Mencionar la necesidad de incluir la perspectiva de género y potenciar el rol de la mujer en la toma de decisiones, parece en la actualidad una redundancia.
Sin embargo y a pesar de que el conflicto bélico no ha terminado, ya se ha comenzado a hablar de la necesaria reconstrucción de Ucrania y se están delineando planes concretos para esos efectos.
Esta situación hace necesario reiterar que la inclusión de la mujer desde el inicio, constituye un imperativo moral y un requisito sine qua non para alcanzar el éxito en el establecimiento de una paz y seguridad duradera tanto para los países involucrados, como para el resto de la comunidad internacional.
La experiencia mundial en situaciones de post conflicto bélico y de reconstrucción de confianzas, avalan que la participación activa de las mujeres entrega las garantías para establecer una convivencia perdurable, pues son ellas las que poseen la percepción basal y el entramado social sobre el cual se reconstruye un país.
En el caso de Ucrania su rol como agentes de paz será vital, pues no sólo han sido las primeras víctimas: desplazadas, refugiadas e incluso utilizadas como armas de guerra, sino también porque en la reconstrucción del país, se requiere necesariamente asimilar y transmitir, de manera empática y resiliente, que Rusia continuará siendo un país limítrofe, con quien, además les une una historia común y en muchos casos una cultura e idioma compartido.
En este contexto, la comunidad internacional puede reactivar la arquitectura que la Organización de Naciones Unidas ha elaborado para estos casos y perfeccionar su ámbito de acción, con un enfoque prospectivo y de prevención.
La resolución del Consejo de Seguridad N° 1325 “Mujer, Paz y Seguridad” y posteriores, constituyen una opción para sentar las bases de una paz y estabilidad duradera, no sólo para Ucrania, sino para Europa y el mundo entero. Lo anterior implica un rol central de las mujeres en el proceso de reconstrucción de ese país, es decir, la inclusión de la igualdad de género como un principio democrático y de derechos humanos básico para establecer una buena administración.
La experiencia nos enseña que los cimientos para consolidar una paz sostenible se encuentran en una reforma del sector de seguridad y de la justicia, los cuales deben ser inclusivos y representativos para ser eficaces e inspirar confianza en las comunidades afectadas.