Las nuevas previsiones publicadas por el Fondo Monetario Internacional agudizan el impacto que la pandemia de coronavirus está teniendo sobre la economía mundial, que va a ser, según el organismo, especialmente intensa en los países desarrollados y en Latinoamérica.
Aunque ya estaba claro que la economía mundial se enfrentaba a un shock brutal, la caída de un casi un 5% en la actividad económica global y el que todas las regiones del planeta vayan a acabar 2020 con crecimiento negativo, no nos colocan en un escenario mucho más negativo que el vivido durante la crisis financiera de 2009 y desconocido desde la Gran Depresión de los años 30 del pasado siglo.
Entre las economías desarrolladas, Estados Unidos, Canadá y los países de la Eurozona son con los que más se ha cebado la pandemia. Italia, España, Francia y el Reino Unido son los que sufrirán un mayor desplome en su actividad. Y eso que en la mayoría de estas economías, los estímulos fiscales y monetarios han sido mucho más intensos que los aplicados en otras zonas del planeta. Desgraciadamente, España junto con Italia, sufrirá la mayor contracción entre las 30 economías analizadas, casi un 13%, lo que significa borrar de un plumazo casi todo el crecimiento acumulado desde 2014.
Pero también Latinoamérica, una región a la que la economía española está intensamente ligada por la presencia de numerosas empresas, va a sufrir un acusado golpe económico. A los efectos del confinamiento, se une la disminución de las remesas, del turismo, especialmente importante en países como México y la cuenca del Caribe, de los flujos de capitales y la caída en los precios de las materias primas, aunque se han recuperado parcialmente desde los mínimos que tuvieron en marzo. Probablemente no es casualidad que Brasil y México, dos países en los que sus gobernantes han trivializado con los efectos de la pandemia, vayan a sufrir contracciones del PIB en torno al 10%.
Pese a que el panorama que dibuja el FMI es muy sombrío para este año, la buena noticia es que la recuperación en 2021 será más intensa de la pronosticada en abril, siempre que no se produzca una segunda oleada del virus que obligue a reinstaurar los confinamientos. Aun así, el PIB de las economías desarrolladas se situaría a finales de 2021 unos cuatro puntos por debajo del que tenían a finales de 2019. Es decir, habría que esperar a 2022 para volver a situarnos en la casilla de salida.
Como siempre, las previsiones económicas se hacen para no cumplirse. Es decir, sigue habiendo muchas incertidumbres sobre cómo evolucionará la economía mundial en los próximos trimestres. La principal, sigue siendo la sanitaria. Aunque en muchos países ya nos estemos instalado en la nueva normalidad, nadie descarta la posibilidad de nuevos confinamientos. La otra incógnita es la velocidad en la recuperación. En abril, todo el mundo en España daba por perdida la temporada turística del verano y, estamos a un paso de volver a recibir turistas. Es cierto que serán muchísimos menos de los que vinieron el año pasado, pero es un claro ejemplo de que las cosas podrían estar mejorando más rápidamente de lo inicialmente previsto. Si no cometemos los mismos errores que nos llevaron a tener que aplicar un durísimo encierro y si el Gobierno aplica una política económica que se aleje de dogmatismos y que favorezca la recuperación del tejido productivo, es muy probable que la caída de nuestra actividad económica no sea tan intensa como la que pronostica el FMI.