Algunos trabajadores ganan hasta US$ 4.75 la hora, y reciben cupones de alimentos, mientras, en otras funciones pueden ganar solo apenas US$ 4 por hora.
Ciudad de México.- Todos los días fabrican camionetas de US$40 mil dólares, y tienen un sueldo de 2.25 dólares la hora. La realidad y los sueldos a los que se enfrentan los trabajadores de la industria automotriz en nuestro país son risibles.
Iván tiene 40 años. Mantiene a tres hijos con un sueldo de US$50 a la semana. Para él, al igual que muchos que trabajan en esta industria, comprar uno de los vehículos que exporta México a Estados Unidos diariamente, es un sueño.
Desde los tiempos de Henry Ford, se dice en Estados Unidos que los trabajadores de la industria automotriz ganarían lo suficiente como para comprar los autos que fabrican.
En Estados Unidos y Europa, la llegada de una planta automotriz conllevaba el surgimiento de comunidades de clase media, con empleados que podían tomarse vacaciones, comprar casas y autos, y hasta casitas de campo y lanchas.
Pero en México, donde la industria automotriz vivió un boom gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, esta actividad dio paso a algo diferente: una clase obrera que apenas puede sobrevivir.
Muchos no pueden darse el lujo de comprar un vehículo usado. Les quedan escasos US$50 dólares por semana después de las deducciones hipotecarias y de las comidas en la cafetería de la fábrica.
¿Qué pasó con la promesa del TLCAN? Esa es la pregunta que se hacen los negociadores que se aprestan a iniciar una tercera ronda de conversaciones en Ottawa, Canadá.
Irónicamente, el presidente estadunidense Donald Trump, está haciendo hincapié en los bajos sueldos de México.
“Es irónico, ¿no?, que nos esté tirando tanto y que a la vez, está destapando la cloaca”, expresó Eduardo, obrero de una de tantas plantas automotrices en México.
La clave en la industria automotriz mexicana podrían ser los contratos de “protección” firmados mucho antes de que las plantas abran.
Documentos del gobierno indican que casi tres años antes de que abriese la planta, la empresa firmó un contrato con el sindicato que fijaba sueldos que iban de US$1.40 a cuatro la hora.
Cuando los 5 mil obreros de la planta fueron contratados dos años después, se toparon con un sindicato y un convenio laboral por el que muy pocos habían votado.
Debido a la escasez de empleos, hubo muchos postulantes, incluso personas con títulos universitarios. El convenio contempla aumentos anuales del 6%, que durante algunos años fueron mayores que la inflación pero que ahora están por debajo.
“Tú decides. Si no aceptas, puedes buscar en otra parte”, comentó el líder sindical.
Las condiciones en otras plantas son similares, claro, existen mejores. Algunos ganan hasta US$4.75 la hora, y reciben cupones de alimentos. Sin embargo, en otros pueden ganar apenas US$2 por hora.
Un reciente cambio en la Constitución nacional estipula que los sindicatos deben demostrar que los convenios colectivos de trabajo que firman tienen el apoyo de los trabajadores que representan. Pero nadie se asegura de que eso sucede.
Alex Covarrubias, profesor del Colegio de Sonora, dijo que esos contratos de “protección” son algo común en México. “Casi todos los convenios (colectivos de trabajo) que se firman en México son ilegales, son contratos de las empresas, que los trabajadores ni saben que existen”.
“Nuestra filosofía es ganar - ganar; si a la empresa la ve bien, a todos les va bien”, agregó el líder sindical.
Señaló que el bajo nivel de sueldos responde a que el costo de la vida es muy distinto en México. “No podemos ganar lo que ganan ellos (los obreros estadounidenses). Seríamos millonarios”.
Los sueldos son tan bajos que México está atrayendo plantas de China, donde los salarios en las fábricas subieron a US$3.60 la hora en el 2016.