El autor del libro “Las empresas conscientes”, considera que la crisis económica desatada en 2008 fue consecuencia de un sistema regulatorio perverso, que solapó a empresarios con valores antiéticos.
Fred Kofman es un defensor de los empresarios, los ve como héroes de nuestro tiempo. Pero es también uno de sus más severos críticos. Afirma que en el mercado hay empresarios corruptos y honestos. Los primeros siempre duermen bien, pese a sus fechorías, los segundos se sienten culpables por ganar dinero, sin comprender siquiera que los diferencia de los malos.
Por ello el vicepresidente de Desarrollo Ejecutivo de LinkedIn y autor del libro “Las empresas conscientes” considera que el valor fundamental en el mundo de los negocios debe ser el amor, entendido como un compromiso de hacer crecer al otro. También el respeto, que implica tratar a clientes y empleados con dignidad.
El ex catedrático del Tecnológico de Massachussett (MIT), es economista y coach en Liderazgo y Desarrollo Organizacional con más de 15 años de experiencia. Una de sus propuesta más polémicas es la creación de “ciudades libres” de gobiernos, regidas únicamente por el libre mercado. En entrevista telefónica nos expone la importancia de la ética en el mundo de los negocios.
1. La crisis 2008 fue en parte consecuencia de la rapacidad y ambición de algunas empresas. ¿Cree que los empresarios aprendieron alguna lección de eso?
No estoy de acuerdo en que la crisis económica del 2008 haya sido por una crisis de valores empresariales. Fue consecuencia de un sistema regulatorio totalmente perverso, los malos ganaron usando antivalores porque estaban amparados por esa estructura regulatoria perversa. En los negocios hay tanta gente buena y mala como la hubo en 2008, en 1990 o en 1950, el problema es cuando la estructura legal de un país apoya a la gente mala.
No todo el mundo se aprovechó de eso. Hubo gente con valores que dijo ‘no le voy este tipo de negocios que son de desfalco’, pero hace falta una pequeña proporción de gente que se aproveche para dar el mal ejemplo y que los demás lo sigan.
Una de las prácticas que considera nocivas y que critica en sus conferencias, es el lobbying, al que califica como el “uso de la violencia para impedir la competencia”. Mediante esta acción, los empresarios consiguen que el Estado les otorgue subsidios o ventajas en detrimento de otros. Es por tanto, una forma de aniquilar a la competencia. Por ello indica que “el campo de batalla no es el de la economía, sino el de la ética”.
2. ¿Debería al empresario importarle la imagen que proyecta?
Por supuesto que sí, pero más debería importarle las acciones que causan esa imagen. Un desastre ecológico es mucho más grave que una imagen, porque daña a la gente. Una cosa es que un accidente suceda por más medidas que tomes, y otra que haya sido por la falta de cuidado. Eso me parece terriblemente grave. No puedo imaginar cómo un empresario puede dormir bien y estar bien consigo mismo cuando hay una toma decisiones que llevan a la destrucción del entorno ecológico, que afecta finalmente la calidad de vida de la gente que depende de él.
3. ¿Hay una evolución en los valores de los empresarios?
Sí, porque la humanidad va evolucionando, pero no sé si es porque hay una mayor proporción de empresarios conscientes de los que había antes, o porque los empresarios que tienen valores son más propensos al éxito de lo que eran antes, porque ha cambiado la moral social. Los jóvenes hoy buscan trabajo en empresas que los hagan sentir orgullos. No buscan sólo dinero en una empresa donde les griten o los traten mal, o que tenga mal nombre –reputación-. En el pasado esto no era así porque no había empleados conscientes y la atmósfera social era más conducente.
4. ¿Cuáles son los valores que deberían predominar entre los empresarios?
El respeto y ello implica tratar a la otra persona con dignidad, como un cliente. Significa no mentir, no aprovecharse del otro, cuidar de su patrimonio como cuidaría del propio, tratar con dignidad a los empleados, que son socios en una transacción económica donde el empresario está contratando gente que le vende servicios. Empezaría por ahí como valor fundamental.
Y más allá del respeto está el amor. Suena extraño para el mundo de los negocios, pero es el amor en el sentido caritativo, bondadoso. Entendido como el compromiso con el bienestar y el desarrollo del otro. Un amor inteligente y comprometido con la intensión de que el otro mejore su vida, que si lo piensas es la raíz de toda transacción mutuamente beneficiosa. El empresario, al actuar por amor propio, está cumpliendo un rol social que va más allá de sus intenciones.
5. Tendemos a conferir a la empresa los valores que tiene su dueño, el empresario.
Las empresas son consecuencia de la mentalidad que quienes la dirigen. Como entes físicos no tienen valores. Estos son creados por el empresario y su gente, y son la consecuencia de la conciencia colectiva de quienes dirigen la organización.
Kofman, quien divide su tiempo entre su cátedra en Guatemala y su trabajo en Silicon Valley, revela finalmente que está en pláticas con algunas empresas para dar pláticas de coaching el próximo año en México. Por lo pronto, trabaja en lo que será su siguiente libro que reunirá su experiencia como coach profesional.