Aunque la banca cumple con los niveles mínimos de solvencia, incluyendo el 9% de adecuación de capital, no se encuentra suficientemente capitalizada como para ser un factor de crecimiento o relanzamiento de la economía.
El Observador de Uruguay. La economía de Venezuela acumula cuatro años consecutivos de contracción en su nivel de actividad, alcanzando una caída de 42% en el PBI en ese lapso. Esta situación afecta la intermediación financiera de créditos de la banca, la cual no llega al 39% , es decir, de cada 100 bolívares que capta en depósitos, solo coloca 39 en créditos.
Ese es el nivel más bajo del indicador de la historia contemporánea reciente de la nación. "La banca es un reflejo del país. No existen bancos tipo suizos en Bosnia, ni en Kosovo, ni en Chechenia, ni en Venezuela", comentó para El Observador el economista venezolano Leonardo Buniak.
No es motor de crecimiento. Si bien la banca cumple con los niveles mínimos de solvencia, incluyendo el 9% de adecuación de capital exigido por la Superintendencia de las Instituciones Bancarias (Sudeban) y el Banco Central de Venezuela (BCV), no se encuentra suficientemente capitalizada como para ser un factor de crecimiento o relanzamiento de la economía.
Al existir control de cambio, la banca no sufre fugas de dinero al exterior. Sin embargo, el tamaño de su patrimonio, entre otras condiciones, no le permite apalancar financiamientos que vayan más allá del crédito al consumo.
Actualmente no se están otorgando, por ejemplo, créditos hipotecarios o para compras de vehículos, y menos aún se financian proyectos de inversión de empresas privadas para maquinaria o similar. Se calcula que el patrimonio de la banca venezolana, en su totalidad, no supera los US$50 millones.
"La banca se ha empequeñecido, sufre de raquitismo financiero. Eso no significa que esté descapitalizada o insolvente, sino que en función del tamaño de sus activos de riesgo, está lejos de ser un factor de desarrollo del país", reafirmó Buniak.
Entre lo público y lo privado. En términos de activos, la banca pública venezolana tiene 36,6% del mercado local y la privada el 63,4%. El estatal Banco de Venezuela detenta alrededor del 23% del mercado y le sigue Banesco, perteneciente al sector privado, con 19%.
La banca pública está subsidiada por el gobierno a través de grandes depósitos oficiales, parte de los cuales son colocados a título de deuda pública y otra parte pasa a créditos a sectores públicos y privados (hoy venidos a menos), otorgados por su institución líder, Banco de Venezuela.
La privada, por su parte, con muy pocos depósitos oficiales, consigue ganancias básicamente de operaciones de crédito a personas y comercios. Estas operaciones, tanto de la banca pública como privada, son riesgosas para la banca en tiempos de hiperinflación.
Retroceso histórico. Según el economista e historiador Francisco Faraco, el activo total del sistema bancario venezolano está calculado en US$2.000 millones; esto significa que es menor que el activo de un banco medio en Colombia.
"En el pasaje del S. XIX al S. XX, Venezuela era el país más pobre de América Latina. Los depósitos del público no llegaban a un dólar por habitante. En Ecuador, otro país pobre, era de tres dólares en esa época. Estamos involucionando a una velocidad vertiginosa y volvemos a nuestros orígenes", dijo.
El deterioro se debe, en gran parte, a la fuerte devaluación. A principios de 2017 la tasa de cambio paralela era 3.000 bolívares por dólar y al cierre de 2017 subió a 140.000 bolívares por dólar. Es decir, se multiplicó por 47 en solo un año. Lo cierto es que ningún sistema bancario puede seguir esa velocidad.
Deudas y red distributiva. Otro factor que está debilitando al sector es que los salarios de las personas no son suficientes para pagar las cuotas bancarias, con una inflación estimada en más del 3.000% al cierre de 2017. Los comerciantes, amenazados con perder sus negocios o ser saqueados, también acusan problemas.
"La gente tiene que elegir entre comer o pagar deudas. Mientras tanto, la banca se sigue debilitando", comentó Faraco.
Además del problema con la cartera de crédito, incide el hecho de que la banca venezolana tiene una red distributiva muy grande para su volumen de negocios. Esa red se estructuró a lo largo de muchos años y ahora su volumen de personal y sedes se ha vuelto un peso para el sistema.
Caso Banesco. El pasado 10 de enero, Diosdado Cabello (uno de los hombres fuertes del régimen) anunció que el gobierno compraría Banesco, uno de los bancos privados más grandes del país. Su dueño, Juan Carlos Escotet, salió al paso diciendo que la institución no estaba en venta. Pero, hasta el momento, nada se descarta.
En la hipótesis de que se concretase esa compraventa, la banca estatal pasaría a tener casi el 56% de la cota de mercado de los activos del sistema, superaría el 48% en cartera de créditos, pasaría a controlar más de la mitad de las captaciones del público y aumentaría en 16,5% su patrimonio.
En cuanto al personal, Banesco cuenta con 6.693 trabajadores que se sumarían a la nómina de entidades públicas.
Por lo pronto, cabe recordar que el gobierno ha amenazado con nacionalizar la banca en distintas oportunidades en los últimos años, pero aún no lo hecho.