El Espectador habló con Tatiana Piñeros sobre su aspiración al Congreso de la República, amparada en la “lista de la decencia”, que agrupa a distintos sectores de izquierda, como la ASI, la Unión Patriótica, el Mais y los movimientos de Gustavo Petro y de Clara López.
A medida que se acerca el 11 de marzo de 2018, día en que los colombianos saldrán a las urnas para las elecciones parlamentarias, comienzan a consolidarse alianzas y coaliciones de lado y lado para llegar fuertes al Congreso. Una de esas alianzas es la recientemente anunciada “lista de la decencia”, que acoge a personas de izquierda y que buscan, como dijo la candidata presidencial y exministra Clara López, “tener una lista fuerte que nos permita obtener una importante representación en el Congreso, llevando gente intachable”.
Y entre los nombres que hay en esta lista, conformada por la Alianza Social Independiente (ASI), la Unión Patriótica (UP), el movimiento indígena Mais, Colombia Humana (de Gustavo Petro) y Todos Somos Colombia (de López), resalta uno: el de Tatiana Piñeros, quien se convirtió en la primera mujer transexual en lanzarse al Congreso y, por tanto, de ganar, sería la primera congresista trans en Colombia.
Piñeros, explicó, en entrevista con El Espectador que, aunque sabe que su caso podría convertirse en un ejemplo de inclusión en el país, su intención no es la de llevar solo las banderas LGBT al Congreso, sino que espera “atender los temas sociales de fondo”, como salud, educación, seguridad y trabajo digno. Pero esta no es la primera vez que su nombre suena, pues durante la administración de Gustavo Petro ocupó varios cargos, como directora del Instituto Distrital de Turismo (IDT).
Habla con tranquilidad, pero también con seguridad. Es insistente en que no busca llegar al Congreso solo por ser transexual, sino porque sabe que cuenta con la experiencia necesaria en el sector público, al que “aprendí a querer, respetar y valorar”. Y entonces, esta contadora pública, explica que desde los 18 años, y durante once años (cuando aún no había hecho el tránsito), trabajó en la Contraloría, para luego pasar a gerenciar una agencia de publicidad bogotana, en la que entró como hombre y salió como mujer, para, más recientemente, llegar a la Alcaldía de Bogotá, acompañando a Gustavo Petro.
Aunque se considera con suerte, pues su familia y su círculo más cercano la aceptó tal y como es, también ha vivido la discriminación (como cuando en un trabajo la rechazaron, porque en su documento su género decía masculino) y que es una realidad latente para muchas personas LGBTI, quizá con menos suerte que ella. Por eso, insiste en que “no puede ser que se valore más lo que tienes en las piernas, que lo que tienes en la cabeza y en el corazón”.
- ¿El Congreso de Colombia sí representa a las minorías?
No. Creo que el Congreso tiene una deuda con las minorías, y en lo que tiene que ver con personas LGBT, siempre se ha apartado de legislar temas de diversidad. Por eso es que a la Corte Constitucional le ha tocado asumir ese papel. El Congreso de la República siempre se queda corto, porque está con sus agendas, con sus intereses personales. Debería enfocarse en conocer cómo es la realidad colombiana, cómo son las familias y cuáles son las necesidades, para establecer las leyes y las políticas.
- ¿Cuáles serían los principales retos que usted tendría de llegar al Congreso?
Si bien yo pertenezco a los sectores LGBT, no puedo llevar solo esa bandera al Congreso. Colombia necesita más y las mismas personas de los sectores LGBT necesitamos mucho más que temas de diversidad: necesitamos de salud, educación, de seguridad, las oportunidades para acceso al trabajo digno. Las apuestas definitivamente son a tender un tema social en general, porque si queremos llegar a una paz verdadera, necesitamos atender los temas sociales de fondo.
- En la campaña del plebiscito caló mucho el tema de la “ideología de género” y seguro volverá en 2018, ¿cómo enfrentarlo?
Vienen unas elecciones muy difíciles. Algunos grupos necesitan entrar a la gente en una época del terror y encontraron un tema propicio que es el de la “ideología de género”. Nosotras las personas LGBT lo que queremos es inclusión, respeto e igualdad. En ningún momento queremos imponer nada diferente a lo que establece la Constitución Política. Necesitamos informar que la diversidad sexual existe y que la gente se dé cuenta que no queremos imponer nada.
Desde la campaña consideramos que la familia es el núcleo de la sociedad, pero no la familia concebida como un hombre, una mujer y dos niños blancos. Las familias son diversas y se alejan de esa concepción. Esto es un tema de exigir respeto. No queremos imponer un tema LGBT: esto no se pega, esto se siente, esto se vive. Qué bueno llegar a estos estrados donde podamos debatir con argumentos.
- Estas serán las primeras elecciones en las que las Farc participarán de forma legal, ¿cuál es su postura frente a la implementación de los acuerdos?
Uno de los temas álgidos será operativizar los acuerdos. Yo voté por Santos, lo apoyé por apostarle a la paz, por apostarle a la desmovilización de las Farc y algo que le tengo que reconocer, sin determinar si de la mejor forma o no, es que se hizo. En el próximo Congreso debemos concentrarnos en qué se acordó, cómo podemos seguir y cómo podemos incluir a toda la gente de las Farc (no solo a las cabecillas), para que tengan oportunidades reales para reincorporarse a la sociedad. Creo que necesitábamos que dejaran las armas, para que desde el Congreso, ahora sí, debatamos con la palabra.
