Si bien durante la primera administración de Donald Trump, las relaciones comerciales no experimentaron muchos cambios, su influencia sobre el Congreso y la Corte Suprema podrían favorecer su agenda proteccionista.
Las cadenas de suministro de manufactura están experimentando una transformación a nivel global. Para encontrar una respuesta a este fenómeno debemos considerar factores económicos, geopolíticos e incluso, tecnológicos. Si somos más específicos podemos mencionar el riesgo de concentración, el alza del proteccionismo económico y la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Esta fue la premisa del informe Global Trade in Flux, presentado por el Citigroup este 3 de diciembre en Lima, Perú.
A mediano plazo, estos factores incrementarán la demanda para diversificar la producción y la dependencia a las importaciones de China. Aunque el estudio reconoce que es un proceso lento, debido al impacto tardío de las políticas industriales de la superpotencia. Esto último también ha ocasionado que otras economías asiáticas, al igual que Latinoamérica, ganen mayores cuotas en el mercado global.
Sin embargo, las economías latinoamericanas mantienen un reto pendiente para su crecimiento: encontrar oportunidades para diversificar sus exportaciones más allá de las materias primas y añadir así, un valor agregado a sus bienes. Si bien hay algunas señales que las inversiones chinas en el continente ya no solo abarcan industrias extractivas, el progreso aún es limitado. Pues las inversiones han pasado de apuntar al sector energético al minero.
Un claro ejemplo es la construcción del megapuerto de Chancay en Perú, a cargo de la empresa china Cosco Shipping Ports. Se trata de una megaobra que, entre otras funciones, agiliza los envíos de cobre y otros metales de Sudamérica a China.
Por otra parte, el Citigroup sostiene que los países de América Latina deberían aprovechar sus relaciones amigables con otras economías asiáticas, así como Estados Unidos y Europa para diversificar el tipo de inversiones bajo la consigna del friendshoring. Este es un modelo en el que las cadenas de suministro se centran en países considerados aliados políticos y económicos.
EL NEARSHORING Y EL MERCADO DE LOS SEMICONDUCTORES
A partir de este principio, varias empresas transnacionales optan por el nearshoring, es decir, reubicar sus cadenas de producción en mercados que ofrecen condiciones más amigables que los convencionales. Esto no es solo por cuestiones geográficas, sino también regulatorias como lo demuestra el conocido éxito de las empresas chinas que radican en México, debido a la imposición de mayores aranceles en EE.UU desde la primera administración de Donald Trump.
No es de sorprender que el retorno del magnate republicano a la Casa Blanca promete intensificar esta tendencia. Al mismo tiempo, otro cambio clave en las cadenas de suministro globales se relaciona con el mercado de semiconductores. Esto se impulsa por intervenciones políticas motivadas por una preocupación de seguridad nacional, tanto para reducir la concentración de la fabricación de semiconductores de alta gama en Taiwán como para controlar las ambiciones tecnólogicas de China. En este proceso, Occidente impone controles punitivos a las exportaciones del dragón asiático.
El informe del Citigroup señala que esto genera tres implicaciones importantes: una menor rentabilidad para grandes inversiones en chips de alta gama, pues las principales empresas occidentales pierden acceso a los ingresos relacionados con China. En paralelo, la innovación tecnológica en este país requerirá una mayor cantidad de tiempo y costos debido a las sanciones ligadas a EE.UU.
En segundo lugar, hay una mayor probabilidad de sobreinversión en segmentos de chips heredados que China produce y exporta, lo que perjudicaría a otros actores existentes. Finalmente, la disociación de las cadenas de suministro de tecnología podría generar nuevas oportunidades para América Latina con el tiempo si EE.UU. consigue aumentar su participación en la capacidad de fabricación de semiconductores a nivel global.
LAS EXPECTATIVAS POR LA ADMINISTRACIÓN TRUMP
Si bien existe el temor que la segunda administración de Donald Trump, que iniciará en enero de 2025, desestabilice el comercio global debido a su discurso que aboga por un proteccionismo radical, existe el antecedente “tranquilizador” de su primera presidencia (2017-2021).
“Si tomamos ese gobierno como modelo, tendríamos incertidumbre y volatilidad en los precios de los activos, pero al final no fue una transformación muy profunda de los patrones de comercio globales o de la arquitectura financiera internacional. Claro, hubo desacoplamiento de Estados Unidos con China, pero en general, muchos de los patrones de comercio se han mantenido similares”, declaró Ernesto Revilla, Head of Latin America Economics del Citigroup, durante la presentación del Global Trade in Flux.
Aunque Revilla señala que en esta ocasión, Trump tendrá mayor libertad para subir tarifas o bajar impuestos corporativos, debido a su mayoría legislativa y el control de la Corte Suprema estadounidense. Estas medidas estimularían una mayor inflación y por ende, tasas de interés más altas, lo que será perjudicial para las economías latinoamericanas.
Mientras tanto, en los últimos años, pese a que EE.UU. mantiene su rol de mayor socio comercial de América Latina, si se analizan las cifras por país, China lleva la delantera en la mayoría de casos como Perú, Chile, Brasil y Argentina. Para Revilla, el estancamiento del flujo comercial entre Washington y estos países es una situación muy difícil de revertir.
“Estados Unidos ha sufrido una transformación de la estructura de su economía muy grande en los últimos 20 años. Y ha pasado de ser una economía manufacturera que hacía bienes que demandaba el resto del mundo, a ser ahora fundamentalmente una economía que produce servicios. Muchos de ellos se intercambian también globalmente, pero si las economías del mundo como las de América Latina quieren comprar bienes, ahora China es el principal productor”, declaró Revilla a AméricaEconomía.
SECUELAS DE LA REFORMA JUDICIAL EN MÉXICO
Por otro lado, Trump deberá asumir nuevas posturas frente a los problemas geopolíticos que experimentó la administración Biden en la región. Un claro ejemplo es la Reforma Judicial de México, la cual instituyó la elección popular de los magistrados. Ha sido una medida criticada por socavar la independencia de poderes en el país azteca, aunque defendida por los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum.
Para Revilla, la aprobación de la reforma es un “viento en contra” para el nearshoring en México, porque deja en duda la confianza de los inversionistas extranjeros hacia el marco legal de México. Aun así, recién en 2025, se organizará la elección de la mitad de los jueces del país, mientras que los magistrados restantes serán electos en 2027. Para el economista mexicano, la primera elección será crucial para definir la renovación del T-MEC en 2026.
No obstante, cabe la posibilidad de que la administración Trump sea más laxa en temas institucionales que los demócratas. “Puede ser que Trump se sienta satisfecho con acuerdos que tenga con el país en materia de migración y tráfico de drogas y no se meta tanto a los temas de reforma constitucional o puede ser que con la influencia de Marco Rubio, el nuevo secretario de Estado de raíces cubanas, quiera hacerse más presente”, dijo Revilla a AméricaEconomía.