Donald Trump está molesto con el superávit comercial alemán y lo ve como uno de los motivo del déficit estadounidense. Para Ulrich Kater, jefe economista del Deka-Bank, es una señal de impotencia política y económica.
La administración estadounidense esta obsesionada con las balanzas comerciales bilaterales. Cualquier país que muestre un déficit con Estados Unidos, es tachado de "malo”, ya sea Alemania, China, México o Canadá. Los saldos de las balanzas comerciales, es decir, las relaciones comerciales con socios por separado no tienen, en un mundo con una economía conectada, relevancia económica. Por ejemplo, la mayoría de la gente tiene un déficit de su balanza comercial con respecto al comercio minorista. Sin embargo, nadie pensaría en aplicar impuestos a los panes hasta que el panadero decida comprar algo a sus clientes. Si lo aplicamos a la economía, en una economía mundial, donde se reparte el trabajo, la meta prevista no debería ser que el comercio entre dos países arbitrarios sea igual. Y es que los altos saldos en la parte que sea, pueden ser ventajosos para todos los afectados, siempre y cuando se realicen teniendo en cuenta el emplazamiento y el deseo de los consumidores.
El tema se pone más interesante cuando se pone de manifiesto que Estados Unidos tiene un déficit con la mayoría de sus socios comerciales, es decir, un déficit macroeconómico en su balanza comercial. Ahora, veámoslo desde otra perspectiva. Este es el resultado de la reducida tendencia de los estadounidenses a ahorrar: gastan más de lo que ganan. Mientras los hogares, empresas y el mismo Estado adquieran sistemáticamente más servicios y bienes de lo que produzca la economía del país, el exceso de demanda solo puede cumplirse con las importaciones del extranjero.
De esta manera, se crean posibilidades para que el Gobierno de Trump corrija el saldo negativo de la cuenta corriente. Puede adoptar medidas, como el aumento del ahorro en Estados Unidos. El presupuesto del Estado de Estados Unidos siguió mostrando un déficit de casi el 5% en relación al PIB. Con tan solo corregirlo a la mitad, sería suficiente para equilibrar el déficit de las balanzas comerciales. Para ello, tendría sin embargo que renunciar al proyectado plan de estímulo. Sería además beneficioso si este no se orientara teniendo en cuenta la estimulación de la demanda, sino la mejora de las condiciones de oferta y de la capacidad de competitividad. El Gobierno de Estados Unidos tendría así la clave en sus manos para reducir el déficit de las balanzas comerciales.
Por otro lado, Alemania también tendría su llave para el superávit de sus balanzas comerciales. Este parece no depender del tipo de cambio. La reacción de las balanzas comerciales fue siempre a corto plazo en Alemania. Precisamente en los tiempos del marco alemán, el saldo del comercio exterior se reducía por la revaluación, para luego volver a reajustarse. El verdadero motivo fue entonces el plan de estímulo de la reunificación alemana. En la actualidad, se podría decir que la debilidad del euro podría ser una amenaza a largo plazo, ya que hace creer que existe una capacidad de competitividad superior.
El verdadero motivo del superávit alemán. También en Alemania hay otros aspecto que son más relevantes que el tipo de cambio y que determinan las balanzas comerciales a largo plazo. Si, al contrario que en Estados Unidos, los participantes de la economía alemana quieren en general ahorrar mucho, entonces eso sería la base fundamental para crear superávit. Si además existe la tendencia de invertir los ahorros en Alemania, entonces el superávit sería perfecto. Ambos aspectos se dan en Alemania. En el último caso, los alemanes deberían preguntarse si la cantidad de su superávit es tan ideal. Ambos socios comerciales podrían trabajar en sus saldos. Que el Gobierno estadounidense pretenda aplicar sanciones exhaustivas al sector industrial es improbable y es que un ataque proteccionista contra la industria alemana, lo sería también contra la Unión Europea. Y esta es un gran socia comercial y podría afectar mucho a la economía estadounidense si impusiera posibles contrasanciones.
Pero los saldos del comercio exterior no son el objetivo del presidente Trump. Este no prometió a su seguidores unas balanzas comerciales equilibradas, sino empleo bien remunerado en una industria revitalizada. En este contexto, la protección no es definitivamente el mejor instrumento.