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Aprender a conocernos es la clave para inciar a invertir
Jueves, Septiembre 28, 2017 - 11:10

Uno debe olvidar esa obsesión de “en qué” o “en dónde” es mejor invertir. No hay “un producto” ni “un lugar” que funcione para todos.

Siempre he tratado de explicar en este espacio que uno debe olvidar esa obsesión de “en qué” o “en dónde” es mejor invertir. Porque no hay “un producto” ni “un lugar” que funcione para todos. Por el contrario: uno debe pensar en diversificar, en construir un portafolio adecuado para sus necesidades.

Para construir ese portafolio es importante tener claro nuestros objetivos, el horizonte de inversión (plazo), nuestro nivel de tolerancia al riesgo e incluso nuestro conocimiento del mercado, porque influye.

Todas estas variables tienen una cosa en común: el conocimiento propio. Saber qué queremos lograr, qué es lo que nos detiene o lo que nos da miedo (tolerancia al riesgo) y qué tanto sabemos o estamos dispuestos a aprender.

Pero también hay personalidades distintas. Hay quienes prefieren ir construyendo lento pero seguro; no obstante, a otros esto les aburre y necesitan un poco más de adrenalina. Ambos requerirán manejar sus inversiones de manera distinta: los primeros lo harán de una forma pasiva, enfocada en su objetivo y otros querrán hacerlo de manera más activa, con operaciones frecuentes e incorporando, incluso, elementos de trading y especulación. Ninguna es equivocada, siempre que esté acorde con nuestra manera de ser.

Esto nos lleva, nuevamente, a comprendernos a nosotros mismos. A conocer cuál es nuestra concepción del mundo y tomar varios aspectos en cuenta para diseñar de qué manera vamos a invertir nuestro dinero. Entre ellos podemos mencionar:

1. Nuestra resistencia al cambio. A pesar de que nuestro mundo cambia rápidamente, son pocas las personas que saben adaptarse a las diferentes circunstancias de la humanidad. Sin embargo, justamente es en los cambios cuando se presentan las mejores oportunidades de inversión. Por lo tanto, si tenemos la capacidad de anticipar y aprovechar los cambios, podremos asumir una estrategia dinámica que busque capitalizar momentos del mercado. De lo contrario, será más adecuada una táctica enfocada a obtener ganancias en el largo plazo.

2. Nuestra capacidad de organizar, jerarquizar y sintetizar distintas ideas. Las personas que tienen entrenada la capacidad de resumir y esquematizar suelen interpretar de mejor manera la información que se genera en los mercados financieros. Esto se debe a que saben diferenciar lo relevante de lo inútil, evitando de esta manera perder el tiempo que es precioso.

3. Nuestra objetividad. Muchos individuos basan sus decisiones de inversión en las noticias de los periódicos o en las recomendaciones que aparecen en los boletines de análisis que preparan las casas de bolsa. Sin restar crédito al profesionalismo de quienes elaboran estos estudios, no se puede negar que las opiniones que vierten resultan altamente subjetivas. Cuando los inversionistas no pueden realizar un análisis frío y objetivo de los diferentes instrumentos, deben preferir instrumentos indexados para no correr riesgos innecesarios.

4. Nuestra paciencia y serenidad. Existe una gran cantidad de inversionistas que, en periodos difíciles, se desesperan y venden sus posiciones a cualquier precio. Hay otros que conocen de la volatilidad del mercado y saben esperar estos momentos para conformar sus carteras a precios de ganga. A los primeros les conviene definir desde el principio un horizonte y cumplirlo cabalmente. A los segundos, tener una parte de recursos líquidos para aprovechar las oportunidades a su favor.

5. Nuestros sentimientos. Las personas apasionadas, por lo general, tienden a gozar mucho los periodos alcistas de los mercados y a sufrir mucho en los momentos negativos. De esta forma, suelen tomar muchas veces decisiones apresuradas o poco razonadas. Por lo tanto, a estos individuos les es conveniente conformar carteras de inversión estables y poco volátiles.

Por el contrario, las personas que son frías y calculadoras, tienden a usar más la razón que el corazón, por lo que pueden darse el lujo de conformar portafolios de inversión más volátiles, pero con mayor potencial de rendimiento.

6. Nuestra actitud ante lo que hacen los demás. Por lo general, en cualquier relación comercial, a las personas nos interesa comprar barato o vender caro, dependiendo del papel que estemos asumiendo. Sin embargo, el bursátil es el único mercado en el que los inversionistas se interesan cuando los precios de las acciones están altos y se retiran cuando éstos van hacia la baja. Es decir, muchos inversionistas entran o salen del mercado cuando los demás también lo hacen.

Esto suele ser un gran error ya que, idealmente, debe hacerse exactamente lo contrario. Por lo tanto, a quienes suelen contagiarse por el movimiento de las masas les conviene diseñar estrategias estables y mantener sus inversiones en el horizonte que se trazaron al inicio.

FOTO: PEXELS.COM

Autores

Eleconomista.Com.Mx