La doctora Carol Dweck y su equipo han estudiado la manera de fomentar en los niños una mentalidad de crecimiento y cómo al cambiar la forma en la que les damos cumplidos podemos hacerlos crecer.
Todos queremos que nuestros hijos crezcan, sean felices y encuentren su camino en la vida, también esperamos que este camino los lleve a ser exitosos en la rama que ellos elijan. ¿Pero sabías que hay algo muy sencillo que los padres pueden hacer para ayudarlos a alcanzar sus metas? Investigadores han descubierto que un pequeño cambio en la forma en la que hablamos con los niños puede hacer una gran diferencia.
La doctora Carol Dweck y su equipo han estudiado la manera de fomentar en los niños una mentalidad de crecimiento y cómo al cambiar la forma en la que les damos cumplidos podemos hacerlos crecer.
La especialista recomienda que en lugar de alabar los logros de los hijos les demos cumplidos por la forma en la que llegaron a ellos. Estos son algunos ejemplos de distintos diálogos publicados en UpWorthy.
Mentalidad fija: “Leíste un libro completo. ¡Eres muy inteligente!”
Mentalidad de crecimiento: “Leíste un libro completo. ¡Trabajaste tanto para lograrlo! ¡Felicidades!”
Mentalidad fija: “Te sacaste 80 en el examen. ¡No está mal!”
Mentalidad de crecimiento: “Te sacaste 80 en el examen. ¡Buen trabajo! ¡Estoy segura de que si revisas las preguntas que sacaste mal y volvieras a tomar el examen te acercarías más a un 100!”.
El propósito es darle valor no a la inteligencia con la que nació sino al proceso de aprendizaje y a lo mucho que le cuesta conseguir sus metas. Esto ayuda a que la autoestima de los niños no dependa de qué resultado obtienen la primera vez que realizan una tarea, porque pueden volver a intentarlo.
La doctora Dweck comprobó que esta mentalidad de crecimiento puede hacer una gran diferencia cuando la aplicó con niños de primero de secundaria. Observaron a los estudiantes que ingresaron con promedios muy similares y los categorizaron en dos, unos con mentalidad fija y otros con mentalidad de crecimiento. Así se comportaron las calificaciones de ambos grupos a lo largo de dos años.
Los niños que creen que la inteligencia se puede desarrollar buscan aprender más que aquellos que piensan que es una característica con la que naces.
Sal Khan de la Academia Khan lo explicó para UpWorthy de la siguiente manera: "creemos que lo que sucede es que nos proyectamos en nuestros hijos cuando decimos cosas como ‘Mira, es tan inteligente, hizo esto,’ y aunque esto puede ser un refuerzo positivo corremos el riesgo de que el niño se vuelva adicto a este tipo de retroalimentación y después no quiera tomar riesgos que provoquen que no reciba estos cumplidos… o que no quiera romper la percepción que los padres tienen de su inteligencia".
Otra de las grandes diferencias entre un tipo de mentalidad y la otra es que las personas con mentalidad fija creen que el esfuerzo es algo malo, que si tienes habilidades para hacer las cosas estas no deberían costarte esfuerzo, y que si te cuestan no son tus habilidades y por lo tanto no podrás hacerlas. Las personas con mentalidad de crecimiento creen que el esfuerzo es lo que activa sus habilidades.
Pero quizás uno de los hallazgos más importantes es que los niños con mentalidad fija tratan de ocultar sus errores porque estos demuestran sus “limitantes”, y se traduce en actitudes negativas en la escuela y comentarios como “es aburrido”, mientras que los niños con mentalidad de crecimiento saben que los errores son una parte natural del aprendizaje.
La recomendación de la doctora Dweck es que dejemos de alabar la inteligencia de los hijos y nos enfoquemos en felicitarlos por su capacidad de aprender.