Aunque generalmente es un acto involuntario y producto del estrés, rechinar, frotar o apretar los dientes producen profundas consecuencias en la salud oral.
“El bruxismo puede definirse como un hábito oral involuntario. Usualmente es una actividad inconsciente, aunque por momentos, durante el día, nos percatamos que estamos ‘apretando’ los dientes. Puede suceder con o sin ruido”, explica la cirujana dentista Mónica de León, de clínicas dentales Sonríe en Guatemala.
Aunque las causas exactas aún no se han definido completamente, en la actualidad se considera un trastorno de origen multifactorial, de variables anatómicas, fisiológicas y psicológicas. “Se sabe que hay relación entre períodos de aumento de estrés y el inicio de episodios de bruxismo, pues aumenta la actividad de los músculos masticatorios en estos períodos”, agrega De León.
También se sabe que el bruxismo es desencadenado, o por lo menos agravado, cuando existen puntos de interferencia en los dientes, que impiden el desplazamiento libre y sano de la mandíbula, y el cuerpo trata de eliminarlos como parte de un mecanismo de adaptación.
“Los factores que influyen sea o no que el bruxismo cause dolor y otros problemas varían de una persona a otra y pueden abarcar: cuánto estrés tenga la persona, cuánto tiempo y qué tan fuerte aprieta y rechina sus dientes, si los dientes están desalineados y los hábitos al dormir”, señala el sitio web medlineplus.
Consecuencias
Según la causa que desencadene el bruxismo, puede existir una serie de consecuencias. Una de las más comunes es el dolor muscular. Este puede ir progresando hasta ser verdaderamente fuerte y causar dolores de cabeza y cuello, dice De León.
El bruxismo también es una causa común para el desgaste fuerte de los dientes, movilidad de estos, cúspides y restauraciones fracturadas e hipersensibilidad en los dientes. Si el tipo de bruxismo es rechinido, puede incluso verse modificada y alterada la articulación de la mandíbula causando el aplanamiento de los huesos en esta, lo cual provoca serios problemas en su función, explica De León y añade que a mayor daño, mayor dificultad para restablecer la función normal.
Diagnóstico y tratamiento
No todo ese rechinido de dientes es bruxismo, el diagnóstico lo debe hacer un odontólogo. Una visita a la clínica dental puede ayudar a encontrar esos pequeños cambios iniciales en las estructuras relacionadas con la dentadura o alteraciones severas según el momento en el que se busque la consulta.
Como se mencionó anteriormente, existe la posibilidad en algunos casos que el paciente no sepa que padece este problema, pero si está consciente de que padece alguno de los síntomas anteriores, debe buscar ayuda para evitar daños posteriores.
Un tratamiento efectivo para el bruxismo tomará tiempo y control de diversas variables. Aún si no se elimina por completo el hábito, puede minimizarse el daño que ocasiona. Con respecto a las variables propias de la oclusión, el odontólogo o cirujano dentista puede dar un diagnóstico de la causa o interferencias que puedan estar incidiendo y hacer ajustes apropiados.
Puede ser también necesario un tratamiento de ortodoncia para mejorar las relaciones oclusales —superficie de masticación entre los molares— entre los dientes. Un aparato muy beneficioso puede ser un guarda oclusal, que se elabora con base en una copia o modelo de los dientes del paciente y que los protege del daño severo, pudiendo ser un valioso complemento temporal mientras se logra un efectivo ajuste en la oclusión.