Aunque la llegada de un nuevo gobierno genera optimismo, el sector minero peruano afronta un desafiante 2016, marcado por precios aún bajos y ninguna inversión importante a la vista.
No han sido pocos los analistas, economistas, exministros y expresidentes que, durante la última década, han destacado el dinamismo del sector minero en el Perú. No obstante, todo hace parecer que esta luna de miel concluyó.
Desde 2013, aunque la producción de diferentes minerales creció, las inversiones realizadas por la industria minera en el Perú, uno de los principales motores del PIB del país, se han reducido. En ese sentido, 2015 fue un periodo de fuerte enfriamiento. “En términos de inversiones mineras no fue un buen año. Estas, que representan alrededor de 20% de la inversión privada total en el Perú, disminuyeron 13% medidas en dólares respecto a 2014, al caer de US$ 8.894 millones a US$7.525 millones”, dice Francisco Grippa, economista principal de BBVA Research Perú. La cifra de inversiones alcanzada el año pasado, impulsada por el desarrollo de proyectos relevantes como Las Bambas y la ampliación de Cerro Verde, es la más baja desde 2011. Es más, según AméricaEconomía Intelligence, las ventas de las mineras presentes en el ránking de las 500 mayores empresas del Perú cayó 8,5%. Firmas como Antamina, Buenaventura, Southern Peru Cooper y Cerro Verde redujeron sus ventas el año que pasó.
Como explica Daniel Palomino, abogado especialista en minería del estudio Muñiz, 2015 fue un nuevo año con una tendencia a la baja del precio de los metales –impulsada principalmente por la menor demanda china–, lo cual, a su vez, hizo que las compañías mineras continuaran con sus programas de reducción de costos y ahorro de capitales en el sector. “Los precios disminuyeron de manera sensible las cotizaciones internacionales de todos los metales que produce el Perú, entre ellos el cobre, que se redujo en 20%”, dice Grippa.
A su vez, Sebastián Cruz, analista de Inversiones y Mercado de Capitales de Kallpa Securities, afirma que el año pasado fue un año de ajuste para las mineras. En ese sentido –dice el analista–, ante la reducción de sus márgenes, las empresas redujeron sueldos, gastos administrativos, diversos costos operativos y renegociaron contratos con sus proveedores, entre otras medidas para hacer más eficientes sus operaciones. “En promedio las mineras peruanas redujeron sus costos entre 15% a 20% y concentraron sus inversiones en el sostenimiento de las operaciones“, dice.
El hecho de ser 2015 un año previo a las elecciones presidenciales también tuvo un papel gravitante en el desempeño de la industria. “Lamentablemente, junto al factor externo, el sector minero peruano ha sufrido además la coyuntura electoral previa a las elecciones de 2016. Propuestas electorales abiertamente reñidas con los principios y derechos constitucionales económicos sobre los que se erige la industria minera, y que han permitido el desarrollo del sector durante estos últimos casi veinticinco años, terminaron por agudizar la incertidumbre que ya percibíamos desde 2012, tras la inminente frustración del proyecto minero Conga en Cajamarca”, dice Palomino.
Año retador. Aunque sin despilfarrar exageración, varios analistas consultados por AméricaEconomía consideran que, en lo que se refiere a este año, se respira más optimismo dentro de la industria, al menos en comparación con 2015. Una de las primeras raíces de este entusiasmo es el nuevo presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, expresidente del Consejo de Ministros, exministro de Economía y de Energía y Minas. “Hay una sensación de optimismo por tener en la presidencia de la República a una persona que conoce sobre la necesidad que tiene el Perú de crecimiento económico y que conoce sobre los sectores minería, hidrocarburos y electricidad”, dice Carlos Gálvez, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE).
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Si bien 2016 no sería tan complicado como años recientes, que las empresas vuelvan a registrar importantes tasas de crecimiento en sus ventas y utilidades tomará algunos años más, consideran algunos analistas. “Nuestra percepción es que las empresas mineras mejorarán resultados en la siguiente década, principalmente a través del desarrollo de mayores eficiencias en la gestión de los recursos y las operaciones, a fin de explorar y extraer minerales con métodos más económicos y de menor desperdicio”, dice Juan Angeldonis, gerente de Auditoría de Deloitte Perú. Para el analista, las compañías pueden optimizar los resultados a través de una adecuada administración de costos y con profesionales más competitivos internacionalmente, en vez de augurar mejores resultados por el incremento de los precios en los commodities, lo cual no está bajo su control. Lo cierto es que, al menos para este año, las expectativas de inversiones son bastante tibias por parte del gobierno.
“Esperamos que estas asciendan a alrededor de US$ 5.000 millones o US$ 6.000 millones este año. Y esto se debe a que ya casi no tenemos grandes proyectos en construcción“, dice Guillermo Shino, viceministro de Minas. Incluso, para 2017, el funcionario espera que la inversión pueda ser menor. No obstante, Shino sostiene que esto sería compensado de alguna manera con el aumento de la producción que se registraría en varios metales, producto de las inversiones que se hicieron el año pasado. “Solo en el cobre este aumentaría entre 50% a 60%. Toda la minería en general aumentaría su producción entre 15% y 20%”, dice.
