En marzo pasado la canciller alemana logró encontrar un inesperado salvavidas a su desesperada situación: el acuerdo sobre refugiados negociado entre la UE y Turquía. Una salida por la que Merkel ha tenido que pagar su precio: insultos de Erdogan contra Europa, crisis de gobierno, falta de respeto a la libertad prensa y expresión y el escándalo Böhmermann.
Así que el probable fracaso del acuerdo con Turquía afectará también a Merkel, considerada la fuerza esencial detrás del pacto con Ankara. El que su portavoz señale que el interlocutor para la implementación de las negociaciones con los dirigentes turcos es la Comisión Europea, es un intento de delegar la responsabilidad a otra instancia. Cuando agrega que “hay buenas razones para segur apostando a que se cumplirá lo pactado”, se escucha también un cierto nerviosismo.
A pesar de los dolores de cabeza que deparó el logro del acuerdo UE-Turquía, el tiempo favoreció a la canciller. A lo que se sumaron la decisión de Austria y los países de los Balcanes de cerrar sus fronteras. Luego vino la disposición de Turquía de volver a recibir a algunos refugiados y de acoger a quienes huyen de la guerra civil en Siria o en enviarlos a un país de la Unión Europea que quiera acogerlos.
Por lo demás, Europa se encuentra estancada, como se ve en la postura de los países de Europa central y del Este, así como en la resignación de países como Grecia e Italia. La incertidumbre es cada vez mayor, ahora tras la renuncia del canciller austriaco Werner Faymann. Su decisión no solo le indica a los socialdemócratas en Viena y Berlín que la situación política actual es dramática.
Merkel tiene un papel especial en Europa. Representa una visión de Europa que a menudo es recalcada por ella misma: "Nuestra felicidad depende de nuestra unión”. Merkel es la líder europea que más tiempo lleva a la cabeza de un país y que busca “mantener la cohesión de Europa”, como lo dijo recientemente en Roma.
Merkel es considerada una de las últimas figuras que enarbolan la idea de una Europa unida. Con razón, porque ella, con su clara postura ante el problema de la migración masiva de refugiados y su petición por una solución europea, acalló las voces que hoy recuperan fuerza.
Se sabe que la canciller no se queja del pasado, pero siempre mantiene una mirada pragmática hacia el siguiente paso que prepara con cuidado. Pero la tensión y la presión crecen: se trata de revivir la idea europea y al mismo tiempo atender de manera responsable a las personas que huyen de guerras y persecución.
La primera ministra del estado federado del Sarre, Annegret Kramp-Karrenbauer, colega cercana de Merkel en la dirección ejecutiva del partido cristioanodemócrata (CDU) pronunció en el diario dominical "Bild am Sonntag" una frase elemental: "Nadie es indispensable en este mundo. Ni en la CDU.Ni Angela Merkel. Nadie lo sabe mejor que ella". Y nadie cree que Kramp-Karrenbauer tenga intenciones de derrocarla. Pero en caso de un fracaso del acuerdo UE-Turquía y cuando se produzca la próxima gran crisis, otros en su propio partido se acordarán de este lugar común.