No fue fácil el camino académico para este Premio Nobel de Economía. Hijo de un reconocido bioquímico y rector universitario, Hansen debió batallar durante su adolescencia con un trastorno del lenguaje que le impedía hablar en público y fue considerado como un alumno "difícil" por sus profesores.
-¿Cómo se interesó por la economía? Usted estaba entre las matemáticas y las ciencias políticas.
-Yo no era un excelente estudiante cuando iba a la secundaria. Quizás mi logro más notable fue llevar a casa las notas del curso con el comentario en todas las asignaturas: "No respeta la autoridad". Cuando tuve que ir a la universidad, mi primera opción fue inscribirme en la Universidad Estatal de Utah, quizás porque ahí estudió y ejercía como rector mi padre. Pero al parecer desarrollé unas habilidades buenas en las materias que cursé, así que me animaron a tomar muchos cursos. En mis tres primeros años probé carreras como las ciencias políticas y matemáticas, antes de enamorarme por la economía.
-En 1981, visitó la Universidad de Chicago y algo lo hizo quedarse allí como docente hasta el día de hoy. ¿Qué encontró?
-Cuando llegué, entre mis compañeros de último año de carrera estaban Gary Becker, Jim Heckman y Bob Lucas. Cada uno de ellos fue un ejemplo a seguir muy valioso para mí y me dio un feedback muy relevante y a menudo muy desafiante. Por supuesto, que ellos también ganaron el Premio Nobel de Economía en algún momento de sus carreras. Otra de las grandes ventajas del departamento es su proximidad y acceso al potente grupo de economía financiera de la escuela de negocios. Muchos de mis colegas allí comparten mi interés por las dinámicas económicas y la econometría de series temporales, cuando se trata de comprender el valor de los activos.
-Es una universidad donde su pensamiento, en el ámbito económico, se ha esparcido por el mundo.
-No estoy del todo seguro que sean tan influenciador, pero supongo que mis compañeros y alumnos, y los debates tan sustanciosos que tenemos, hacen que sea un lugar muy motivador y apasionante para estar.
-En 2013, le dieron el Premio Nobel de Economía por su Método Generalizado de Momentos (MGM). ¿Podría describirnos en qué consiste?
-Consiste en comprender la idea de que en economía y, más en específico, en el desarrollo de modelos macroeconómicos, puedes acercarte tanto o más a las respuestas que buscas si modelas parte de la macroeconomía, en vez de si lo haces con toda ella.
-Usted afirma algo así como te permite hacer algo sin tener que hacerlo todo a la vez.
-Me gusta la descripción, de que se trata simplemente de hacer algo sin tener que hacer todo. Mi interés giraba en torno a las dinámicas económicas y la incertidumbre. Yo creo que lo que más me entusiasmó fue la adaptación o remodelación de los métodos de estadística a la hora de estudiar las dinámicas económicas de maneras tan innovadoras e interesantes que me cautivaron.
-¿Es aplicable su método para dar solución a problemas que sufre nuestro sistema financiero hoy?
-Una de las ventajas de los modelos es que sólo son réplicas de lo que creemos que está pasando en la macroeconomía o en el sistema financiero. Así que, para mí, el asunto más importante siempre ha sido si están equivocados de manera importante. Aquí es cuando la incertidumbre subyacente entra en juego.
-¿Qué riesgos ve hoy en la economía mundial?
-Mi investigación es sobre el impacto en los mercados financieros, y es evidente que hay preocupaciones macro que vienen de la arena política. Yo creo que dentro de las discusiones políticas deberían incluir lo que funciona bien entre una gran variedad de especificaciones de modelo adoptadas a la hora de reflejar correctamente nuestro estado de conocimiento. Pienso que la incertidumbre y la respuesta de la gente a esta deberían ser reconocidas y exploradas, y no eludidas.
-¿Cómo se ve Chile desde afuera?
-Chile ha hecho cosas impresionantes en temas económicos. Yo diría que es una economía sana y que está en buena forma.
-A veces se le pide a los economistas que sean una especie de videntes y predigan el futuro económico.
-Desafortunadamente, a menudo los medios de comunicación y los congresistas esperan que los economistas emitamos nuestras predicciones con confianza y precisión, incluso cuando no está justificado por los elementos que podemos medir. Pienso que debemos ser más tolerantes con las declaraciones cautelosas y más explícitos a la hora de fomentar estrategias sabias para lidiar con la incertidumbre. En economía no existe una bola de cristal que nos permita el lujo de ver el futuro.