Sus aproximadamente 9 millones de habitantes son amables, simpáticos y orgullosos de su tierra, sus costumbres y cultura.
Los pueblos que se caracterizan por su simpatía son un imán para los turistas. Llegar a un destino de los llamados exóticos y ser recibido con una sonrisa adelanta 20 casilleros. Tailandia es conocida –además de como la Venecia del Este, por sus canales– como la Tierra de las Sonrisas.
Sus aproximadamente 9 millones de habitantes son amables, simpáticos y orgullosos de su tierra, sus costumbres y cultura. Atravesada por el río Chao Phraya, su cauce y una gran red de canales son parte importante de la accesibilidad a los 50 distritos que componen la ciudad.
Entre la gran densidad de población y el tráfico terrestre, los barcos/taxis ayudan a evitar los colapsos de tránsito, como medio alternativo de transporte. El skytrain (metro aéreo) y el subway (metro subterráneo) también son buenas opciones para moverse por la ciudad.
Entre las bulliciosas calles de esta ciudad, y sobre todo en el margen del río Chao Phraya, se encuentran los aproximadamente 400 templos imposibles de abarcar en una visita turística. Pero algunos de ellos son una cita obligada para empezar a entender la riqueza cultural de esta ciudad.
El Gran Palacio Real fue la sede de los reyes desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo pasado. Además de su particular fisonomía, materiales, colores y su imponente riqueza en oro, el acceso es por mar, lo que agrega una imagen fantástica al lugar. Dentro del conjunto de edificios, se encuentra una pequeña representación de un ícono del país: el Buda Esmeralda, de apenas 45 centímetros, pero que es la imagen más venerada.
Junto al Gran Palacio Real se encuentra otro de los imperdibles, el Wat Pho (el Buda recostado), de 46 metros de largo por 15 metros de altura, un lugar al que se debe ingresar sin calzado. Además, en este templo se encuentra la escuela de medicina tradicional del país.
El otro Buda fundamental es el Dorado (Wat Traimit), uno de los más famosos por la escultura de cinco toneladas de oro macizo, la más grande del mundo. El Wat Arun (Templo del Amanecer) es digno de ver por la noche por su vistosa iluminación, una de las postales más emblemáticas de Bangkok. Por la tarde, el color dorado del templo Wat Saket es una maravilla de apreciar, pese al sacrificio físico de subir sus 138 escalones.
Pasear por este importantísimo río que atraviesa la ciudad es un alivio en los días de calor, y además permite ver Bangkok desde otra perpectiva. Recorrer los canales, llamados klongs, es un clásico de la llamada Venecia del Este.
En otras épocas los canales se utilizaban para el transporte de mercancías, personas y para evacuar los residuos de las casas. Hoy se puede realizar un tour en el que se conocen los canales más tradicionales, y en el que se ve de cerca la vida de las personas que viven en sus orillas.
Otra de las actividades es conocer alguno de los mercados flotantes, como el de Amphawa o el de Damnoen Saduak. Este último es el más conocido (a unos 100 kilómetros de Bangkok), y con una inmensa actividad. Es el más turístico. Amphawa se encuentra a unos 80 kilómetros de la capital, y es más pequeño que Damnoen Saduak.
Esta capital del sudeste asiático ofrece un sinfín de actividades, y muchas de ellas apuntan a ocupar el tiempo y el dinero divirtiéndose de diferentes maneras, o también cultivando el bienestar del cuerpo –y por ende del alma–.
Nadie puede abandonar Bangkok sin probar un masaje tailandés, y tampoco sin tomar un trago en el rooftop de alguno de sus rascacielos. En cada esquina uno tiene la oportunidad de darse un masaje, y los precios son muy accesibles.
Invertir un par de horas en esta herramienta de relajación es muy recomendable, sobre todo luego de un viaje larguísimo en avión, con contracturas y dolores. En esta ciudad las posibilidades son infinitas, ya sea en los locales de la calle o en los hoteles y los diferentes spas (para todos los gustos y bolsillos).
El clásico es el traditional thai massage: es el que más se conoce por las películas, en el que estiran y hacen crujir el cuerpo de la persona tendida sobre una camilla. Es doloroso pero efectivo.
El foot massage es el de pies (y parte de las piernas), muy relajante y suave. Para quienes solo desean un cariño al cuerpo, sin dolor, está el oil massage, en el que se masajea de pies a cabeza, el cuerpo completo, utilizando un aceite aromático y con manos expertas superentrenadas.
Y luego de un buen masaje, uno queda como nuevo para disfrutar de una noche (que en Bangkok puede ser interminable), degustar un exquisito plato, tomar una copa y extasiarse con una vista maravillosa en uno de los rooftop bars de la ciudad. El Sirocco es uno de los más famosos, pero también son recomendables el Baiyoke Tower y el Above Eleven.
Si se quiere seguir disfrutando la noche, existe gran variedad de opciones, ya sea en boliches con música, en el barrio rojo por la calle Soi Cowboy (la calle principal de los shows), o en una fiesta dentro de una camioneta: en Bangkok todo es posible.
Aunque no para todos los gustos, es un clásico presenciar un combate de muay thai, también conocido como boxeo tailandés. El espectáculo es muy folclórico no solo por la pelea en sí, sino por el ambiente que se genera alrededor. El Lumpini y Ratchadamnoen son los dos estadios principales para presenciar competiciones de este arte marcial.
La comida en Tailandia es un capítulo aparte. Posee sabores que sacuden los sentidos y las percepciones a las que cualquier occidental esté acostumbrado. Clásicos como el tom kha gai –sopa de pollo con leche de coco– o el panaeng muú –cerdo con curry rojo– son algunos de los recomendados.
La comida tailandesa mezcla dulce, amargo, salado y picante en un solo bocado, una experiencia maravillosa para el paladar. Es muy común comer en puestos de la calle y en los mercados, y son los mejores lugares donde degustar platos típicos y a muy buen precio. Los jugos hechos de frutas exóticas son otra delicia a probar hasta cansarse. Una opción a tener en cuenta para los foodies es hacer un food tour. Los hay de diferentes tipos e importes, pero todos son muy interesantes, divertidos y exploran partes de la ciudad que tal vez no se conocerían de otras maneras.
Como toda capital importante, Bangkok ofrece paseos alternativos que también son muy interesantes. Son lugares incluso más propicios para conocer las costumbres locales y las nuevas tendencias.
Ekkamai es un shopping vintage, con cafeterías de tendencia, galerías de arte y excelente comida. El bar Shades of Retro es muy recomendable. De cinco pisos, el Siam Center es uno de los centros comerciales más importantes, con muy buenos restaurantes de comida internacional. Sukhumvit es uno de los lugares donde se arman verdaderos mercados de comida callejera.