El avance de la tecnológica impacta diariamente en nuestra vida, incluyendo la manera en que utilizamos los servicios financieros. A la industria que utiliza la innovación tecnológica para la prestación de este tipo de servicios se le conoce como fintech. Pese a que las fintech operan desde hace algunos años en el Perú, todavía no han alcanzado el nivel de desarrollo que tienen en otros países de la región (como Brasil, México y Chile). Sin embargo, este año, observamos una aceleración en la actividad de estos actores que buscan llegar a la población joven (nativos digitales) y a los no bancarizados.
Hace unos meses se anunció que el primer neobank iniciaría operaciones a finales de año. Aunque esta entidad de servicios financieros no calificaría como un banco, ni tendría una licencia propia, podría operar en alianza con una entidad autorizada y supervisada por la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP. Este es un paso importante en el camino para que un banco totalmente digital (sin presencia física) o challenger bank pueda establecerse en el Perú. La Ley General del Sistema Financiero no prohíbe este tipo de entidades. Sin embargo, la reglamentación vigente requiere ser modificada para adaptarse a las particularidades y riesgos que los bancos digitales conllevan, tales como el no tener una oficina principal, utilizar información biométrica para la identificación de clientes o resguardar la información de sus operaciones de manera exclusivamente digital.
Para poder entender apropiadamente a estos nuevos actores y su operativa, desde enero, la SBS se encuentra facultada para implementar sandboxes regulatorios. Así, basándose en la experiencia de otros países como Reino Unido o Singapur, el regulador podría establecer espacios de experimentación de modelos novedosos, en los que se otorguen excepciones temporales bajo la continua y cercana supervisión de la SBS. A través de este mecanismo, la SBS podría limitar el número de usuarios u operaciones que pueden realizar los challenger banks, para identificar sus potenciales problemas o deficiencias tecnológicas y permitir el desarrollo soluciones originales que posteriormente se aplicarían a gran escala. El uso de esta herramienta va permitir que la SBS encuentre un punto equilibrio en la regulación de estas actividades que permita el crecimiento de esta industria y las ventajas que otorgan a sus usuarios, sin dejar de lado el manejo prudencial de sus riesgos y las exigencias de un comportamiento ético en la provisión de sus servicios.
Finalmente, la situación actual podría acelerar la transformación digital pendiente en el Perú. Recientemente, tanto el Estado como el sector privado han adoptado medidas para promover el uso de la tecnología, lo cual podría facilitar el acceso y expansión de las fintech y bancos digitales. De igual manera, las medidas de distanciamiento social han generado que las personas y negocios se familiaricen e incorporen los servicios financieros digitales en sus actividades diarias, mediante el uso de apps para realizar pagos, la apertura de cuentas bancarias a través de páginas web o la presentación de reclamos online. Así, empresas o negocios de diferentes rubros que anteriormente solo tenían puntos de venta y medios de pago físicos, han incorporado o están en proceso de incorporar a la tecnología como un aliado en sus operaciones (Gamarra, por ejemplo), pudiendo ser este segmento un nicho para las fintech.
Ante esta oportunidad, el reto para las fintech y bancos digitales está en demostrar que la innovación tecnológica puede proveer eficiencia, reducción de costos e inclusión social, sin menoscabar la seguridad y protección que requieren los usuarios financieros ni impedir el cumplimiento de objetivos nacionales como la prevención del lavado de activos.