aun así, las relaciones entre Japón y Cuba distan mucho de ser tan buenas como las que la isla mantiene con Pekín. China es el segundo socio comercial de Cuba detrás de Venezuela y un ejemplo a seguir para las reformas económicas, además de estar ideológicamente más cerca.
El amigo de Pekín. Después de Abe, el premier Chino Li Keqiang confirmó también su viaje a la isla. Durante la anterior visita del presidente Xi Jinping, en julio de 2015, se cerraron cerca de 30 acuerdos para impulsar las relaciones bilaterales. Sobre todo en lo referente al sector sanitario, biotecnología, educación, agricultura, energías renovables y turismo. China aportará además la tecnología para la construcción de internet en la isla.
El año pasado, las relaciones comerciales entre ambos países alcanzaron los 1.600 millones de dólares, un aumento del 50% respecto al ejercicio anterior. Pero todavía hay pocas empresas binacionales y pocos inversores chinos en la isla, aunque la tendencia vaya en aumento. China apoya a Cuba sobre todo con créditos. Por ejemplo, para comprar maquinaria, pero también para ampliar el puerto de Santiago, la segunda ciudad de la isla. Al igual que Japón, China aspira a afianzar su posición en la isla, sobre todo antes de que termine el embargo y las empresas estadounidenses inunden el mercado cubano.