En 2020 la incertidumbre se ha convertido en una realidad, sobre todo para América Latina que ya, desde antes de la llegada del COVID-19 al mundo, veníamos saliendo (o entrando) a los coletazos de revueltas sociales y políticas desde México a Bolivia, desde Argentina a Venezuela. La región se enfrenta a una falta de seguridad del futuro, una desconfianza creciente y abraza este año con mucha inquietud.
En estos momentos es cuando la voz de los emprendedores de calle debe tomar fuerza. Digo “de calle” porque las voces que tienen pesos son aquellas que han ejecutado, hecho y realizado empresas desde la vereda de la venta real y no solo del papel, es decir que se mueven más por la praxis-práctica- que por la teoría.
Son la voces de esos emprendedores, de los que están poniendo en jaque su “carrera profesional” al optar por la independencia las que marcaran la pauta de América Latina en este 2020, porque es en las crisis donde se miden los emprendedores reales y es en las turbulencias donde la semántica de hablar con palabras reducidas o artificiales pierde todo peso, ya que las rondas de millones de dólares no están forjando –necesariamente– a emprendedores valientes y comprometidos con la región, sino que están llevando a muchos de ellos a buscar una salida económica a su riesgo –exit– y a tener que saltar fuera del continente para cumplir ese sueño.
Y esta es mi mayor crítica a cómo hemos construido parte del ecosistema emprendedor latinoamericano: copiando. Copiando el formato de levantamiento de capital y apostando por incrementar la riqueza constantemente, imitando la forma de pensar de muchos emprendedores estadounidenses, donde el éxito y el fin siempre es un tan solo tener "un exit" (venta de tu empresa). Y aquí, son los mismos periodistas, directores de aceleradoras –con justa razón económica– y quienes están siendo los líderes de opinión en nuestra región, los que constamente siguen recalcaldo que lo más importante es, tan solo, la venta de tu empresa.
A mí me gustaría tener un continente con menos “exits” y más “IPO” (aperturas en bolsa), con menos emprendedores multimillonarios y más emprendedores millonarios, me gustaría que pensáramos en construir startups que aporten a lo que somos y a cómo nos ven desde afuera. Me gustaría que la prensa local sea más culta en estos temas y que apueste en mirar las historias, los relatos y su impacto, antes que el número de series de inversión y, preferiría que si se habla de dinero... ese foco esté puesto en la venta o en el número de impactados, antes que en cuántas rondas más de capital hay que levantar.
El porqué esto pasa, lo entiendo. Conozco el fenómeno por dentro, pero eso no me quita levantar la mano y comentar que, quizás, solo quizás, estamos perdiendo la línea de cómo estamos creando nuestros propios ecosistemas de emprendimiento. Me gustaría que las políticas públicas se definieran más por impacto que por moda, que fuesen enfocadas en crear consciencia y ampliar las posibilidades a que todo latino que logra pasar la barrera de soñar en grande, pueda saltar apoyadas por ellas, no importando su lugar de nacimiento. Pero lo que más me gustaría es que quienes redactan esas políticas públicas hoy hayan sido emprendedores de calle, porque para armar modelos que persistan por décadas necesitamos perspectiva. La praxis, el estar ahí, el ejecutar y saber qué significa pagar una factura, levantar una ronda de capital y poner tu vida profesional en juega te entrega mucha más sabiduría que lo que hemos sido capaces de observar en los últimos 10 años que pasaron.
Dicho ello, aquí mi mensaje para todos los que no son emprendedores y les gustaría aprender algo de ellos: lo que nos hace grandes no es el manejo de datos, el buen trabajo en equipo y/o el apuntarle a un problema en un mercado específico, lo que a los emprendedores los lleva al éxito es justamente el poder manejar las faltas de certeza. Es el poder navegar en la incertidumbre cada día y, a pesar de todo ello, construir en el camino.
Este 2020, aprendamos de los cientos de innovadores latinos que sí se lanza a una piscina todos los días aunque esta pueda no tener agua, leemos más prensa regional, escuchemos más podcast de ellos y apoyémoslos a que en conjunto podamos…en momentos turbulentos, re-definir una estrategia de ecosistema emprendedor co-construida, co-armada y co-pensada por todos. Para ello: tomemos decisiones con perspectiva, pensemos global antes que local, pero hagámoslo sin perder la esencia del ser latinos mientras que creamos nuevos modelos y armamos empresas, porque de lo contrario seguiremos eternamente mirando hacia fuera.