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¿Será efímero el presidente Macri? ¿Compro o vendo activos argentinos?
Mié, 10/08/2016 - 10:21

German Fermo

Argentina en default: la única opción es una solución de mercado
German Fermo

Germán Fermo es Director de MacroFinance y de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella (Argentina). Posee un Ph.D. en Economía en la  Universidad de California y una especialidad en estrategia de opciones en ETF's y monedas.

Cuando uno conversa con inversores extranjeros surge casi inevitablemente esta pregunta: ¿cuánto tiempo se va a tomar el peronismo para devorar a Cambiemos? Y mientras este interrogante esté en la mente del mercado, no habrá inversión real en la Argentina, tal como estamos viendo: la “lluvia” de dólares no existe. El gobierno es muy consciente de esta restricción y esa es la razón por la cual después del primer semestre observamos un claro giro que se aparta de la corrección gradual para acercarse a la obra pública y al shock de consumo con el que se intentará revertir la recesión actual y ganar votos. 

El gradualismo ya es historia y ante su fracaso, ha sido reemplazado como estrategia económica por algo que en lugar de corregir las innumerables deficiencias heredadas de la administración anterior intentará apalancarse y transformar “mágicamente” a una recesión en claro rebote económico hacia 2017. Esta nueva estrategia se resume en una palabra: PARCHE. Cuidado, no estamos solos, Estados Unidos, Japón y Europa han hecho lo mismo.

Tengo la sensación de que los activos argentinos dejaron de traccionar por expectativas positivas, sin ser dramático, parecerían estar operando “un tanto más pesados” más aun observando a un S&P que sigue batiendo récords y a un Merval que no pudo seguirle el tranco. 

Entonces, el primer semestre genera la sensación de “demasiada recesión” para la escasa corrección macroeconómica alcanzada, dejando al gobierno sin colchón social y, por lo tanto, a pleno keynesianismo. Parecería ser que terminamos ese año con la percepción social de un gran ajuste fiscal que no existió y con un déficit similar al de 2015; de esta forma, el gradualismo dejó al gobierno sin corrección fiscal relevante y sin espacio social para ajustes futuros: demasiado costo percibido para tan poco. Tal como anticipé meses atrás, parecería que Cambiemos enfrenta a una sociedad que “votó cambio” pero que a la vez se “opone al mismo” al darse cuenta lo costosísimo que sería apoyarlo.

A partir de ahora, en este entorno totalmente dominado por la restricción social, toda medida económica del gobierno deberá ser comprendida desde la lógica de lo político. El inconveniente es que, normalmente, lo que es políticamente óptimo culmina siendo económicamente sub-óptimo y esa parecería ser “la nueva realidad peronista” que comenzamos a transitar desde julio de este año. Por lo tanto, ya quedó atrás el viejo debate entre shock y gradualismo, el tiempo para la corrección fiscal era muy poco y se acabó. A partir de julio parecería que estamos en una nueva fase en donde la única prioridad del oficialismo es la supervivencia política y en este entorno el nuevo relato, implícito si quieren, es: para cambiar primero tenemos que seguir existiendo. 

Lo económico quedó plenamente supeditado a lo político y esta relación entre ambos frentes no va a cambiar al menos hasta las elecciones legislativas del próximo año. Tal vez, el tiempo de la ortodoxia haya sido enero/marzo, hoy claramente ante una sociedad ansiosa que adolescentemente quiere corregir lo desarmado en 12 años en un sólo semestre, no queda otra que emparchar y tapar todo con deuda al mejor estilo peronista.

El gobierno intenta neutralizar al peronismo con su propio virus, y creo que será una estrategia ganadora: Cambiemos probablemente sea una decepción económica pero no política. No creo que por no cambiar, el gobierno pierda votos de aquellos que votaron un cambio. Pero sí creo que por no cambiar, el Gobierno pueda ganar votos de gente que votó populismo dentro del peronismo y aquí estamos, con un gobierno que ante la severa restricción social y política heredada resigna, al menos transitoriamente, su esencia económica para intentar seducir con más de lo mismo a quienes en principio se resisten a votarlos. Recuerden que el temor inicial de muchos era el “neoliberalismo” del gobierno pues bien, hoy tenemos “la preservación del populismo heredado” y todos dispuestos otra vez a festejar el choripán y la Coca-Cola.

Hay varios frentes que generarán una notable expansión económica en 2017. Primero, el agro que ya comenzó a traccionar y cuyo verdadero impacto comenzaremos a observar en los próximos meses. 

Segundo, el efecto expansivo de la obra pública es enorme, esto comenzará a verse en los primeros meses del año entrante. 

Tercero, el shock de consumo financiado por el blanqueo se concretará mediante el pago de lo adeudado a los jubilados con un significativo impacto consumista. Más rezagados quedarán el sector industrial y las economías regionales con lo que parecería ser un crónico pero no dramático atraso cambiario. 

Éstas parecerían ser las cartas con las que el Gobierno intentará seducir a una sustancial parte de la población que no lo quiere y que a la vez, concibe al populismo como un “derecho adquirido” sin comprender que el mismo te da con una mano lo que te saca con la otra.

El gobierno intentará ganar su primera batalla electoral y comenzar a dar respuestas a qué tan permanente es este nuevo espacio político: decididamente, el presidente Mauricio Macri no quiere ser efímero. La víctima de esta estrategia es la economía del mediano plazo, una economía que comenzará a endeudarse sin corregir los infinitos males y distorsiones heredados del peronismo kirchnerista pero a Wall Street ese aspecto no lo preocupará “por ahora”. Es altamente probable que los mercados festejen el rebote y el rédito político que con alta probabilidad se consiga a partir de este renovado “combo de preservación populista” y sólo dentro de unos años se cuestione si esta expansión económica financiada con endeudamiento será sostenible o no. La forma en la que los mercados tradearán a la Argentina será un claro ejemplo de la “no eficiencia de los mercados” en el corto plazo y eso sería bullish Argentina.

Nuevamente, la sociedad argentina se enfrentó a una vieja pregunta: ¿nos ajustamos hoy o nos endeudamos de nuevo? Y como en un pasado no tan lejano, volvimos a votar DEUDA. Es lo que somos, es lo que el peronismo generó en nosotros por 70 años y es lo que Cambiemos intentará utilizar para inocularlo. 

Paradójicamente, el gran maestro de Cambiemos parecería ser el mismísimo peronismo a quien intenta derrotar. De esta forma, al populismo se lo intentará vencer con la preservación del populismo. No culpo al gobierno, es la única carta que puede jugar: a esta altura y dado que no se hizo antes, un shock ortodoxo lo sacaría de la cancha en 2017 y entonces, si no existís mal podrás ejecutar algún cambio relevante. Tengo la sensación de que la estrategia electoral de Cambiemos será muy redituable en lo político a costa de la preservación de una economía mediocre y endeudada y no los culpo, no hay espacio para nada más: al gran pueblo argentino, salud.

*Esta columna fue publicada originalmente en Sala de Inversión.

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