- Hay varios temas álgidos este año, como el del trabajo sexual, ¿qué piensa frente a legislar sobre esto?
El trabajo sexual es legal en Colombia, es el más antiguo de la historia, si hay demanda, hay oferta. El querer penalizar, el querer imponer sanciones a la prostitución no es la vía correcta. Lo que se debe hacer es garantizar el derecho al trabajo a quienes lo ejerce. Además, para las personas trans es casi que la única oportunidad que les queda. El querer penalizar a quienes buscan estos servicios o limitar el acceso al trabajo a quien lo ejerce, hace que no haya condiciones dignas.
- Hay otro asunto complejo que es el asesinato de líderes sociales, varios de ellos LGBTI, ¿cómo propone protegerlos?
Es preocupante cómo los líderes sociales estén siendo exterminados y el Gobierno se quede callado. En las regiones eso es lo que está pasando y es, además, de manera sistemática. Se necesitan medidas frente a la protección de la actividad de estos líderes, que no hablan por sí solos, sino que son la voz de una población, de una causa. El Gobierno debe escucharlos y garantizarles que puedan ejercer esta actividad. Si el Gobierno no los atiende, esto se convertirá en una bola de nieve muy grande y podría terminar en un conflicto peor.
- ¿Por qué decidió entrar a la lista de la decencia?
Desde los 18 años tengo experiencia en la administración pública, cuando entré al Fondo de Bienestar de la Contraloría. A mí la administración me cabe en la cabeza y la aprendí a querer, respetar y valorar. Luego, a raíz de haber estado en el gobierno de Gustavo Petro, decidí que tengo que hacer parte de la solución, que necesitamos dar la pelea para tratar de lograr un cambio real.
Vimos que el Congreso era un estamento indicado para hacerlo, no solo por el control político, sino porque allá se legisla. Adicional, el estar una mujer trans allá, transgrede normas, hace que la gente se cuestione. También vimos que, con la reforma política, unas personas podíamos unirnos, independientes de partidos para trabajar, organizarnos y hacer parte de una lista con la que podamos llegar a una de las entidades más desacreditadas en Colombia. Pero otra vez nos quedaron mal y nos quitaron la posibilidad de que grupos significativos independientes inscribieran una lista. Nos quedó mirar con qué partidos social demócratas nos uníamos, pero sigue la filosofía de que en la lista sean personas independientes de la política.
- Pero da la sensación de que la lista es un paso previo para que se formalice una alianza entre, por ejemplo, Clara López y Gustavo Petro…
Queríamos que fuera independiente de partidos, pero el Congreso nos cerró las oportunidades. No nos quedaba de otra de revisar con qué partidos afines a lo que queríamos nos podíamos unir: por eso está ASI, Mais, la UP, movimientos como Colombia Humana (de Petro) y Todos Somos Colombia (de Clara López). Pero la idea no es vender el alma y unirnos a partidos opuestos a lo que nosotros queremos.
En este momento, lo que está hablado es una alianza para la lista al Senado y a la Cámara; es cierto que se necesita una unidad para hacer frente a las próximas elecciones presidenciales. Ojalá los sectores sociales demócratas se unan, es un clamor, porque, como dice el hashtag, o nos unimos o nos hundimos. Pero la iniciativa era de ciudadanos, de causas sociales que nos metiéramos en política. El plan B fue unirnos con partidos para que nos dieran el aval.
- De ser elegida, se convertiría en un ejemplo de inclusión, ¿cómo ve ese reto?
Yo me siento orgullosa de ser una mujer trans. Sé que ese es el gancho para ver lo diferente a lo que hay ahora. Es enviar un mensaje de que el mundo cambió, de que necesitamos una verdadera inclusión, de que hay que reconocer las nuevas ciudadanías, las minorías, los grupos poblacionales que han estado abandonados. Es un mensaje el que llegue una mujer trans de que necesitamos una inclusión real. Pero mi idea es el de ser una mujer trans preparada, que le puede aportar al país, que le aportará a la inclusión en general.
- ¿Cree que la sociedad colombiana sí es lo suficientemente abierta para ver a una mujer trans en el Congreso? ¿Sí está lista para dar un debate en el que no se centre en la transexualidad?
Antes de ser una mujer trans, soy una profesional. Si vemos a Colombia, el país tiene avances en materia legislativa muy importantes. Pareciera que en materia de leyes viviéramos en Suiza, pero culturalmente es otro cuento. En Colombia, gracias a los pasos que ha dado con ese despertar con dos congresistas lesbianas o dos ministras lesbianas, poco a poco hemos visto que debemos superar el tema de la orientación sexual diversa y concentrarnos en las capacidades de las personas. Cuando la gente trata conmigo se da cuenta de que soy como cualquier otra persona, queda atrás el tema de que soy una mujer trans. Antes que nada, soy un ser humano, una profesional. Y eso es lo que necesita el país: personas que se la guerreen, que piensen en los intereses colectivos.