Hace unos días la calificadora de riesgos Fitch Ratings, una de las principales a nivel mundial, junto con Moody’s y S&P, rebajó la calificación de riesgo de la deuda soberana peruana a largo plazo en soles. Pasamos de una clasificación de A-, obtenida en octubre de 2013, a una de BBB+. Moody’s y S&P nos mantienen en A3 y A-, respectivamente. En dólares, las clasificaciones de Moody’s, S&P y Fitch se mantienen en A3, BBB+ y BBB+, respectivamente.
La calificación de riesgo es importante porque refleja la capacidad de pago de deudas que tiene el gobierno peruano. Una buena calificación les dice a todos los inversionistas a nivel mundial que si nos prestan dinero la probabilidad de que les repaguemos su capital e intereses es muy alta. Esto los lleva a prestarnos dinero a tasas bajas. Por ejemplo, el 16 de abril, en plena pandemia, el Perú emitió deuda en dólares a cinco y 10 años a tasas de 2,4% y 2,8%, respectivamente, y con una sobre demanda de los inversionistas. Un excelente resultado.
Aún luego de esta disminución, el rating crediticio del Perú es muy bueno. Somos grado de inversión para todas las calificadoras y, comparados con el resto de la región, solo nos encontramos detrás de Chile. Nuestros bonos en los mercados siguen negociando a tasas muy bajas, incluso inferiores a los niveles de fines de 2019, y mantenemos nuestro acceso al crédito intacto. Entonces, ¿por qué importa la rebaja en calificación que recibimos? Importa sólo como una señal de que la calificación que tenemos, que hemos construido durante décadas, puede cambiar, y esto tendría un impacto real en la economía pues subirían las tasas a las que nos podemos endeudar, y en el extremo, complicaría nuestro acceso al crédito.
Recientemente nuestra unidad de Estudios Económicos hizo un análisis sobre la trayectoria de nuestro déficit fiscal y nuestro nivel de endeudamiento para este y el próximo año, considerando el gran costo de la pandemia que estamos viviendo. Las presiones en nuestras cuentas fiscales están viniendo tanto por el lado del gasto como de la recaudación. El gran paquete de medidas que ha desplegado el Ministerio de Economía y Finanzas para apoyar a las empresas y personas incluye transferencias, garantías y medidas para aliviar la presión tributaria, y es muy posible que vengan más medidas en las próximas semanas y meses, ya que aún hay muchas cosas que no sabemos sobre la velocidad de recuperación de la economía. Esto nos podría llevar a un déficit fiscal de alrededor de 10% del PIB para 2020, el más alto en 30 años. Para 2021 esperamos una recuperación hasta niveles alrededor del 5% del PBI, pero con mucha incertidumbre pues, además de la pandemia que aún no sabemos cuándo terminará, es un año electoral. Estos niveles de déficit fiscal van a llevar al gobierno a emitir deuda en montos importantes, lo que nos podría llevar a tener un ratio de Deuda/PIB cercano al 40% en 2021, frente a niveles de 27% en 2019.
El escenario descrito muestra un deterioro de nuestra fortaleza fiscal pero que es razonable de esperar en una coyuntura como la que estamos viviendo. Además, como partimos de una posición muy sólida, el deterioro no nos lleva a una situación extrema. Habiendo dicho esto, lo importante para mantener nuestra calificación de grado de inversión, con las ventajas que eso trae a la economía de todos los peruanos, son las medidas que tome el Perú para regresar a la fortaleza macroeconómica que nos ha caracterizado las últimas dos décadas. Debe haber un foco muy grande en apoyar la reactivación y recuperación de la actividad económica, que nos lleve a generar empleo para más personas y mayores ingresos para el estado. Es importante buscar aumentar los ingresos fiscales vía una combinación de medidas que incluyan la formalización de la economía y ampliación de la base de contribuyentes, así como aumentar la eficiencia del gasto público, el cual se ha incrementado de manera importante en la última década, pero con resultados cuestionables (un ejemplo es nuestro sistema de salud pública). Y es muy importante también evitar las medidas populistas que pueden sonar como una ayuda a la población en este momento tan complejo que estamos viviendo, pero que suelen tener efectos nefastos en la economía de todos los peruanos, como ya hemos vivido antes.