En lo que se refiere a los precios de los metales, si bien es complicado decir qué pasará al cierre de 2016, los analistas no esperan tampoco una fuerte recuperación. Sebastián Cruz, de Kallpa, explica que, en el caso del cobre, este tendría una caída importante, ya que es afectado fuertemente por la caída de la demanda china. “En 2014 la libra de cobre tuvo un promedio de US$ 3,11, en 2015 llegó a un promedio de US$ 2,5, y para este año llegaría a US$ 2,25. La mayor oferta y el aumento de los inventarios –impulsada por los proyectos peruanos como la ampliación de Cerro Verde, Las Bambas y Toromocho– presionaría este metal a la baja”, estima Cruz. Incluso, según algunos economistas peruanos, la salida del Reino Unido de la Unión Europea perjudicaría aún más la industria local del cobre, ya que este hecho está dándole fuerza al dólar. Ello encarecería todavía más el precio de este metal y podría impactar en su demanda.
Según los analistas, si bien el estaño podría mejorar su precio respecto a como empezó el año (US$ 13.250 la tonelada, su menor valor en casi diez años), estaría aún lejos de lo que registraba en 2013. En el caso de metales preciosos como el oro y la plata, según Cruz, estos se mantendrían estables y similares respecto al año pasado. “El oro se mantendría en alrededor de US$ 1.250 la onza, y la plata entre US$16,5 y US$17 la onza”, dice.
“Si los precios mejoran, sin duda se conseguirán capitales para los proyectos. Pero eso no está en un horizonte de corto plazo”, admite el viceministro Shino. Para Óscar González Rocha, presidente ejecutivo de Southern Peru (SPCC), será en 2018 cuando la economía mundial empiece a dar signos de mejoría, y con ello podría darse una mejora en los metales. “Debemos avanzar en el desarrollo de nuevos proyectos para aprovechar la oportunidad que podría presentarse”, asegura el ejecutivo.
Agilidad minera. La reducción de la inversión no solo sería menor este año, sino también el próximo. Para sacar adelante nuevos y grandes proyectos mineros, desde el sector privado se pide reducir la llamada tramitología o exceso de burocracia. De hecho, según Carlos Gálvez, hoy sacar adelante un proyecto minero de gran envergadura puede tardar entre seis a ocho años, mientras que, en años anteriores, se podía hacer entre dos y cuatro.
En ese sentido, desde el MEM dicen que ha habido importantes avances en el campo de la reducción y simplificación de trámites. “Hemos hecho cosas importantes desde 2013. Por ejemplo, implementamos la certificación ambiental global. Con ella hemos juntado en un solo procedimiento la inscripción de alrededor de doce permisos de diferentes entidades. Estos se tramitan ahora de forma simultánea y no consecutiva, lo cual, si bien no reduce el tiempo que toma sacar cada permiso, sí acorta el plazo general de evaluación de un proyecto”, dice Rosa María Ortiz, ministra de Energía y Minas.
En lo referente a los plazos, la titular del MEM asegura que, en muchas ocasiones, la estimación de lo que dura aprobar un proyecto minero incluye el tiempo que toma hacer un estudio de impacto ambiental (EIA), tema que está en manos de la empresa y no en la cancha del Estado. “Muchas empresas, además, presentan EIA que son deficientes y son materia de observación por parte del Estado”, dice la ministra. Antes había tantas ruedas de observaciones, según la ministra, que, en el fondo, el MEM terminaba haciendo parte de los EIA. “Eso se ha cortado”, dice.
Es importante indicar que, desde diciembre del año pasado, los Estudios de Impacto Ambiental detallados (EIA-d) de los proyectos de inversión en minería, hidrocarburos y electricidad son evaluados y aprobados por el Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (Senace), organismo técnico especializado adscrito al Ministerio del Ambiente. “Senace está implementado un procedimiento para el acompañamiento para los EIA. Esta entidad va a acompañar a las empresas, a fin de que cuando lo presenten no tengan observaciones”, dice la ministra.
Para los analistas hay otros temas importantes que resolver en la agenda minera, además de los trámites. “En primer lugar, hay que buscar resolver los conflictos sociales alrededor de proyectos mineros importantes. En segundo lugar, hay espacio de mejora en las políticas orientadas al sector minero, como por ejemplo en reducir la incertidumbre respecto a reclamaciones de tierras en disputa y respecto a áreas protegidas (sitios arqueológicos, parques, etc.)”, dice Francisco Grippa, de BBVA Research.
La variada lista de pendientes en el sector minero configura un enorme reto para el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. Y es vital resolverlo, ya que, por ahora, esta actividad tiene un fuerte peso tanto en la recaudación tributaria del país como en su aporte al crecimiento económico y a la generación de empleo formal. Con 50 proyectos en cartera por alrededor de US$58.396 millones según cifras oficiales, no cabe duda de que el potencial es enorme.